jueves, 31 de mayo de 2018

Empobreciendo el idioma


'Homo' quiere decir "persona, ser humano" (del que se deriva en castellano 'hombre', que puede ser varón –vir– o mujer –'mulier'–)

El rasgo más pernicioso del feminismo, digamos, profesional o militante es que logra extender una actitud resentida respecto al sexo masculino. Se revela en otras muchas alteraciones caprichosas del léxico. Lo peor es que se hace de una forma mimética, copiando descaradamente de las tendencias que se han observado antes en los Estados Unidos. Curiosamente, tales aberraciones lingüísticas las han promovido en nuestros países hablantes del español,  las mismas personas que suelen repeler el modo de vida norteamericano.

Son innúmeras las ilustraciones que se puede citar. En inglés "mujer" se dice woman, pero la terminación man quiere decir "varón". Lo cual lleva al movimiento feminista de ese país a considerar la voz woman como una afrenta para las mujeres. Pero resulta que en inglés antiguo man significaba "persona, ser humano". Por tanto, en su sentido clásico, la palabra woman venía a significar algo así como "ser humano que se dedica al hogar". Algo así sucede también en el latín nutricio para nosotros. Homo quiere decir "persona, ser humano" (del que se deriva en castellano hombre, que puede ser varón -vir-o mujer -mulier-.

Lo malo es que en castellano se ha producido una evolución ideológica parecida por la prevalencia de la ideología feminista, que ya no sabe latín. Por tanto, se considera que hombre, como genérico, resulta “despreciativo” al excluir a las mujeres. De ahí que el problema se resuelva recurriendo a “persona” como genérico, que, además, para mayor ventura, es del género femenino. El extremo más ridículo es que ciertas palabras, como discapacitados, se convierten en el circunloquio "personas con discapacidad", o mejor, "personas con capacidades diferentes".

El rechazo del masculino genérico lleva a la tontería de tener que repetir "ciudadanos y ciudadanas", "caraqueños y caraqueñas", etc. Es un recurso tedioso que, sin embargo, no se cumple para los sustantivos con un sentido afrentoso. Por ejemplo, no se oye decir "parados y paradas", "corruptos y corruptas", etc. El error de principio, por lo que se refiere a la falsificación del lenguaje, es que "machismo" se impone como desprecio, pero "feminismo" se muestra como encomio.

Todo lo malo de esos devaneos del léxico feminista es que se ha impuesto a la población como producto de una importación fraudulenta del inglés norteamericano y un torpe mimetismo del feminismo radical. Una vez más, me acojo al diagnóstico del escritor irlandés C.S. Lewis: "La táctica diseñada por el diablo consiste en sustituir el razonamiento por la jerga".

El problema es que la jerga feminista se impone a todo el mundo con una suerte de extraña autoridad. Hay que aceptarla porque, de no hacerlo, se arriesga uno a los anatemas de "machista" o "facista". No se trata de una desviación academicista, sino de algo más general y profundo. Los esfuerzos por adoptar la jerga feminista desplazan otros muchos que podrían hacerse en pro de la verdadera dignidad de la mujer. En cuyo caso se llega a la triste conclusión de que el feminismo actual, como auténtico movimiento de presión, acaba dañando a la mujer. La prueba es la presunción dominante de que una persona, por ser mujer, es más competente que otra parecida por ser varón.

Amando de Miguel, LD 2018

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Abusos sexuales. ¿El consentimiento lo es todo?


“¿Qué tienen en común los diplomáticos y las mujeres?
Que una mujer, si dice que no quiere decir tal vez, si dice tal vez quiere decir que sí y si dice que sí es que no es una auténtica mujer.
Mientras que el diplomático, si dice que sí quiere decir que tal vez, si dice tal vez es que no, y si dice directamente que no es que no es un auténtico diplomático”.

