lunes, 26 de marzo de 2018

Anticonceptivos y aborto



Una de las más falaces afirmaciones repetidas por el Nuevo Orden Mundial es la que señala que, a medida que se incrementa el uso de anticonceptivos, desciende el número de abortos. Así, son ingentes los partidos políticos, que llevan en su programa electoral la farisaica propuesta de repartir preservativos, como se reparten caramelos, en aras de disminuir la cantidad de abortos. Simulan, pues, desconocer estudios que prueba que, cuantos más son los condones distribuidos, más son los bebés abortados.

La realidad que se parapeta tras los anticonceptivos es la banalización del sexo, al que sutilmente se despoja de sus dos fundamentos más esenciales: el amor y la procreación. Por un lado, los preservativos – y la filosofía hedonista que subyace tras ellos – contribuyen a que el hombre vea en el sexo, y por tanto en la persona con que se comparte el momento, un mero instrumento de placer; un simple medio para satisfacer instintos. Lo aleja, de este modo, de su más honda atribución, que no es sino reflejar el amor entre dos personas; un amor que se manifiesta en forma de entrega plena al otro. Por otro lado, el condón atenta, de forma si cabe más evidente, contra el que por designio de la misma naturaleza debiera ser pilar irrenunciable del acto sexual: la vida. Un sexo que, por medios artificiales, cierra las puertas a la procreación es un sexo enfermo, cojo, que bien podría asemejarse a una tarta de limón sin base de galleta.

Esta banalización del coito, que se consuma, como hemos dicho, desprendiéndolo de sus atributos más elementales, supone un aumento de las relaciones sexuales, evidentemente. El sexo deja de ser algo único - deja de ser retrato de un sugestivo proyecto de vida común - para tornarse en un hecho tan nimio como la siesta dominical.

El incremento de las relaciones sexuales implica, a su vez, un aumento de los embarazos. No es necesario ser San Agustín para percatarse de esto, y más si se atiende a los continuos “fallos” de los anticonceptivos. Las mujeres encintas y sus parejas, inmersos en un clima social que promueve la irresponsabilidad y que desprecia la vida humana, perciben en el aborto una salida razonable, con el inestimable consejo, por cierto, de médicos que violan sin reparos el juramento hipocrático y de políticos que, desde la comodidad de sus despachos, hacen ingeniería social.

El resultado de este abominable proceso es el sacrificio de millones de seres humanos cada año. No es casual que Planned Parenthood, cuyas arcas se nutren fundamentalmente del ponzoñoso negocio del aborto, inste a las masas a usar preservativos. Los que manejan esta multinacional del mal saben mejor que nadie que, mientras el sexo sea presentado como algo fútil e irrelevante, ellos mantendrán, con salud vigorosa, su negocio.

“No tardará en proclamarse una religión que, a la vez que exalte la lujuria, prohíba la fecundidad” (Gilbert Keith Chesterton)

  Julio Llorente Sanchidrián /Mi Torre de Marfil

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¿Hay relación entre consumo de pornografía y violencia?


Veinte años de estudios dicen que sí. La adicción obliga a subir la dosis y consumir materiales más extremos

A la pregunta, dos líneas de evidencia señalarían que sí, con contundencia. Por un lado, más de 20 años de estudios de efectos de la pornografía y su relación con actitudes violentas. Por otro lado, las declaraciones de violadores y agresores notables, que una vez en prisión cuentan el efecto del porno en ellos y sus compañeros violentos. Vale la pena repasar lo que se sabe al respecto.
La asociación FightTheNewDrug.org (https://fightthenewdrug.org/) hace un útil recopilatorio de lo que las ciencias sociales en EEUU ha constatado sobre la relación entre consumo de pornografía y violencia.


