miércoles, 21 de junio de 2017

El combate de Jérôme Lejeune se inscribe en la batalla final entre Dios y Satanás


El cardenal Robert Sarah dio una conferencia sobre el profesor Jérôme Lejeune en la que puso de manifiesto que una vida de “mártir cristiano” es aquella “durante la cual todo se ofrece a Dios, incluida la vida, la familia, la reputación y la honra para que sean aplastadas a los pies de los paganos”.

El pasado 25 de marzo, festividad de la Anunciación y Día Internacional del Día por Nacer, la iglesia de San Agustín de París se abarrotó con casi dos mil personas que quisieron escuchar la conferencia, “meditación” más bien, según sus propias palabras, del cardenal Robert Sarah sobre el científico Jérôme Lejeune (1926-1994), descubridor del gen causante del llamado síndrome de Down y gran abogado de las personas que lo padecen.

Ferviente cristiano y máximo exponente de la causa provida en el siglo XX, su proceso de beatificación se abrió en 2004 y se cerró en 2012 en fase diocesana. El profesor Lejeune vivió torturado por la idea de que su descubrimiento sirviese, mediante el diagnóstico prenatal y la legalización del aborto eugenésico en casi todo el  mundo, para el exterminio sistemático de estas personas. Hoy la Fundación Jérôme Lejeune continúa su labor tanto en la defensa de la vida humana del no nacido como en la atención práctica a personas con trisomía 21.

Una batalla apocalíptica
El cardenal Sarah comenzó explicando que no tuvo el “privilegio” de conocer personalmente al profesor Lejeune, pero comenzó su intervención con unas palabras suyas: “Si se quiere atacar verdaderamente el Hijo del Hombre, Jesucristo, solo hay un medio, y es atacar a los hijos de los hombres. El cristianismo en la única religión que dice: ‘Vuestro modelo es un niño’, el niño de Belén. Cuando os hayan acostumbrado a despreciar a los niños dejará de haber cristianismo en este país“. Unas palabras proféticas, si se advierte la rápida descristianización de Francia coincidente con la legalización del aborto en 1975.

“Puede afirmarse que el combate del profesor Jérôme Lejeune, con las únicas armas de la verdad y de la caridad, un combate librado con las manos desnudas, se inscribe en la batalla final, evocada en el Apocalipsis según San Juan, entre Dios y Satanás. Frente a la arrogancia del Goliat de los poderes financieros y mediáticos, fuertemente armada y protegida por la coraza de sus falsas certezas y por las nuevas leyes contra la vida, la Iglesia católica del siglo XX, al menos en Occidente, parece ese ‘pequeño resto’ del que hablan las Sagradas Escrituras”.

Un cardenal contundente contra el aborto
“En efecto”, continuó, “la Iglesia católica, cual David, solo dispone del pequeño guijarro del Evangelio de la Vida y de la Verdad, y sin embargo golpeará al gigante en plena cabeza y lo derrotará. Lo sabemos bien, y la vida entera del profesor Lejeune nos aporta un brillante testimonio, se trata de una batalla a la vez áspera y decisiva, que será larga y se parece a la de los últimos tiempos descritos en el último libro de la Biblia. Afecta a la supervivencia de la humanidad misma. El ‘dragón infernal de siete cabezas que escupe fuego’, prototipo de esa cultura de la muerte denunciada por San Juan Pablo II en su magisterio, se detiene ante la mujer embarazada, dispuesto a devorar al niño en cuanto nazca, y a devorarnos también a ‘nosotros’ (cf. Ap. 12, 4).
»Seamos conscientes de que, una vez más, y esto ha sucedido muy a menudo en su larga historia bimilenaria, la Iglesia constituye el último obstáculo contra la barbarie: ahora no se trata de Atila y los hunos, a quienes detuvo Santa Genoveva a las puertas de París en 451, ni del combate de los Papas del siglo XX (desde Pío XI hasta San Juan Pablo II) contra los diversos totalitarismos que ensangrentaron Europa y el resto del mundo. Se trata de una barbarie aséptica en el laboratorio, terriblemente eficaz, de la cual la opinión pública apenas se da cuenta, anestesiada como está por los Goliat de los poderes financieros y mediáticos. Sí, se trata de un combate… a vida o muerte. Si  no fuese así, ¿estarían intentando los poderes públicos en Francia silenciar a las páginas web provida inventándose un delito de “coacción digital” contra el aborto? Durante la discusión de este proyecto de ley aberrante en el Parlamento francés, los defensores de la vida han sido verbalmente linchados por haber osado recordar que el aborto no es un derecho, sino un crimen, y el mayor drama de nuestro tiempo”.

Aplastado y entre espinas
Tras este impresionante arranque, el cardenal Sarah glosó la vida del profesor Jérôme Lejeune, su rechazo a los compromisos y su renuncia a los honores, “aceptando la humillación del exilio interior”: “Contra viento y marea, permaneció fiel a Cristo y al Evangelio, y por eso representa para cada uno de nosotros un ejemplo admirable de fortaleza en la fe y de entrega en la caridad”.