Perdonad el chiste (podréis acotar malo, y yo os diré: “malo, sí, pero sesudo”).
Últimamente vemos por todas partes cómo se está construyendo, a raíz de ciertas noticias sobre abusos sexuales, un becerro de oro llamado ‘consentimiento’, al que se está dotando de todas las características de una auténtica deidad, hasta el punto de circular vídeos adoctrinadores en los que la moraleja dice sin pudor: CONSENTMENT IS EVERYTHING.
Sin embargo, basta con analizar un poco para concluir que el consentimiento no lo es todo. El todo es el respeto al otro, a su dignidad como persona, a su humanidad; el respeto a uno mismo, a la propia trascendencia, al cuerpo, incluso el propio, como algo más que un mero objeto de uso y consumo. Y no es un problema de creencias religiosas, que solo vienen a dotar de un mayor sentido lo que por naturaleza se nos ha dado la capacidad de conocer, es un problema de lógica, de sensatez, incluso, si me apuráis, de ecologismo. ¿Por qué es tan fácil entender que los perros no han sido creados para vivir en jaulas o para ser maltratados y es tan difícil comprender que el cuerpo humano también tiene unas cualidades que lo definen? ¿Por qué defendemos tan a ultranza que se respete la naturaleza de los seres vivos mientras que atacamos sin piedad las leyes del propio cuerpo?
Cualquier niña, o incluso cualquier mujer, puede consentir, hasta el final, algo que realmente no quiere, no desea o no es bueno para ella. Cualquier niña o mujer puede desear algo que realmente no quiere o consentir en hacer cosas que no desea. Y eso no da derecho a nadie a hacer esas cosas. Y no solo las niñas o las mujeres, también los niños, los hombres. El problema es reducirlo todo al voluntarismo. Es más, el consentimiento no solo no es la solución: es el problema. Pensar que podemos disponer de nuestro cuerpo y de nuestra sexualidad como nos dé la gana y que el único límite está donde yo lo pongo es, precisamente, la causa de los abusos.
Así que yo me opongo: me opongo a educar a mis hijos, varones y mujeres, bajo la ley del consentimiento. Me opongo a enseñarles que pueden hacer con el que tienen delante lo que les dé la gana siempre que el otro se lo permita. Me niego a hacer creer a mis hijos que el abuso deja de ser tal cuando es consentido.
Yo opto por educar a mis hijos mucho más allá: en el respeto al otro; en el respeto a la persona como bien en sí misma, no como el medio para un fin. En el amor completo, no parcial; en la entrega y donación mutua y para siempre.
En la sexualidad como un regalo que hay que cuidar y valorar y que tiene unas consecuencias grandiosas cuando se usa como es debido. En el convencimiento de que hemos sido creados para ser libres y no esclavos “del vicio que nos domina”, que es, como dice el poeta, donde perecen los humanos corazones. En el dominio de sí, en el autocontrol, en la fortaleza, en la lucha, incluso, contra las propias debilidades y flaquezas. Que así, presumiblemente, no necesitarán que nadie les explique si cuando es no, es no, o tal vez, o sí, o ya veremos.

Susana Ariza / Rel. 2018

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VICTORIA PROVIDA EN LAS ISLAS BRITÁNICAS


Guernsey  rechaza el suicidio asistido. Si la legislación hubiera pasado, Guernsey podría haberse convertido en la primera jurisdicción en las Islas Británicas en introducir el suicidio asistido.

La legislatura de la isla de Guernsey ha rechazado legalizar el suicidio asistido después de un debate de dos días y medio.
Los Estados de Guernsey votaron a favor de rechazar un requerimiento (propuesta) para estudiar la legalización de la práctica e investigarán «las medidas necesarias para mejorar la calidad de vida y los resultados de salud para todos los isleños hacia el final de sus vidas».
La semana pasada, el comité más antiguo de los Estados Unidos, como se conoce en la legislatura de la isla, votó unánimemente no apoyar la propuesta, diciendo que no se ajustaba a sus prioridades y los complejos problemas legales probablemente agotarían los recursos de otras áreas.
Los grupos de personas con discapacidad y los líderes religiosos también criticaron la propuesta. El obispo Philip Egan de Portsmouth, cuya diócesis cubre la isla, fue franco al condenarlo: «Sería una demanda intolerable y completamente inmoral pedir al personal médico, a los médicos y a las enfermeras, dedicados a preservar la vida, que extingan la vida de otra persona humana», dijo. «Ayudar a alguien a morir prematuramente o ayudar a alguien a suicidarse, incluso cuando lo solicita con seriedad, nunca puede ser una acción compasiva. Es un pecado grave».
Después de la votación del viernes, el obispo Egan tuiteó: «Si la legislación hubiera pasado, Guernsey podría haberse convertido en la primera jurisdicción en las Islas Británicas en introducir el suicidio asistido». En 2015, la Cámara de los Comunes británica votó por un amplio margen para rechazar una propuesta similar para el Reino Unido.

Catholic Herald/InfoC. 2018

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sábado, 26 de mayo de 2018

El caso de Alfie Evans a la luz de “El aceite de la vida”


¿Recuerdan esta película del año 1992 (El Aceite de la Vida)? En ella, los actores Nick Nolte y Susan Sarandon interpretaban a un matrimonio que debía luchar contra la enfermedad degenerativa de su hijo. Como hasta el momento nadie le había hecho frente por considerarla intratable, ellos prácticamente lidian contra toda la comunidad médica, para que esta sienta interés por su curación. La película consiguió tal éxito de crítica y de público que la Academia de Hollywood (la de entonces) la nominó al premio a la mejor cinta del año y al mejor guion, aunque al final se los concedieron respectivamente a Sin perdón (Clint Eastwood, 1992) y a Neil Jordan por Juego de lágrimas (id., 1992).