El porno más popular: 12 agresiones por escena
Un estudio de 2010 (ver nota 1 al final de este artículo) estudió los 50 vídeos porno más vendidos o alquilados examinando sus contenidos: de sus 304 escenas de sexo, 88% incluían violencia física y la mitad añadían violencia verbal. Solo una de cada 10 escenas no incluía ninguna agresión. Una escena típica incluía una media de 12 agresiones. Cierta escena especialmente trabajada encajaba 128 actos de agresión.
En estas escenas, el 95% de las mujeres representadas respondían con placer y agrado, o de forma neutral a la agresión. Se las insultaba, pegaba, humillaba o violaba, y sonreían o lo aceptaban alegremente. (Nota 2).  En la inmensa mayoría del porno, incluso del que no es violento, los hombres son poderosos y dominantes y las mujeres sumisas y obedientes. (Nota 3)

Forzadas y felices en la ficción... y se aplica a la realidad
Estudios del año 2000, del 2010 y del 2015 (Nota 4) constatan que los que consumen mucha pornografía, y ven con frecuencia esas escenas de sumisión (ante la agresión o el control) empiezan a considerar que eso es lo normal, que las mujeres están "para eso".  Forma parte de una escalera de pasos que llevan a considerar aceptable la agresión física y verbal (se ve en estudios de 1995, 204 y 2010; nota 5).
Los estudios constatan que los que consumen porno, incluso si no es porno violento, es más probable de apoyar declaraciones que promueven el abuso o las agresiones sexuales contra mujeres y chicas (se ve en estudios de 1989, dos de 2004 y uno de 2010; nota 6).
Hasta ahora hemos hablado de "actitudes", de cómo el porno afecta a la visión de la mujer y el trato agresivo.
Hay que hablar también de los actos.

Más coerción y violencia real
El resumen de FightTheNewDrug afirma: "Estudio tras estudio ha mostrado que los consumidores de porno, violento o no, tienen más probabilidad de usar la coerción verbal, drogas y alcohol para ejercer coerción y obtener así sexo de individuos" (tres estudios de los años 90 lo recogen; nota 7).
"Y múltiples estudios han encontrado que exponerse al porno, tanto al violento como al no violento, aumenta el comportamiento agresivo, incluyendo tanto el tener fantasías violentas y llegar a realizar asaltos violentos" (una investigación de 1995, otra de 2015 y un gran meta-análisis de estudios en 2016 lo registran; nota 8).
El meta-análisis de 2016 de Wright, Tokunaga y Kraus (A Meta-Analysis Of Pornography Consumption And Actual Acts Of Sexual Aggression) recogió todos los estudios que pudieron encontrar sobre el asunto concreto del consumo y la agresión real. Su conclusión, tras analizar 22 estudios relevantes, fue: "hay poca duda de que, como media, los individuos que consumen pornografía más frecuentemente es más probable que sostengan actitudes favorables a la agresión sexual y que se impliquen en actos reales de agresión sexual".

El porno afecta nuestro cerebro: química y adicción
Hay una explicación neurológica. Los científicos hablan de "neuronas espejo": no se encienden solo cuando vivimos una experiencia, sino cuando vemos que otros la viven. Así, lloramos en películas tristes o pasamos miedo en películas de terror, viendo lo que pasan los personajes. Y nos excitamos con el sexo que vemos en pantallas. El consumidor de porno se excita, y eso genera una química concreta en el cerebro, casi como si viviera la experiencia real. (Los estudios de Doig de 2007 y de Hilton en 2013 explican cómo funciona esta plasticidad que cambia al cerebro; ver nota 11).
"Así que si una persona se siente excitada viendo como a un hombre o a una mujer le dan patadas y le insultan, el cerebro de ese individuo aprende a asociar esa violencia con excitación sexual" (ver nota 12).
Peor aún, las películas porno muestran a las víctimas (por lo general mujeres violadas y agredidas)  como si les gustase o al menos aceptasen ser atacadas y humilladas. Eso da al consumidor la sensación de que si ellos también fueran agresores, sería algo perfectamente correcto. (Dos estudios de 2010 y uno del 2000 lo recogen; ver nota 13).
Un consumidor puede decir "no, yo no soy así; me excita ver esas cosas en ficción, pero no las desearía en mi vida real". Pero los estudios más bien sugieren que estos consumidores llegan a creer que a las mujeres les gusta "en secreto" ser violadas y les lleva a ser más agresivos sexualmente en su vida real. Estas agresiones no tienen por qué ser palizas: pueden empezar con acoso verbal, manipulación emocional, amenazar con cortar la relación "si no hacemos esto", engañar y mentir para lograr sexo. Finalmente puede llegar el abuso directo y agresivo (ver notas 14 a 16).