Y añadió que también es una vida de “mártir cristiano” aquella “durante la cual todo se ofrece a Dios, incluida la vida, la familia, la reputación y la honra para que sean aplastadas a los pies de los paganos, una vida en la que se renuncia a todo por el Amor de Dios”.

Sarah recordó que la comunidad científica a la que Lejeune pertenecía “si no le rechazó, sí le marginó por sus posiciones sobre la cuestión crucial de la vida, consideradas demasiado rígidas o extremistas”.

A ello unió un servicio “a los enfermos y a sus familias, a la cabeza de un equipo que puede considerarse fraternal, animado solo por el deseo de curar, o al menos de aliviar los sufrimientos físicos y morales provocados por la enfermedad y sus limitaciones. La caridad que animaba al profesor Lejeune unía así los dos aspectos de su vocación al servicio del enfermo, y esta virtud teologal de la caridad fue la vía real que Jérôme Lejeune tomó con valentía y determinación para recorrer un camino plagado por las espinas de este mundo hacia la contemplación del Dios vivo, la Trinidad Santa del Amor.

»Mediante su servicio cotidiano, humilde y confiado en la Providencia, el profesor Lejeune puso rostro a la caridad de Cristo entre nosotros, y no se ha olvidado su sonrisa luminosa y resplandeciente y su mirada de un azul marcado por ese amor al prójimo que emanaba de un alma donde Jesús, recibido en la Santa comunión eucarística, había hecho su morada”.

“No sucumbió al orgullo”
El cardenal Sarah  no dudó en posicionarse a favor de la beatificación de Lejeune: en él “puede hablarse verdaderamente de una espiritualidad de la Encarnación, que constituye, junto con la defensa de la verdad concerniente a la vida humana y junto con la compasión, como uno de los rasgos esenciales de esa santidad que deseo ver un día reconocida por la Iglesia, para que podamos beneficiarnos de su intercesión y, así, ser sostenidos en nuestra lucha contra la degradación actual de nuestra sociedad por su ejemplo y su combate por la vida”.

El prefecto de la Sagrada Congregación para el Culto Divino destacó a continuación “como este hombre de acción, a la vez científico y poeta, tan inteligente y de gran sensibilidada y delicadeza, no sucumbió al orgullo”. Escapó al riesgo “bien conocido por los ardientes misioneros del Evangelio”, de que “nuestro yo establezca su supremacía dejando subrepticiamente a Dios de lado”. Y lo hizo porque “resonaba constantemente en su corazón de creyente, de humilde servidor del Evangelio y de la Iglesia, la palabra de María en la Anunciación: Fiat”.

“Jérôme Lejeune consintió en dejar que Dios actuase”, añadió el purpurado: “Para la teología católica, consentir es aceptar esa unión de la libertad y de la gracia que eleva al hombre al nivel de colaborador de Dios. Para un bautizado, la decisión de remitir a Cristo la dirección de su propia vida es un acto fundamental, que permite frustrar las trampas del deseo de aparentar, de la decepción y de la tristeza”.

El valor del silencio
“Para ello”, continuó, “hay que hundirse en lo que yo llamaría la ‘discreción’, es decir, en el silencio propio de los grandes contemplativos y de los auténticos adoradores de Dios”, y al que el cardenal Sarah ha consagrado uno de sus últimos libros.

Para Lejeune, el silencio fue además “una capa de plomo” vertida sobre él en sus últimos años, “fruto amargo de la ceguera y la mendacidad de los hombres”, pero, “lejos de destruirle, ese silencio se convirtió en una auténtica proximidad con Dios, una ‘fuerza’, la fuerza del testimonio, del martirio, la fuerza de la santidad”. Con ese silencio, él “suplicaba la compasión de sus contemporáneos hacia los más débiles, sus niños enfermos, en cuya voz se había convertido”.

Salir de la barbarie
“Queridos amigos”, dijo más adelante el purpurado guineano, de 71 años, “hoy nadie puede mostrarse insensible ni indiferente ante la obligación imperiosa de defender al niño que está por nacer. Más allá del aspecto moral que nos prohíbe atentar contra toda vida humana, sobre todo la que es inocente e indefensa, la protección del embrión es la condición sine qua non para que la civilización salga de la barbarie y asegurar el futuro de nuestra humanidad”.

Y añadió: “Si el profesor Lejeune estuviese aún en este mundo, seguiría la línea intangible de la denfesa de la dignidad de la persona humana, que fue la suya de manera constante. Por tanto se habría opuesto a ese falso y escandaloso ‘matrimonio’ homosexual, a esas aberraciones que son la procreación artificial y los vientres de alquiler, y habría combatido con energía sin igual la ideología realmente delirante y mortífera llamada ‘de género’… y no hablemos del transhumanismo, verdaderamente terrible”.