Curiosamente, esta cinta fue dirigida por el australiano George Miller, autor de la imprescindible saga de Mad Max (a la sazón, una trilogía), donde nos había ofrecido su dura visión del mundo que nos aguarda en un más que posible futuro violento y distópico (en lo que al comportamiento humano se refiere, por supuesto). Y es que, después de haber flirteado con la comedia negra (Las brujas de Eastwick), y tal vez desazonado por su propia concepción del mañana (que había suavizado no obstante en la tercera entrega de su saga futurista), quiso presentarle al mundo un motivo de esperanza. Para ello, eligió la historia real de Augusto y Michaela Odone, un matrimonio italoamericano que, como hemos indicado en el párrafo precedente, despertó a la comunidad médica mediante su lucha contra la enfermedad de su hijo: la adrenoleucodistrofia, o ALD. Ciertamente, el tesón de estos esposos por el bienestar de su retoño fue tan grande que ambos consiguieron elaborar una medicina que hoy previene la citada enfermedad: el aceite de Lorenzo (por ser este el nombre de su hijo), o el aceite de la vida, como señala el título español del film.

Como hemos dicho, la historia de estos padres-coraje engatusó tanto al Hollywood de la época y al público que acudió en masa a ver la cinta que la Academia decidió que esta contase al menos con un par de nominaciones a los Óscar. De este modo, y aunque finalmente no le concediese el premio a ninguna de ellas, la meca del cine demostró que todavía estaba interesada en películas que abordaban los valores tradicionales y eternos, como son, en este caso, la defensa de la vida o la importancia de la familia (por otro lado, temas que siempre habían gustado al Hollywood de antes).

Probablemente, hoy sería impensable que una cinta así llegase tan alto, puesto que nos encontramos ante una Academia que no solo se ha rendido al discurso de lo políticamente correcto, sino que también lo ha promovido abiertamente a través de sus últimas obras, que por supuesto ha premiado sin rubor alguno en un vergonzoso y escandaloso delito de prevaricación flagrante, es decir, y como diría el clásico, “Juan Palomo, yo me lo guiso, yo me lo como” (¿de verdad que alguien cree que la horrorosa y plúmbea La forma del agua, una metáfora sobre el amor inter-especies -tan de moda por eso del supuesto racismo de Trump-, merecía ser la ganadora del Óscar a la mejor película del año?, ¿o que Déjame salir, una cinta de terror correcta -pero solo correcta-, merecía estar entre las candidatas a obtener dicho premio, más allá de que era una obra realizada e interpretada por afroamericanos y dirigida a ellos, por su discurso acerca de la presunta supremacía blanca que los oprime?).

¡Y eso que todavía presenciamos gestas paternas (y paternales) tan grandes como la de los Odone de El aceite de la vida, que nos pueden servir de ejemplo a todos nosotros! La última de ellas ha sido la protagonizada por los Evans, un matrimonio inglés que ha preferido enfrentarse al Estado británico antes que acomodarse a una sentencia injusta de este, que había dictaminado impunemente la muerte de su hijo Alfie.

Por si alguno anda despistado, ya que los media se han encargado de silenciar esta batalla (salvo en su tramo final, cuando el clamor popular era ya irrefrenable), recordemos que Alfie Evans era el niño que murió el pasado 28 de abril después de que un juez de la Corte Suprema de Inglaterra decretara su muerte.

En efecto, pese a que todo apuntaba a que este niño, aquejado de una rara enfermedad neuronal degenerativa, podía seguir vivo con la ayuda de un respirador artificial, el citado magistrado determinó que ese dato era irrelevante para su decisión, por lo que debía ser desconectado de inmediato y aguardar así su prematuro fallecimiento (el caso incluso podría ser tildado de blasfemo y hasta de satánico, si tenemos en cuenta que el decreto entraba en vigor el día 23 de abril, festividad de san Jorge, patrono de Inglaterra).

A partir de ese momento, sus padres comenzaron una dura lucha contra este dictamen y en favor de la supervivencia de su retoño, llegando incluso a entrevistarse con el Papa, a escribir a la reina de Inglaterra y hasta consiguiendo la nacionalidad italiana para el pequeño, de modo que este pudiera ser atendido en el hospital “Bambino Gesù”, que depende directamente del Vaticano.

Pero la obstinación anticurativa del juez (por cierto, militante LGTB), y de los médicos ingleses (en palabras del catedrático de Genética de la Universidad del Sagrado Corazón de Milán) fue tan grande ,que estos no solo desoyeron y despreciaron cualquier injerencia o ayuda externa, sino que también recrudecieron las medidas contra la vida de Alfie, prohibiendo para ello que incluso sus padres le otorgaran el alimento, el oxígeno y la hidratación que el niño necesitaba.