El consumidor se insensibiliza... y sube su dosis
Hay que tener en cuenta, además, que el consumidor se va insensibilizando al porno igual que sucede con otras drogas: necesita subir la dosis. Cuanto más tiempo y contenido consuma, más se insensibiliza y requiere contenidos más extremos y exagerados. (Estudios de 2007, 2008 y 2016 lo comprueban; ver nota 17).
Un estudio de 1994 encontró que aquellos que consumen más porno violento tienen 6 veces más probabilidades de haber violado a alguien que aquellos que en el pasado tuvieron poco consumo de pornografía. (Nota 19). La relación entre más consumo y más agresividad se constata en varias investigaciones (nota 18).
Por supuesto, no cada consumidor de porno se convertirá en un violador, pero no tiene sentido que la sociedad diga que está mal violar y asaltar mujeres a la vez que fomente un consumo pornográfico insistente que re-estructura el cerebro como una droga convenciendo de que a ellas les gusta ser agredidas, humilladas y cosificadas y constatando que solo así el consumidor alcanzará el placer que tanto necesita. Esa adicción, como otras, con una potente base química que afecta al cerebro, lleva a los jóvenes a un bloqueo que les dificulta conseguir relaciones sanas, amorosas y nutricias (ver notas 20 al 22).
Más aún, si un joven ve que ni él ni sus amigos consiguen un amor sereno, pleno, nutricio, considerará que eso no existe, y que lo único que existe es el placer que puedas mendigar, comprar... o arrancar a una víctima.

La evidencia de los testimonios de agresores y agredidos
Un caso que se ha difundido mucho en Estados Unidos es el de Elizabeth Smart, que fue secuestrada a los 14 años, en 2002, por Brian Mitchell, que la mantuvo prisionera durante 9 meses y la torturó y violó. En unas declaraciones en vídeo en la CNN explica como él sacó una revista de porno duro, la obligó a examinar la revista y después a realizar los actos que estaban allí. Ella ya vivía un infierno, dice, pero eso, esa revista y sus propuestas, lo empeoró.
Los defensores del porno aducen que, con o sin revista, el secuestrador Mitchell era un desequilibrado mental. Pero se puede responder, como Elizabeth, que la revista lo empeoró.

Los asesinos en serie, enganchados al porno
Otro caso paradigmático y muy expresivo es el del violador y asesino en serie Ted Bundy. Antes de ser ejecutado, en su última entrevista concedida habló de su experiencia con la pornografía. "Yo era esencialmente una persona normal, tenía buenos amigos, llevaba una buena vida excepto por este pequeño segmento de ella, muy potente, muy destructivo, que mantenía muy secreto y cercano a mi y no dejaba que nadie supiera", explica sobre su consumo de porno previo a su actividad asesina.
Pero lo más revelador es lo que dijo después: "He vivido en prisión ya mucho tiempo, y he encontrado a muchos hombres motivados para cometer violencias, igual que yo, y sin excepción, cada uno de ellos estaba profundamente metido en la pornografía. Sin excepciones, profundamente influidos y consumidos por la adicción a la pornografía".
No es un estudio científico ni una prueba irrefutable de nada... pero es una llamada de atención que llega de lo más profundo de la depravación humana, que mira a su alrededor, ve a sus compañeros y explica lo que los ata.