“¿Hasta dónde llegaremos en esta carrera hacia el infierno?”, resumió el cardenal antes de referirse al “triunfo de la eugenesia y de la selección del mejor capital genético para crear al superhombre ideal” y su terrible perspectiva de “una raza de señores” y otra de “subhumanos”.

La vida del hombre, imagen de Dios
Tras recordar que el Papa Francisco “nos llama a una movilización general por la vida”, el cardenal Sarah recordó que “la vida es un don de Dios y un don que Dios ha confiado a la familia, y es en la familia donde encuentra su fuente y el entorno que responde a su dignidad y a su destino… En la vida de cada persona humana, incluso la más débil y la más herida, la imagen de Dios resplandece y se manifiesta en toda su plenitud con la venida y Encarnación de Jesús, el Hijo de Dios y Salvador. Desde ese momento, todo hombre está llamado a una plenitud de vida que va mucho más allá de la dimensión de su existencia en la tierra, porque es la participación en la vida misma de Dios”.

“Esa era la convicción del profesor Lejeune, y tal es todavía la convicción inquebrantable de la Fundación que lleva su nombre”, concluyó el cardenal, antes de rematar su meditación con unas palabras de Jérome Lejeune, “quien no temió decir la verdad a tiempo y a destiempo”:

“No existe el Hombre con H mayúscula. Hay hombres, personas, y cada una de ellas merece respeto. Todos quieren derramar una lágrima sobre la condición del Hombre, y las grandes conciencias se enorgullecen con grandes aspavientos al hablar de los derechos del Hombre, pero muy pocos se preocupan de cada hombre, si no es la ley elemental de la caridad, una palabra fuerte hoy desprestigiada, y sin embargo irreemplazable, porque la caridad se extiende a todos y cada uno, y sobre todo a quien está justo a nuestro lado. Al ‘prójimo’, como nos dice el catecismo”.

Carmelo López-Arias / ReL, 2017

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Cinco cosas que todos los cristianos tendrían que conocer sobre el debate actual de la transexualidad


Expertos bioéticos hablan a médicos, profesores, sacerdotes, laicos y a los transexuales

La ideología de género hace tiempo que pisó el acelerador sin intención de levantar el pie y la semana pasada se pudo hasta qué punto han penetrado en todos los estratos sociales. La clase política casi al completo y los grandes medios de comunicación han ido al unísono contra el mensaje del autobús naranja que decía que “los niños tienen pene. Las niñas tienen vulva. Que no te engañen” pues atacaba supuestamente a los menores transexuales.
Los debates encendidos no sólo se han producido en las tertulias sino que en las redes sociales y en los cafés también ha sido uno de los principales temas de conversación. Y frente a la ideología que intenta imponer sus postulados, los expertos en Bioética explican la realidad de la transexualidad y ofrecen a los católicos algunas líneas maestras a seguir.
Coincidiendo prácticamente en el tiempo con la polémica en España, el National Catholic Bioethics Center ha publicado una breve explicación que ayudará a tener una visión católica sobre este fenómeno y que se puede resumir en estos cinco puntos.

1. La antropología humana y el género

En primer lugar, los expertos dejan claro que el texto no aborda los escasos casos de personas con trastornos congénitos del desarrollo sexual como por ejemplo las situaciones con genitales ambiguos pues éstos merecen un tratamiento diferente a las personas que dicen que “están en el cuerpo equivocado”, es decir, los que afirman ser un hombre atrapado en un cuerpo femenino o viceversa.
Los expertos en Bioética recuerdan que “la experiencia de ansiedad o infelicidad asociada a esta convicción se conoce como disforia de género” y para conseguir la llamada “transición de género” se utilizan hormonas, tratamientos quirúrgicos o ambos.
Pero el texto clarifica que “el concepto de transición de género está en oposición radical con una comprensión adecuada de la naturaleza de la persona humana. Se presupone que hay un ‘yo’ separado del cuerpo y que, por tanto, podría estar en el cuerpo equivocado. Sin embargo, la persona humana es una unidad cuerpo-alma plena, no es un ‘fantasma en la máquina’ o un espíritu que habita en el cuerpo. Una persona en particular no se limita a tener un cuerpo: él o ella es ese cuerpo”. El Papa San Juan Pablo II explicaba sobre esto que "el cuerpo humano expresa la persona".
De este modo, el escrito insiste en que “este es un punto antropológico fundamental que ninguna asociación o ideología política pueden negar”. “La experiencia psicológica de una desconexión con su sexo corporal no debe ser minimizado; pide una psicoterapia adecuada, pero de ninguna manera puede ser un reflejo de un sexo ‘incorrecto’”.