Por suerte, las reacciones a esta lucha no se hicieron esperar mucho, pues a las puertas del hospital se reunieron decenas de personas con el fin de protestar contra la abusiva decisión del juez y de los médicos y en favor de los Evans y de su hijo Alfie; Francisco, en respuesta a aquella entrevista que mantuvo en el Vaticano con Thomas Evans, padre de Alfie, no solo pidió que se hiciera todo lo posible para salvar la vida del pequeño, sino que incluso rezó públicamente por él en la audiencia general de los miércoles y en la oración dominical del Regina Coeli, así como en su cuenta de Twitter, consiguiendo de este modo internacionalizar el problema; cada día, en las redes sociales aparecían nuevos comunicados sobre la evolución del niño, personas que se sumaban a las oraciones del pontífice y hasta vídeos que nos mostraban en directo la situación en la entrada del centro de salud (irónicamente dicho, por supuesto, ya que se encargó de privar de ella a uno de sus pacientes).

Una vez que se internacionalizó el problema, reacciones tan importantes como la del primer ministro italiano, que pidió que Alfie fuera trasladado a su país, ya que él mismo le había concedido su nacionalidad, urgieron todavía más la situación: la directora del “Bambino Gesù” viajó en avión hasta Liverpool (sede del malhadado hospital inglés) para trasladar allí al pequeño; médicos alemanes visitaron de incógnito al niño para constatar que podía seguir viviendo; los respectivos presidentes del Parlamento Europeo y Polonia rogaron por su vida, y algunos (muy pocos) políticos españoles se sumaron a estos últimos.

Pero nada de esto impidió que tanto la decisión del juez como de los médicos, empeñados en matar a Alfie, siguiera adelante (en un heroico gesto de caridad, un manifestante le lanzó a Thomas por encima del cordón policial una mascarilla de oxígeno, para que pudiera seguir respirando en contra del criterio de aquellos).

No obstante, el niño sobrevivió casi una semana, a pesar de que a los padres les habían augurado que moriría pocos minutos después de que fuera desconectado de la máquina que lo mantenía con vida. Pero la enfermedad pudo con él y, como hemos indicado arriba, la madrugada del pasado día 28 murió, dejando al mundo consternado y denunciando los excesos de un Estado que ya ha dejado de proteger al más débil.

En efecto, si hay un problema que ha evidenciado todo este asunto es la creciente omnipotencia del Estado actual. Y es que, como ya han señalado varios artículos periodísticos, el caso de Alfie Evans trasciende la lucha religiosa en favor de la vida (recordemos que los padres del pequeño son cristianos -él, católico, y ella, protestante-, un factor que los ha impulsado a la pugna por la supervivencia de su hijo), ya que no solo se trata de poner en liza un convencimiento moral, sino de  frenar la autoridad que últimamente se están arrogando las instituciones públicas sobre la existencia de los individuos.

Ciertamente, como si hubieran vuelto a nuestros tiempos los años oscuros de la Unión Soviética o del nacionalsocialismo alemán, hoy quien determina la supervivencia de un hombre no es el hombre mismo (cosa que ya es de por sí aberrante), sino el Estado, que, como ocurría en aquellos execrables regímenes del pasado, pretende ser el nuevo dios del mundo actual.

Pero, por supuesto, esto no es más que el colofón de un camino que se emprendió hace ya mucho tiempo (concretamente, cuando Dios fue abolido de la vida pública); así, y en estos últimos pasos que el Estado está dando para convertirse en la nueva ley moral de la humanidad (y nunca mejor dicho, puesto que, al menos en Occidente, nos encontramos en un mundo completamente globalizado), podemos identificar su evidente sesgo adoctrinador: por ejemplo, en Escocia está a punto de aprobarse el infame Proyecto de Persona Designada, según el cual a cada niño se le debe asignar un empleado del Gobierno, para que vigile su progreso social y para que asesore su vida familiar (es decir, es el Estado el que debe regular la vida privada del individuo); el Tribunal Supremo del Reino Unido ha dictaminado que, en cualquier disputa sobre el interés del niño, por muy insignificante que esta sea, es precisamente el niño quien debe tener una voz soberana sobre sí mismo (evidentemente, por “voz soberana” se entiende el criterio del Estado, como han demostrado tanto el caso de Alfie Evans como, en su momento, el de Charlie Gard).

En España, se imparte ideología de género en los colegios sin la previa autorización de los padres, o que las niñas pueden abortar sin el permiso de estos últimos y hasta ser tratadas obligatoriamente por ellos como varones, si así lo sienten en su intimidad sexual. Y es que, como decimos, han vuelto los tiempos en que los rusos eran adoctrinados moralmente por la Unión Soviética o en que los pobres alemanes eran súbditos anímicos del Reich (a la sazón, según la ideología política de cada régimen; hoy, según los dogmas feministas, homosexualistas y posthumanistas que corroen nuestra sociedad).