Prepararse con porno antes de salir a matar
Otro caso notorio es el de Edmund Kemper, asesino en serie y necrófilo en la California de los años 70. Antes de ir a buscar una chica que hiciera autoestop para matarla y violar su cadáver, se preparaba leyendo revistas porno.
En Inglaterra, Stuart Hazell, en 2013 mató una niña de 12 años. El juez le dijo que los archivos e historial de su teléfono móvil dejaban claro que lo usaba para buscar material pornográfico de chicas pre-adolescentes.
Y otro caso muy expresivo es el del asesino en serie Jeffrey Dahmer, que en una entrevista dijo que su protocolo o ritual antes de ir a matar a alguien era "usar fotos de víctimas pasadas, los vídeos de pornografía, las revistas". Hay una lista de 14 casos publicada en 2013, firmada por Russ Warner, titulada "Lo que los asesinos en serie piensan de la pornografía" (https://www.netnanny.com/blog/what-serial-killers-and-murderers-think-about-pornography/ )


¿Está borracha? Pues se la viola
Un caso que hizo pensar a algunos fue el de Brock Turner, un joven universitario, con beca de nadador en Stanford. En enero de 2015 estaba bebido y fue encontrado violando a una chica inconsciente por el alcohol, detrás de un contenedor en el campus. "El alcohol no es una excusa. ¿Es un factor? Sí, pero el alcohol no fue el que me desvistió, me tocó con sus dedos y arrastró mi cabeza por el suelo mientras estaba prácticamente desnuda”, escribió la víctima.
 Peter C. Kleponis, experto en terapia matrimonial y familiar y especialista en el diagnóstico y tratamiento de la adicción sexual, autor del libro "Restablecer la integridad de las personas", planteó en una entrevista: “¿Qué le hizo creer a Brock que era lo correcto explotar sexualmente y violar a una joven en una fiesta?”
La respuesta es: "la creencia de que está bien utilizar a otros para el propio placer sexual", dice.
¿Y dónde se aprende esa creencia? La pornografía la enseña: muestra gente usándose unas a otras, tratando personas como cosas, y todos parecen felices en esas películas.
Kleponis escribe sobre cómo el porno parece justificar la violencia en la vida real. "La investigación demuestra que la pornografía violenta tiene un impacto en la actitud y el comportamiento de los hombres respecto a las mujeres y el sexo. El análisis de la bibliografía actual al respecto demuestra el vínculo entre el uso de pornografía y la aceptación de la agresión y la violencia hacia las mujeres (Flood y Hamilton, 2003; Malamuth et al., 2000; Vega y Malamuth, 2007)".

¿Violarías si supieras que no te pillarían?
Kleponis cita concretamente un hallazgo. "Un estudio realizado sobre 489 hombres de fraternidades de una universidad del medio oeste de EEUU que usaban pornografía de manera regular, se encontró que estaban predispuestos a agredir sexualmente si tenían la seguridad de no ser pillados o castigados por ello. Los que veían pornografía sadomasoquista resultaron tener una menor capacidad de interponerse en una situación de violación (Foubert et al., 2001). Por ejemplo: si uno de estos hombres oyera lo que parecería ser una agresión sexual, tendría menos capacidad de intervenir para salvar a la mujer en cuestión porque creería que estaba simplemente realizando un "juego de rol sexual" y que estaba disfrutando lo que le está pasando".