2. Implicaciones éticas

Una vez explicado que el ser humano es una “unidad cuerpo-alma cuya identidad sexual innata se refleja en la biología de la persona, debe quedar claro que ninguna intervención quirúrgica, hormonal u otra realizada en el cuerpo es capaz de alterar la identidad sexual innata”.
La utilización de niños por parte del lobby LGTB es cada vez más común. Por ejemplo, el número de enero de National Geographic dedicó su portada a un niño que decía ser niña
Estas prácticas tienen “consecuencias morales” en el “orden práctico” pues las personas que se someten a ellas “actúan en contra de su propio bien”. Por ello, el texto alerta que los actos que se enumeran a continuación “son perjudiciales para el bien de la persona y nunca pueden llevarse a cabo legítimamente, aprobados o promocionados”:
“La administración de hormonas sexuales cruzadas como un medio de transición de género en sí mismas, o en preparación para la cirugía de reasignación de sexo; la administración de hormonas bloqueadoras de la pubertad a los niños como medio de transición debido a la disforia de género u otros problemas de identidad sexual; y la adopción de comportamientos, vestimentas, manierismos, nombres o pronombres típicos del sexo opuesto con afirmaciones de ser (y por lo tanto exige ser tratado como) una persona del sexo opuesto”.

3. Cómo deben actuar los centros médicos católicos

A la luz de la evidencia científica, afirman los expertos, no se ha demostrado que la “transición” tenga un beneficio terapéutico a largo plazo por lo que cree es importante tener en cuenta:
“Ninguna organización católica debe establecer políticas que afirmen positivamente la elección de cualquier comportamiento, hormonal o quirúrgico de pacientes, personal u otras personas atendidas por la organización. Además, ninguna organización católica de atención de la salud debe exigir a su personal que lleve a cabo, promueva, se refiera o coopere formalmente en procedimientos relacionados con la transición de género, especialmente las intervenciones quirúrgicas o hormonales”, asegura el texto. Tampoco deben utilizarse los pronombres o identificadores específicos del sexo que sea contrario biológicamente a esa persona.
Los expertos en Bioética alertan de que la promoción de la "mutilación" en estos casos “es una injusticia para los individuos involucrados y crea un escándalo para la comunidad en general, en el sentido técnico de llevar a otros al pecado”.
El mayor reto para las organizaciones vinculadas a la Iglesia “es hacer frente a las necesidades integrales de las personas trans que buscan, no apoyo directo para el cambio de sexo, sino cuidado pastoral, otros servicios y la plena participación en la vida de la Iglesia”.

4. Recomendaciones a las instituciones educativas católicas

Los colegios católicos, reconoce el informe bioético, están bajo una creciente presión externa para “tratar a los estudiantes en consonancia con su identidad de género auto-seleccionada” tanto en los trámites burocráticos como en el trato (con pronombres o nombres distintos a su sexo) así como en la participación de actividades escolares o el uso de baños y vestuarios.
Por ello, advierte a los pastores y responsables de estos centros católicos de que deben “tener un cuidado especial en la educación católica de los niños y jóvenes. Tiene que hacer todo lo posible, con la colaboración de los fieles para que el mensaje del Evangelio llegue también a los que han abandonado la práctica de su religión”. Y hace otro recordatorio importante: “toda la educación religiosa está sujeta a la autoridad de la Iglesia. Claramente, cooperar con la 'transición' de la juventud es incompatible con estas obligaciones”.
Los "baños trans" fueron de las grandes ofensivas que realizó Obama como presidente de Estados Unidos y que se quiere implementar por todo el mundo
Siguiendo esta línea, el informe entra también en cómo deben ser las políticas de empleo de una institución educativa católica, pues “deben ejemplificar la misión de un ministerio de la Iglesia Católica”. Para ello, los "maestros deben ser destacados en la correcta doctrina y con su vida íntegra” y el obispo debe supervisar que así sea.
En el ámbito moral, los colegios católicos “no pueden participar o promover la negación del sexo biológico con el cual el niño ha sido dotado por el Creador”.  Al cambiar el nombre en los registros escolares, usar "él" para una estudiante nacida o "ella" para un estudiante nacido varón, y permitir que un estudiante use el uniforme del sexo opuesto no se hace ningún bien al estudiante. Las necesidades de privacidad pueden ser satisfechas sin permitir que los estudiantes tengan acceso a los baños o vestuarios reservados a los del sexo opuesto.
Y este punto acaba así: “Ninguna entidad católica debe someterse a un mandato inmoral del Gobierno”.

5. La necesidad de acompañamiento

Por último, el documento explica cómo hay que cuidar y acompañar. “Está claro que estas personas con disforia de género sufren mucho y deben ser tratadas con gran compasión y simpatía. Sin embargo, se debe hacer el intento de disuadirles de acciones que finalmente pueden causar daños irreversibles a su persona. Hay que estar siempre con ellos en sus dificultades y ayudarles a tomar decisiones verdaderamente terapéuticas. Incluso cuando se han realizado acciones con un daño irremediable, hay que seguir acompañándolas y mostrarlas el amor y la compasión de Cristo”.