Sin embargo, igual que entonces, hay determinadas actitudes personales que nos demuestran que, en un mundo totalitario, inmisericorde y violento (como el Mad Max de George Miller que citábamos arriba), todavía existe la esperanza (¡la esperanza es lo último que se pierde!); de este modo, y así como en la extinta Unión Soviética se alzaron voces discordantes, que vencieron la amenaza del gulag, campo de concentración ruso que ha presenciado la mayor matanza de seres humanos de la historia, para clamar por la libertad (al respecto, ver la película Cosecha amarga), o como en la Alemania nacionalsocialista surgieron grupos que denunciaron las ambiciones adoctrinadoras del Reich (como describe el film Sophie Scholl. Los últimos días).

 Hoy surgen anónimos David que se encaran contra el gigantesco Goliat estatal, pertrechados solamente con la honda de su palabra, que les es proporcionada por su profundo convencimiento, por su persistente rebeldía y por su imbatible tesón. En este sentido, el matrimonio Evans se ha comportado como el valeroso israelita bíblico, puesto que se ha aproximado con bizarría al ciclópeo enemigo con el fin de mojarle la oreja, pese a que todos los factores apuntaban contra ellos; pero, como los acuciaba la injusta sentencia de un juez sin entrañas, siervo y paladín de los nuevos dogmas estatales, y especialmente el amor a su hijo, se atrevieron a arrojarle la piedra esperanzados de que cayese fulminado al suelo.

Por desgracia, y pese a su empeño, esta vez ha vencido Goliat (aunque no del todo, puesto que consiguieron que Alfie fuera hidratado y alimentado de nuevo), pero de manera pírrica, ya que, mediante el esfuerzo de los cónyuges, que han sabido internacionalizar el problema, han salido a la luz los excesos inexorables de un Estado cada vez más omnipotente. Por este motivo, tanto ellos como Alfie son un verdadero símbolo de esperanza y rebeldía, puesto que no pertenecen a la masa adocenada que se deja manipular por el maligno leviatán, ávido de almas secas e incautas, que, sin embargo, se creen pletóricas y cultas (una sociedad que se manifiesta contra el sacrificio de un perro -¡de un perro!-, pero que condesciende ante el asesinato impune de un niño -¡de un niño!-, por su supuesto bienestar, es una sociedad enferma, execrable y vomitiva: “Conozco tus obras: no eres frío ni caliente. ¡Ojalá fueras frío o caliente! Pero, porque eres tibio, ni frío ni caliente, estoy a punto de vomitarte de mi boca“).

No pretendo ser profeta, ni siquiera buen exegeta, pero los Evans han demostrado pertenecer a esa decena de justos por los que Dios le prometió a Abrahán refrenar su ira contra la ciudad de Sodoma (Gn. 18, 32); son, por tanto, y pese a la desgracia que han vivido en su seno, ese hálito de esperanza que este mundo marchito necesitaba.

Volviendo a la cinta que ha originado este post, recuerdo que esta ofrece un par de escenas y una actitud que parecen haber sido imitadas por los Evans estos últimos días (aunque realmente se trate del amor que subyace tras la resolución valiente de unos padres por sus hijos). En cuanto a las primeras, están protagonizadas por Susan Sarandon, que en la película interpreta a Michaela Odone, la madre de Lorenzo: en una de ellas, tras asistir a una reunión de padres cuyos hijos padecen la adrenoleucodistrofia, aquella descubre que los participantes no albergan la intención de luchar por sus hijos, sino de aceptar el mal que les ha sobrevenido (como aquellos que se conforman sin luchar por lo que es justo); en la otra, expulsa de su casa a la cuidadora que le insinúa que mate a Lorenzo por misericordia (una metáfora tristemente real de aquellas personas “cultas” y “solidarias” que disfrazan su impiedad bajo la máscara de la compasión).

En cuanto a la actitud que denota el film, me refiero a la de Nick Nolte, que es capaz de irrumpir en un congreso médico con el fin de que los doctores despierten de su letargo y, así, procuren sanar a su hijo (como consiguió Thomas Evans cuando visitó al papa en el Vaticano, ya que despertó a muchas conciencias cristianas adormiladas). Aquellas escenas y esta actitud, pues, encierran el amor a la vida que debe urgir a todo hombre, pero que se convierte para el cristiano en una ley exigente (“Vosotros sois la sal de la tierra. Pero, si la sal se vuelve sosa, ¿con qué la salarán?“).

Si hoy viviéramos en un mundo decente, el mundo del arte se habría conmovido ante la bizarría de unos padres cristianos, que se han enfrentado a un poderoso enemigo con tal de salvar a su hijo (en el Hollywood de antes, pero en el de hace pocos años, ya le habrían dedicado un film). Pero, como vivimos en un mundo vacío, pendiente de modas pasajeras, de fútiles ganancias crematísticas y de inanes postureos políticos, que es incapaz de ver lo que hay de bello en una gesta memorable en defensa de la vida, nunca veremos su reconocimiento cinematográfico (¡ni falta que nos hace!).