Cuando los niños usan la violencia sexual
Por otra parte, el porno ya no está encerrado en lugares lejanos y extraños, ni siquiera controlado por el vendedor de revistas del quiosco. Cualquier niño puede acceder a él en cuanto le dejen un teléfono móvil con Internet. Y si ve porno violento ("parecen divertirse") lo intentará imitar con víctimas débiles.
Kleponis cuenta el caso de Jason, niños de 10 años, que intentó desnudar y forzar a una niña de 7. "Observaba que la gente de la pornografía se lo pasaba bien. Lo consideró divertido y quería probar lo que vio con alguien más. Por un lado, sabía que tocar las partes privadas del cuerpo estaba mal, por lo que buscó a una víctima más pequeña que no le diría que no, sin darse cuenta de cuán profundamente podía herir a esa niña. No tenía ni idea que las suyas eran acciones de violación y, por desgracia, el número de caso como éste está en aumento. Como dice Luke Lambrecht, director de la Clínica Teddy Bear, el 90% de los delincuentes sexuales jóvenes (entre siete y catorce años) han estado expuestos a la pornografía. Según el Centro de Tratamiento de Abusos Sexuales Durban Childline, en 2002 el 42% de los abusos sexuales contra niños fueron cometidos por adolescentes y chicos más jóvenes de trece años (Cape Times, 2002).

Las excusas del moderno porno ubicuo
Los defensores del porno (una industria poderosa que mueve mucho dinero... y con muchos adictos enganchados) señalan que recientemente, los últimos 10 o 15 años, desde que hay Internet fácil y ubicuo y porno gratis infinito y fácil para todos, los índices de violencia sexual, violaciones e incluso abortos han bajado en EEUU.
Pero no hay ningún estudio que establezca una relación real entre ambas cosas. El envejecimiento de la población, la dificultad para el crimen en una sociedad donde cada persona lleva una cámara en el bolsillo, el aumento de los sistemas policiales de vigilancia y muchos otros factores pueden tener que ver con eso.

Los actores porno, víctimas de una industria destructora
Por otra parte, la misma industria del porno machaca a sus actores y los destroza como juguetes. Es violenta con ellos. Kleponis lo explica así: "La mayoría de las mujeres en la pornografía proceden de familias disfuncionales y que abusaban de ellas. Están profundamente heridas. Muchas son adictas a las drogas, el alcohol y el sexo. La antigua estrella porno Shelley Lubben lo describe en su libro, La verdad detrás de la fantasía del porno, escrito en 2010. La industria de la pornografía no ve a sus actores como personas, sino como instrumentos para ser utilizados y desechados. La falta de atención a estas personas es evidente en su media de vida, muy corta, apenas treinta y siete años. A los productores de pornografía no les importa el abuso, la adicción, las ETS o el suicidio, endémico entre las estrellas del porno. Cuando han acabo con una de esas estrellas, la descartan para encontrar a otra a la que explotar. Esto es un verdadero acto de violencia".

Primero se fabula, luego se comete
Lo que está claro es que siempre habrá personas con propensión a la violencia, pero el porno les da una orientación elaborada e insistente de cómo dirigirla para obtener satisfacción. Antes de cometerla, se fabula con ella. La fantasía, la fabulación, cada vez será menos satisfactoria, requrirá más dosis. Y luego se busca la oportunidad para realizarla. Queda mucho por investigar, pero es evidente que un mundo de enganchados o adictos a la pornografía no es un mundo de personas felizmente encajadas en la vida social y familiar.