J. Lozano / ReL7 marzo 2017

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¿Cómo es que un niño puede llegar a declararse niña?


 Por ejemplo, pueden ser traumatizantes las etiquetas, o una violación. También hay muchos chicos criados entre mujeres que querían una hermanita. Para algunos chicos era traumatizante y me cuentan, por ejemplo: “Hasta los cinco o seis años mis hermanitas querían una hermanita y me vestían de niña. Yo en el fondo no quería. Pero me pellizcaban, me pegaban, entonces yo tenía que actuar como niña”. También ocurre por las etiquetas, cuando el mismo papá le dice al hijo: “Eres como niña”, “hablas como vieja" (expresión mexicana), “los hombres no lloran”. Entonces, todas esas etiquetas van de una forma u otra haciendo que mi identidad como varón se vaya perdiendo hasta un No identificarme con el mundo  masculino".

Papá dice: "Hazlo como un hombre", ¿será que no lo soy?

Una persona con este problema, nos ofrece su historia: "-Mi papá era de campo, era duro, violento, corajudo... yo era un niño y no podía trabajar al ritmo de mi papá. Él me decía: 'hágalo como los hombres'. Nada de lo que yo hacía estaba bien. Nunca aprendí a hacer los nudos como él pedía, y decía: 'hágalo como los hombres'. Y yo pensaba: ¿qué soy entonces? Nunca me dio un abrazo, un beso en la mejilla, un te quiero..."
Por eso, "prefería ayudar a mi mamá a barrer, hacer la comida. Mi héroe ya era mi mamá. Empecé a comportarme como ella. Me ponía las toallas en la cabeza pensando que era mi pelo largo. Me sentía diferente. Jugaba con mis vecinitas a las muñequitas, a comiditas, hacer vestiditos a las muñecas... porque yo tenía miedo de relacionarme con los de mi sexo, porque papá no me había reafirmado en esa masculinidad".
Esa mayor seguridad en lo femenino se combina a un nivel profundo con el deseo de lo masculino.  "En la escuela veía a esos niños fuertes, rudos, populares, que metían gol en el fútbol... Empezó como una envidia: yo quería ser como ese niño popular que mete goles. Después eso se convertirá en erotización. Cuando hacían equipos, nunca me escogían. Una vez dijeron que yo era, bueno, una palabra muy fea... Y en la secundaria, las mismas burlas, como 'niña', 'mariquita'... Todo eso lo guardaba en mi corazón, no podía decirlo a nadie, no podía decir a mi padre 'papá, me insultan'. Una vez me caí en una gimnasia y todos me llamaban 'niña', 'mariquita', y eso me hería el corazón. Mis amigas me decían: no vayas con esos patanes, ven con nosotras. Siempre con mi mamá, con las amigas... y el mundo masculino me era un misterio. Por eso me atraía".

A punto de hormonarse para feminizar su cuerpo

Rubén García, uno de los coordinadores de Courage Latino en México (un apostolado para personas que experimentan problemas de orientación sexual, pero que quieren vivir en castidad), explica su propio caso, en la adolescencia sus padres le revelaron que no eran sus verdaderos padres, sino unos tíos, que su padre había muerto. Él se rebeló contra Dios, se enfadó con él: si su padre viviera, habría recibido más amor, pensaba. Y a los 15 años se escapó de casa y se fue a vivir a una ciudad. Encontró un trabajo y un ambiente con chicos homosexuales que se prostituían. Los chicos le decían: "Qué bonitas piernas tienes". Eran chicos que vestían de mujer, y él quiso encajar en ellos. Empezó a vestir de mujer, se dejó el pelo largo, pendientes, los chicos le maquillaban.  Lo llevaron a la zona de prostíbulos, con pechos postizos. Como prostituto homosexual/transexual tuvo éxito e hizo dinero. "Me miraba al espejo y pensaba: qué bonita cintura tengo, qué cuerpazo". Empezó a conseguir dinero y a gastarlo en hormonarse para dar formas femeninas a su cuerpo. No se hormonó demasiado porque veía que tal como estaba, gustaba a muchos y ya en Los Ángeles pudo engancharse a homosexuales ricos y guapos, que le daban lo que pidiese. Y, sin embargo, todo aquello desembocaba pronto, veía, en vacío e infelicidad".

A punto de suicidarse, una voz...

Llegó un momento en que le diagnosticaron sida. Trastornado, conduciendo su auto, pensaba en suicidarse, en estrellarse contra un muro... "y entonces sentí la voz de Jesús en el fondo de mi corazón que me decía: 'hay mucho por lo que vivir, mucho por lo que luchar, cosas grandes y maravillosas'. Gracias a esa voz no acabé con mi vida". Se acercó a la Iglesia a través de grupos de oración carismática. Tuvo problemas cuando confesó a un homosexual que él también tenía esas tendencias y varios grupos lo rechazaron y cortaron relaciones con él. Incluso estuvo a punto de abandonar la fe y de nuevo pensó en suicidarse. Y una vez más una experiencia mística de Cristo lo frenó: la voz de Jesús que decía "ellos te rechazan, no yo, porque yo morí por ti".