Por desgracia, esta sociedad, que prefiere dar la vida por un perro o por una clase de piojo en peligro de extinción antes que por un niño inocente, olvidará muy pronto a los Evans, como ya ha olvidado a los Gard y a tantos otros; pero no ha de ser así entre los bautizados, que hemos despertado frente a la opresión de un Estado con manifiestos tintes anticristianos.

Que la hazaña de estos hermanos nuestros, que nos han comunicado parte de su esperanza, fundamentada sin lugar a dudas en las promesas del Hijo de Dios, nos sirva de ejemplo en la defensa de ese valor fundamental que es la vida.

Por mi parte, ofrecí la santa misa por Alfie y por sus padres hasta que aquel murió; ahora que intuimos que el niño está en el cielo, pues fue bautizado y confirmado antes de fallecer, me queda rezar por la conversión y el perdón de ese Estado (y de ese juez) que lo han llevado a la tumba (el juicio sobre sus razones solo compete a Dios y no a nosotros).

Pero recordemos que, mientras haya gestas de amor tan grandes como esta, aún hay esperanza en este mundo podrido: nuestra sociedad no será ese desierto árido y descorazonador que George Miller nos presentaba en Mad Max, sino un lugar donde se podrá sembrar el amor de una familia por su hijo; por este motivo, rodó El aceite de la vida.

 Paterjm / InfoV. 18

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Pediatras canadienses se vuelven instrumento de la ideología de género



La Sociedad Canadiense de Pediatría (CPS, por sus siglas en inglés) ha publicado un nuevo conjunto de pautas para discutir la transgénesis con niños, alentando a los padres a aceptar y reforzar la confusión de género de sus hijos.
«Cada vez más, los padres nos preguntan cuándo y cómo se desarrolla típicamente la identidad de género en los niños, qué se considera un comportamiento típico y qué deben esperar a ciertas edades», dijo el presidente de CPS, el Dr. Mike Dickinson. «Los pediatras están bien posicionados para responder estas preguntas y ayudar a los padres a promover un desarrollo de género saludable en sus hijos».
Explicó que las pautas se concibieron originalmente como una «guía para nuestros miembros», pero se escribió como «algo que podría ser útil para el público en general», para dirigir tanto a los padres como a los pediatras sobre cómo debatir sobre la transgénesis con los niños.
Las pautas les dicen a los padres que es «normal y saludable» que los niños de apenas dos años «asuman otras identidades de género en diferentes momentos(a veces incluso en el mismo día)».
«Debido a que la identificación de género de algunos niños puede cambiar, especialmente en torno a la pubertad, se alienta a las familias a mantener opciones abiertas para sus hijos», dicen las pautas.
El documento define «identidad de género» como «a quién conoces que eres» y establece como un hecho científico (lo cual no es cierto), que «el género existe en un espectro». También describe la disforia de género como la incomodidad causada por la diferencia entre el género «asignado» (sexo biológico) y el género «verdadero», o sea, entre lo objetivo (el género debe estar vinculado al sexo de la persona), y lo subjetivo (el deseo personal, producto de situaciones psicológicas).
La Organización Mundial de la Salud y la Asociación Estadounidense de Psicología todavía clasifican la disforia de género como un trastorno mental, aunque se espera que la primera ceda a la presión política (obviando la ciencia objetiva), y deje caer esa etiqueta en algún momento de este año.
Las pautas aconsejan a los padres que permitan que sus hijos expresen tendencias «transgénero o de creatividad de género», como dejar que los niños pequeños usen vestidos.
Las pautas sugieren que los padres busquen «oportunidades para demostrarle a su hijo que existen personas transgénero y con diversidad de géneros», el problema no es que existan (pues lamentablemente de todo ha habido en este mundo), sino que se asuman como normales y no se busque superar el problema.
Incluso implican que los padres que «tienen dificultades para aceptar que la identidad de género de su hijo es diferente al sexo asignado al nacer» deberían buscar «ayuda adicional» para resolver sus propias «dificultades», en lugar de resolver la confusión de género de sus hijos…, ¡el mundo al revés!
La parte inferior de la página incluye una lista de recursos adicionales recomendados, entre los que están grupos radicalmente pro-LGBT como Gender Creative Kids Canada, Gender Spectrum y Canadian Parents of Trans & Gender Diverse Kids.
Los activistas pro homosexuales ven estas nuevas pautas como una ayuda invaluable para promover su agenda e ideología.
A pesar de la creciente insistencia de profesionales de la medicina de que darles bloqueadores hormonales a los niños pequeños y más tarde hormonas es «saludable» (¿saludable? ¿forzar una situación artificial?), algunos médicos están evitando esa tendencia.
La presidenta del Colegio Estadounidense de Pediatras, Dra. Michelle Cretella, advierte que «cooperar con la fantasía o el engaño infantil de quedar atrapado en el cuerpo equivocado silencia temporalmente el impacto de importantes problemas emocionales y psicológicos subyacentes que en última instancia están causando la disforia de género».
La gran mayoría de los niños que muestran confusión de género lo superan por sí solos. Una variedad de evidencia médica sugiere que interrumpir esta progresión natural con señales de que los niños deberían continuar identificándose con el sexo equivocado corre riesgos significativos de problemas mentales y emocionales que de otra manera no se desarrollarían.
Un informe del año pasado de la Universidad de Cambridge encontró que el 96 por ciento de los estudiantes escoceses transgénero intentó autolesionarse y el 40 por ciento intentó suicidarse, y no precisamente por “incomprensión” social.
El cuarenta por ciento de los estadounidenses transgénero también han intentado suicidarse, según el Centro Nacional para la Igualdad Transgénero (NCTE). Según un estudio sueco de 2011, las personas «transgénero» tienen 19 veces más probabilidades de suicidarse que la población general, incluso después de la cirugía de «reasignación» sexual.