 P.J.Ginés/ReL. marzo 2018

NOTAS
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[2] Bridges, A. J., Wosnitzer, R., Scharrer, E., Sun, C. & Liberman, R. (2010). Aggression And Sexual Behavior In Best Selling Pornography Videos: A Content Analysis Update. Violence Against Women, 16(10), 1065–1085. Doi:10.1177/1077801210382866. See Also Whisnant, R. (2016). Pornography, Humiliation, And Consent. Sexualization, Media, & Society, 2(3), 1-7. Doi:10.1177/2374623816662876 (Arguing That “Pornography’s
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[9] Wright, P.J., Tokunaga, R. S., & Kraus, A. (2016). "A Meta-Analysis Of Pornography Consumption And Actual Acts Of Sexual Aggression In General Population Studies". Journal Of Communication, 66(1), 183-205. Doi:10.1111/Jcom.12201
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[13] Bridges, A. J. (2010). "Pornography’s Effect On Interpersonal Relationships. En J. Stoner And D. Hughes (Eds.) The Social Costs Of Pornography: A Collection Of Papers (Pp. 89-110). Princeton, NJ: Witherspoon Institute; Layden, M. A. (2010). "Pornography And Violence: A New Look At The Research". En J. Stoner And D. Hughes (Eds.) The Social Costs Of Pornography: A Collection Of Papers (Pp. 57–68). Princeton, NJ: Witherspoon Institute; Marshall, W. L. (2000). "Revisiting The Use Of Pornography By Sexual Offenders: Implications For Theory And Practice". Journal Of Sexual Aggression 6(1-2), 67. Doi:10.1080/13552600008413310
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[16] Wright, P.J., Tokunaga, R. S., & Kraus, A. (2016). "A Meta-Analysis Of Pornography Consumption And Actual Acts Of Sexual Aggression In General Population Studies". Journal Of Communication, 66(1), 183-205. Doi:10.1111/Jcom.12201; DeKeseredy, W. (2015). "Critical Criminological Understandings Of Adult Pornography And Women Abuse: New Progressive Directions In Research And Theory". International Journal For Crime, Justice, And Social Democracy, 4(4) 4-21. Doi:10.5204/Ijcjsd.V4i4.184; Barak, A., Fisher, W. A., Belfry, S., & Lashambe, D. R. (1999). "Sex, Guys, And Cyberspace: Effects Of Internet Pornography And Individual Differences On Men’s Attitudes Toward Women". Journal Of Psychology And Human Sexuality, 11(1),63–91. 10.1300/J056v11n01_04
[17] Park, B. Y., Et Al. (2016). "Is Internet Pornography Causing Sexual Dysfunctions? A Review With Clinical Reports". Behavioral Sciences, 6, 17. Doi:10.3390/Bs6030017; Kalman, T.P. (2008)."Clinical Encounters With Internet Pornography". Journal Of The American Academy Of Psychoanalysis And Dynamic Psychiatry, 36(4) 593-618. Doi:10.1521/Jaap.2008.36.4.593; Doidge, N. (2007). The Brain That Changes Itself. Nueva York: Penguin Books.
[18] Hald, G. M., Malamuth, N. M., And Yuen, C. (2010). "Pornography And Attitudes Supporting Violence Against Women: Revisiting The Relationship In Nonexperimental Studies". Aggression And Behavior 36(1), 14–20. Doi:10.1002/Ab.20328.; Allen, M., Emmers, T., Gebhardt, L., & Giery, M. A. (1995). "Exposure To Pornography And Acceptance Of The Rape Myth". Journal Of Communication, 45(1), 5–26. 10.1111/J.1460-2466.1995.Tb00711.X
[19] Boeringer, S. B. (1994). "Pornography And Sexual Aggression: Associations Of Violent And Nonviolent Depictions With Rape And Rape Proclivity". Deviant Behavior 15(3), 289–304. Doi:10.1080/01639625.1994.9967974
[20] Bridges, A. J. (2010). "Pornography’s Effect On Interpersonal Relationships". En J. Stoner & D. Hughes (Eds.) The Social Costs Of Pornography: A Collection Of Papers (Pp. 89-110). Princeton, NJ: Witherspoon Institute; Doidge, N. (2007). The Brain That Changes Itself. Nueva York: Penguin Books; Layden, M. A. (2004). Committee On Commerce, Science, And Transportation, Subcommittee On Science And Space, U.S. Senate, Hearing On The Brain Science Behind Pornography Addiction, November 18.
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[22] Layden, M. A. (2010). "Pornography And Violence: A New Look At The Research". En J. Stoner & D. Hughes (Eds.) The Social Costs Of Pornography: A Collection Of Papers (Pp. 57–68). Princeton, NJ: Witherspoon Institute; Wolf, N. (2004). The Porn Myth. New York Magazine, May 24.