La ideología de género manipula

Rubén es muy crítico con los que defienden la ideología de género y la quieren aplicar a los niños. "No estoy de acuerdo con la ideología de género porque es mentalizar a las nuevas generaciones… diciendo a un niño que si mañana quiere ir vestido de princesita, de caperucita roja, de mujer maravilla, hazlo. Eso es imponer".
Y a los homosexuales y transexuales mayores no les dice lo que tienen que hacer, pero les comparte su experiencia,  y les ofrece la posibilidad de vivir la aventura de la santidad y de la castidad.

Rel, 2017

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Cómo se le hace reingeniería social a un país


 El despliegue publicitario de una prestigiosa institución bancaria, que presenta a dos hombres abrazados como modelo de “nuevas familias,” es una muestra representativa de las fases de implantación de la ideología de género en Colombia.
 Aquellos que por intereses económicos o de otro orden quieren cambiar la escala de valores de todo un país o región se enfrentan con una pregunta difícil: ¿Qué hacer para que la gente acepte lo que antes no aceptaba, y por consiguiente empiece a distanciarse y finalmente rechace lo que antes aceptaba?
Esa pregunta ha encontrado respuesta en un conjunto de disciplinas que suelen agruparse bajo el término “reingeniería social.” La expresión alude al rediseño y cambio en la construcción interna de la sociedad, sobre la base de la psicología, el marketing, y la economía.
Cuatro fases son típicas de un proceso de reingeniería social: la fase emotiva, la fase de normalización, la fase de institucionalización y la fase de penalización, también conocida como fase tiránica.

Fase emotiva
Es la fase de entrada, y por lo tanto, de ella depende el éxito de todo lo demás. Lo fundamental en esta fase es la manipulación de los sentimientos, particularmente tres: la compasión, la simpatía y la ira.
La compasión se despierta presentando casos extremos y absolutamente marginales pero que tienen gran impacto en los medios de comunicación y en el corazón de la gente. Si se quiere, por ejemplo, que la opinión pública se incline a favor de despenalizar el aborto, se presentarán casos de violación brutal, que desembocan en la pregunta dramática: ¿Está condenada esta mujer a seguir adelante con ese embarazo? Por supuesto, nada se mencionará de los derechos del no-nacido. Lo importante es que se vea cómo quedó maltratada y traumatizada la mujer. Toda la atención debe quedar en ella y su rostro golpeado.
La simpatía se despierta convirtiendo los comportamientos que son rechazados en gestos graciosos o episodios chistosos. Si se quiere por ejemplo que la gente empiece a mirar de otro modo a los homosexuales, se multiplicarán las series de televisión o novelas en que el personaje cómico, el que siempre tiene los diálogos más inteligentes y chistosos, es el amanerado, el transexual.
La ira se despierta presentando casos de la historia o de las noticias recientes en que claramente se han cometido crueles brutalidades contra la población que ahora se quiere exaltar y convertir en modelo social. Por ejemplo, un par de chicas lesbianas que fueron apedreadas en Pakistán. O un travesti que fue dejado en coma por una paliza en el metro de New York. Por supuesto que son noticias reales pero sobre todo: son noticias adecuadamente seleccionadas para producir un efecto de indignación que logra recubrir con un manto de sospecha o de asco a la escala de valores tradicional pues bien parece que es la responsable de todos esos abusos inhumanos.
Después de unos meses, o incluso años, de disparar mensajes en fase emotiva, llega el tiempo de ir introduciendo la siguiente fase.