LifeSiteNews (edit.)/InfoC. 2018

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Cuatro consejos para promover el juego en la familia


El juego constituye un elemento básico en la vida de un niño por lo que el fomento del mismo dentro de la familia es fundamental.

Una de las unidades básicas de la convivencia humana, y tal vez una de las más centrales es la familia. La mayoría de los antropólogos coinciden en que el ser humano casi siempre ha tendido a agruparse bajo formas familiares muy similares procurando un sentido de pertenencia, seguridad, estabilidad y trascendencia.

Por otro lado, el juego constituye un elemento básico en la vida de un niño, que además de divertido resulta necesario para su desarrollo, por lo que el fomento del mismo dentro de la familia será fundamental. Hay que promover el  juego como motor del cambio social para niños, por eso la importancia de desarrollarlo dentro del núcleo familiar. Con motivo del Día Internacional de la Familia pasado, les dejamos cuatro consejos para promover el juego dentro de cualquier familia. Padres y madres de todo el mundo, ¡atentos a los consejos!

1. Aprovecha cada segundo. Sabemos que el ritmo de vida que llevamos es muy agitado, que muchas veces estamos deseando salir del trabajo para llegar a casa y descansar, ver nuestra película o serie favorita y desconectar. Es importante sacar un rato para dedicarle al juego en familia con los más pequeños de la casa. Cualquier momento es bueno, y debes de aprovecharlo al máximo: mientras preparas la cena, haces la compra o ejercicio, busca el juego en cada momento cotidiano. No sólo lo agradecerán ellos, sino que además será beneficioso para fortalecer el vínculo de la familia.

2. Aprende a ser paciente. Ante todo, ten en cuenta que estás tratando con niños. Lo ideal es anticiparse a las situaciones problemáticas y relativizar las cosas. Si jugar con la pelota dentro de casa va a crear una situación conflictiva, lo mejor es sacar un rato para ir al patio/la calle o el parque más cercano.

3. Menos es más. No es necesario tener un plan completo de día, lleno de actividades programadas. Muchas veces, cuando algo no sale como estaba previsto o si no tenemos el tiempo suficiente, tendemos a dejarlo para otro día. La clave está en no caer en esto, evitar las excusas y ser conscientes de que la simplicidad de jugar durante un rato con una pelota en familia aporta multitud de beneficios, tanto sociales como para el desarrollo de los niños.

4. Identifica los beneficios. Como todo proceso que conlleva objetivos concretos, es interesante hacer balance e identificar el “antes y después”. Si estás intentando integrar cada vez más el juego dentro de tu familia será muy interesante que evalúes los beneficios reales que empiezas a notar. Algunos de ellos pueden ser: mejora el sueño de los más pequeños, estrecha las relaciones entre hermanos, permite evadirse de situaciones conflictivas, ayuda a entender y valorar la importancia de la familia.

One World Play Project / Gta., 2018

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La pandemia de la que nadie habla



La muerte autoinfligida sigue siendo un tabú. De hecho, cuatro de cada diez suicidios se cuentan como accidentes. Los familiares ocultan el hecho, prefieren decir que se ha tratado de un accidente o de una muerte inesperada; eufemismos para ocultar el hecho.
Es un error. «el suicidio es un fenómeno que existe y para ello los medios de comunicación juegan un papel importantísimo».
La práctica habitual de la prensa era la de la ocultación por temor a que se produjera el contagio por imitación y aumentaran los casos, pero actualmente existe numerosa bibliografía que desmiente esta afirmación.
De hecho, la Organización Mundial de la Salud (OMS) alienta a los medios de comunicación a poner en marcha prácticas periodísticas responsables que ayuden a prevenir el comportamiento suicida. Así, les pide, por ejemplo, que se abstengan de utilizar un lenguaje sensacionalista o de presentar el suicidio como la solución a un problema («hay que tener cuidado con la idealización del suicida»); que eviten las fotos y la descripción detallada del método utilizado y que ofrezcan información sobre dónde se puede obtener ayuda. «La OMS deja claro que la información es la herramienta más preventiva».