Fase de normalización
Una vez que se ha ablandado a la gente y se la ha llevado a un terreno de duda sobre lo que han sido sus convicciones “de siempre,” la fase de normalización intenta que los nuevos comportamientos sean integrados sin fisuras en el tejido social: requisito indispensable para que más y más personas se planteen si quieren subirse a ese tren de novedad y aparente libertad.
Si la fase emotiva apela sobre todo a los sentimientos, la normalización hace uso intenso de paradigmas, de tres maneras por lo menos: celebridades, autoridades y publicidad masiva.
Las llamadas celebridades son fundamentales en este proceso. Son las “Madonnas” besando en la boca a otras mujeres; son las actrices rutilantes que se declaran bisexuales en una entrevista que de inmediato recibe primeras planas y es calificada de “polémica;” son los cantantes que sólo abrazan y besan a otros hombres o a sus mascotas. La población púber y adolescente es extraordinariamente sensible al impacto de estos ejemplos porque a su edad lo que más buscan es modelos a seguir.
Las autoridades son aquellos científicos–o a veces simples cientificistas–que presentan argumentos deleznables pero con ropaje de seriedad. Una gran cadena de televisión, famosa por su seriedad científica, presenta un documental sobre el homosexualismo en los pingüinos. Por supuesto, ningún comportamiento animal demuestra nada sobre el comportamiento humano, porque si nos presentasen cómo los primates roban alimentos, ¿convertiría eso en bueno el acto de robar? Pero el común de la gente tiene poco tiempo y ganas de pensar y si les habla alguien con bata blanca que lleva 18 años estudiando pingüinos homosexuales, todos quedan convencidos de que hay una “base científica” para aprobar los nuevos comportamientos.
Otra aspecto de estas “autoridades” está en los políticos, que, oportunistas como siempre, ven en el surgimiento de una fuerza de opinión la posibilidad de alcanzar una fuerza electoral. Sus discursos utilizarán ampliamente las palabras que luego todos reproducen en las redes sociales: libertad, tolerancia, convivencia, transparencia, inclusión, y muchas más.
Finalmente hace su entrada la publicidad masiva, que es lo que ha hecho ese banco en Colombia: llenar decenas o centenares de paraderos de bus con la imagen de los hombres abrazados, que son modelo de “nueva familia.” El silencio de las autoridades civiles y la fuerza de la cotidianidad hacen su obra y pronto todos en la sociedad se disponen a ver como normal lo que ya salió en la televisión, en el cine y hasta “a veinte metros de mi casa.”

Fase de institucionalización
Asegurada la normalización, está asegurado también que la gente aguantará los cambios institucionales que se le impongan. La parte clave aquí está en tres cosas: las leyes llamadas anti-discriminación, la educación y la administración parcializada de la justicia.
Se supone que la intención de las leyes anti-discriminación es buena: corregir excesos históricos y asegurar espacios de participación ciudadana para todos. Ya que, a estas alturas, el común de la gente ha aceptado como normales muchas cosas, por lo mismo ha perdido capacidad de discernimiento y de reacción; su cerebro está confundido por la información que le han inyectado a presión y aturdido por el coctel de sensaciones con que le han manipulado.
La realidad es que el propósito de esas leyes es impedir cualquier asomo de objeción de conciencia. Las cosas parecen tranquilas pero, bajo la superficie, los grilletes están listos a dispararse contra los que pretendan oponerse. Es cosa de tiempo para que, por ejemplo, un seminario no pueda rechazar a un seminarista abiertamente homosexual. Ninguna institución podrá declararse por encima de la ley y la ley dice que ahora no sólo deberías sino que estás obligado a aceptar lo que nosotros–el gobierno central–te mande. O prepárate para pagar pesadas multas, o cárcel.
Luego está el tema de la educación. Puesto que ya todos han sido puestos de acuerdo en que es normal el aborto, hay que enseñar a las niñas que pueden abortar y que nadie, ni siquiera sus papás, están en el derecho de saberlo ni menos de pedirles cuentas. Puesto que estamos todos de acuerdo en que es normal el homosexualismo, las clases de educación sexual, desde la más temprana infancia, deben bombardear con imágenes e instructivos homosexuales a los pequeños. Y si algunos papás o mamás se oponen, ¿para qué están las leyes?
A estas alturas una parte de la población se levanta y protesta. No todos los papás están felices con que una carga de pesada pornografía sirva de iniciación sexual a sus hijos. No todas las mamás están a gusto con que sus hijas aborten a placer. Pero es aquí donde entra el el tercer factor de la institucionalización: se llama administración parcializada, descaradamente parcializada, de la justicia. Si dices algo contra una bandera gay eres un delincuente que amenaza la estabilidad de la sociedad. Si en cambio maldices a la eucaristía, eres tan solo un artista, que esta haciendo sano uso de su libertad de expresión. Y el marco legal, tan tranquilo.

Fase de penalización o fase tiránica
En países como España ya esta fase llegó. En Colombia y otros países, está muy próxima.
El propósito de esta fase es estrangular todo intento de disenso, haciendo uso de tres recursos principales: el señalamiento público, la aplicación de normas draconianas contra los disensores, y finalmente la fuerza bruta.
El señalamiento público es lo que hemos vivido quienes nos hemos atrevido a decir algo contra la publicidad de normalización de aquel banco colombiano. Se trata en esencia de una catarata de insultos y maldiciones que tiene por objeto que uno se asuste y corra a su refugio, con el propósito firme de no volver a hablar sobre temas tan “complejos.” Y no es que sean temas complejos; es que son temas en los que nos están prohibiendo opinar. La atmósfera de miedo produce frutos inmediatos: pocos se atreven a gastar tanto tiempo, en redes sociales, por ejemplo, sólo para que los maldigan y ataquen. Muchos de esos ataques, huelga decirlo, son completamente ajenos al tema y completamente ad hominem: por ejemplo, en mi caso, puesto que soy sacerdote católico, sigue habiendo mucha gente que cree que con escupir la expresión “curas pedófilos” ya uno se va a quedar callado.
La clave central del señalamiento público es denunciar como odio todo lo que no se amolde al pensamiento único que nos quieren imponer.
Pronto se pasa a otras acciones, como las que lleva un tiempo sufriendo el Colegio Juan Pablo II en Alorcón, España. Se trata de una maniobra repugnante que quiere caer sobre este colegio con un castigo ejemplar que neutralice toda su capacidad de operación. Es pura tiranía pero el común de la gente no lo siente así.
Ya se sabe lo que viene después, y muy pronto: fuerza bruta. Agresiones, primero contra las cosas, luego contra las personas. Las pintadas ya se ven aquí y allá, siempre con el estilo de la Guerra Civil española: “la única iglesia que ilumina es la que arde.”
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Si a usted le parece que esto tiene semejanzas con el comunismo de Stalin o con el nacionalsocialismo de Hitler: felicitaciones. Ha acertado. Aunque en esta nueva versión de la persecución hay algo que a toda costa tratan de evitar los tiranos, los cuales algo han aprendido de la Historia: intentan que no haya mártires. Intentan que los que sean castigados parezcan castigados según la ley y por su sola culpa y obstinación.
Duros tiempos nos han tocado. Quizás aquellos que Cristo anunció al final de su Evangelio: días que, si no se acortaran, no quedaría fe en la tierra (Lucas 18,8).
Y sin embargo, no tenemos miedo: nuestros valientes hermanos cristianos de Aleppo, Mosul, Bagdad, Nigeria, Egipto, nos alientan. Y nada impedirá nuestro grito enamorado: ¡VIVA CRISTO REY!

Nelson Medina, OP / 2017

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Menos anticonceptivos implica menos embarazos no deseados


Así lo afirman contundentemente los investigadores David Paton y Liam Wright, de las universidades de Nottingham y Sheffield (Reino Unido)

El menor uso de anticonceptivos produce menos embarazos en la población joven. Los investigadores ingleses David Paton y Liam Wright, de las universidades de Nottingham y Sheffield, han llegado a esta conclusión en su reciente estudio.

No sólo los recortes de las campañas de anticonceptivos han significado una reducción de embarazos en los jóvenes, sino que también se ha alcanzado el nivel más bajo desde 1969. Los autores afirman que su objetivo era ver la correlación entre los recortes y la tasa de embarazos, suponiendo un incremento. La perplejidad ha sido tal que no han encontrado las causas. Cautos intentando explicar el fenómeno, han citado al premio nobel en economía George Akerlof. Una de sus tesis sobre la reproducción en la sociedad era que a mayor facilidad de acceso a los anticonceptivos conlleva a un comportamiento sexual de mayor riesgo.

David Paton y Liam Wright cuentan que el resultado fue totalmente inverso al esperado. En la ciencia se llegan a las conclusiones de dos formas, ya sea por el método inductivo o por el deductivo. El más común es el deductivo: el científico observa una muestra determinada y, a base de repeticiones y de condiciones estables, llega a una idea. Pero otras veces el recorrido es el contrario. Paton Y Wright querían demostrar una tesis que ya tenían concebida, pero sin prueba alguna.

Anticonceptivos

En las últimas décadas Occidente ha ido aumentando el gasto en anticonceptivos y por esta razón no existían en general escenarios fiables para llegar a una conclusión. Sin embargo, en el año 2009 la Universidad de Stanford valoró positivamente el método ABC usado en Uganda. Esta educación sexual, cuyas iniciales son Abstinence, Be faithful, use a Condom (abstinencia, fidelidad y en ultima instancia, condón), ha sido todo un éxito ya que ha sido una de las pocas medidas que eficazmente han reducido el SIDA en una población. El método habla de la abstinencia hasta el matrimonio, la monogamia y el uso del condón para población de alto riesgo (mayoritariamente la prostitución). Este fenómeno ocurrido en el Reino Unido parece que también cumple con la tesis del método ABC.

En el estudio de Liam y Wright se habla de una reducción del 0,25% de embarazos en menores de edad. A simple vista puede parecer poco, pero la tendencia es de decrecimiento. Dentro de la reducción del nivel de embarazos se incluyen los abortos artificiales.

Anticonceptivos

A pesar de no encontrar las causas, las dos vías que han planteado los investigadores son la de la tesis del premio nobel George Akerlof y la del aumento de la llamada “generación sensible”. En el primer caso la idea principal es que la tasa de embarazos y de abortos aumenta si se da una mayor facilidad de acceso a los anticonceptivos, debido a un comportamiento sexual de más riesgo. Por otro lado, se menciona otra posibilidad, sin estudios que la respalden, en la que explica que las nuevas generaciones se ponen menos en peligro gracias a un consumo menor de drogas, crímenes y alcohol.

ForumL, 2017

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