Informar sin morbo
Hay que  huir del morbo a la hora de informar, en todas las noticias en general, y en las relativas a los suicidas en particular.
El papel de la prensa no es más importante que el de los gobiernos, responsables de legislar con firmeza y sensibilidad en estos asuntos y de aportar los recursos necesarios para disminuir las trágicas estadísticas. «Los recursos son los que son; no es cuestión de dinero, al menos no es la única; es cuestión de mentalizarse y reconocer la gravedad del problema. ¿Por qué no incluir una pregunta en los cuestionarios de Atención Primaria que detecte el riesgo de suicidio que corre una persona igual que se ha hecho con las mujeres maltratadas?».
«El suicidio es un grave problema de salud pública que se ha visto silenciado durante muchos años».
Dicen los expertos que hablar y acompañar,  son los pilares sobre los que debe sustentarse la ayuda al suicida. Es un fenómeno complejo, multicausal y oculto, pero la buena noticia es que se puede prevenir.

R. Peiró / La Razón, 2018

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martes, 22 de mayo de 2018

Alarmante aviso de un juez de menores


Existe demasiado sexo y demasiado pronto en nuestra sociedad. Se ha banalizado por completo, señala el juez. Y esta preocupación vale para cualquier país de Occidente

El juez de Menores español, Emilio Calatayud, célebre por sus ‘sentencias ejemplares’ y por las conferencias sobre crianza y educación que imparte, alerta de un preocupante fenómeno.

“No es por alarmar –dice en su blog-, pero cada vez nos llegan a los Juzgados de Menores más padres desesperados porque sus hijos o sus hijas, con sólo trece años, o menos, mantienen relaciones sexuales completas con otros niños de su edad o algo mayores”.

El juez, que subraya que “esto está pasando aquí y ahora”, en muchos lugares de cultura Occidental, explica que los padres se desesperan “no sólo por el hecho de que sus hijos o hijas tengan sexo a unas edades tan tempranas, sino porque no saben qué hacer para que dejen de tener esas prácticas”.
A modo de conclusión, Calatayud lamenta que exista “demasiado sexo y demasiado pronto” en nuestra sociedad, así como que las relaciones sexuales se hayan banalizado tanto. “En los medios de comunicación, en la publicidad… Los niños dicen ‘pues yo también quiero probarlo’. ‘Está por todas partes, así que yo también puedo’, piensan, y actúan en consecuencia. ¿Y ahora qué?”, termina el juez.

La familia, la escuela y la propia Iglesia han dejado de hablar de pecado, de pudor, de castidad, de virginidad, de pureza…  ¿Entonces? Se ha dejado la formación de los hijos a la cultura imperante, y ésta, deja mucho que desear…

Gta., 2018

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6 claves para educar a tus hijos en una sana autoestima


Existe una fórmula casi mágica para valorar la evolución de nuestros hijos sin hacerles un flaco favor a su autoestima. Te compartimos unas sugerencias para que tus hijos tengan un mejor desempeño en la vida al momento de relacionarse con otros

Rafel Bisquerra, director del Postgrado en Educación Emocional y Bienestar de la Universidad de Barcelona, asegura que la relación entre padres e hijos rezuma emociones. Si las emociones se gestionan bien, el mundo es maravilloso; pero si se gestionan mal puede ser un conflicto permanente, de donde derivan malestar y problemas sociales.

1. HAY QUE OBSERVAR, escuchar, valorar lo positivo y decírselo a tus hijos para aumentar una autoestima sana.

2. ES IMPORTANTE UN CONOCIMIENTO DE SÍ MISMO. Cada uno tiene méritos, virtudes, talentos, capacidades, valores, habilidades, etc., que conviene conocer.

3. PON EN VALOR SU ESFUERZO, sus habilidades y lo que están haciendo bien. Hacerlo tiene unos efectos positivos en su autoestima, autoconfianza, automotivación y su seguridad personal, además de sentirse valorados y afianzar otros aspectos de autonomía personal y emocional.

4. ASÍ COMO SE DICEN los méritos, también hay que decir los aspectos a mejorar. El matiz es muy importante. No hay que mentir. Pero decir que “es bueno en algo” puede ser perfectamente cierto. Decir que “es el más”, probablemente sería mentir.

5. RELACIÓN DE 3 A 1. Cada observación que hagas a tus hijos de que han hecho algo mal y que deben mejorar, debe ir precedida de tres observaciones de algo que han hecho bien.

6. EL RETO ESTÁ EN UN EQUILIBRIO que permita valorar en la medida de lo justo para educar y potenciar la autoestima, sin caer en la sobrevaloración o sobreprotección.

La Razón, 2018

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