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6 razones científicas por las que los niños deben dormir temprano


  
Según varios estudios sobre la importancia del sueño en los niños, se ha descubierto que al dormir se activan zonas cerebrales y se logran beneficios, por lo que existen verdaderas razones por las que los pequeños deben ir a dormirse temprano:

1.- Durante el descanso nocturno, los niños recuperan la energía suficiente para continuar con las actividades el día siguiente.

2.- Las horas de sueño permiten que el cerebro procese la información que almacena y además produce las sustancias químicas que necesita para funcionar.

3.- Los especialistas recomiendan entre 10 y 11 horas de sueño en los niños, ya que de esta forma tienen el tiempo suficiente para descansar y reponerse al 100%.

4.- El descanso es fundamental para que los niños recuperen el humor y el ánimo.

5.- El dormir favorece su crecimiento y desarrollo del sistema inmune.

6.- Los niños que duermen temprano, serán adultos con menos probabilidades de enfermedades, sobre todo, correrán menos riesgo de sufrir Alzheimer.

P. e H.

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jueves, 22 de marzo de 2018

Pos verdad y ahora..., pos amor


Los tres trascendentales de la Edad Media, verdad, bondad y belleza, están desapareciendo ante nuestros ojos. ¿Qué saldrá de ello? Mucho me temo que lo que saldrá será una oscura caricatura del infierno.

Una palabra ha sido escogida como la más representativa del año pasado, 2016: pos-verdad. La era de la pos-verdad había llegado y ello significa, más o menos, que hoy en día ya la verdad no interesa, sino ante todo el éxito concreto, práctico e inmediato. Todo aquello que sirva a lograr el éxito es valorado, sin importar su categoría moral o epistémica. Es decir, sin importar si es bueno, malo, verdadero o falso.

Es la era de la pos-verdad, donde ya no se pregunta si una determinada postura es verdadera o no, sino si está de moda, si gusta, si la comparte algún artista famoso, si la respaldan los medios, si es 'bien vista' por la sociedad, etc., todo menos si es verdad. La verdad ya no interesa.

Pero al parecer no estamos solo ante la era de la pos-verdad, sino que además todo parece indicar que ha llegado también, y nadamos ya en ella, la era del pos-amor.

Es la muerte de las relaciones significativas y profundas entre las personas, entre los padres y sus hijos, entre amigos y entre el hombre y la mujer en el camino al matrimonio o ya allí.

Los lazos de unión entre las nuevas generaciones y sus progenitores se debilitan cada vez más, la autonomía que las nuevas generaciones reclaman cada vez a más temprana edad se ha convertido en una epidemia que amenaza con poblar las sociedades de seres 'a medio hacer', seres incompletos que han querido madurar pronto y han permanecido, en justo castigo, aún muy verdes por dentro, demasiado verdes como para afrontar con alguna posibilidad de éxito las complejidades del mundo real, más allá de las pantallas electrónicas.

De alguna manera lo que está sucediendo es que los jóvenes cada día tienden a sentirse más desconectados de sus padres, con la consiguiente ruptura de vínculos afectivos, superficialidad en las relaciones mutuas e imposibilidad de una influencia rectora de padres sobre hijos, con ejercicio amoroso y paciente de su autoridad natural.

Las relaciones entre amigos también se debilitan. Pareciera que no, pero en las grandes ciudades, sobre todo, las relaciones se hacen volátiles, apenas profundas, limitadas a algunos breves contactos de fin de semana, que por su propia naturaleza no son aptos para propiciar el intercambio que la amistad verdadera reclama. Hay excepciones, pero el ambiente presiona con fuerza en ese sentido y la posibilidad de establecer relaciones amistosas significativas, en medio del fragor del mundo laboral citadino, cada vez es más remota. La carrera alocada por alcanzar el éxito laboral (único que parece importar a muchos hoy) absorbe de tal forma a la persona, que casi no le queda ya calor humano para edificar amistades del corazón.

Y ni qué decir de las relaciones hombre-mujer, quizá son las más golpeadas actualmente. La ideología de género presiona fuertemente para hacer estallar en pedazos el modo multisecular de entender la identidad sexual humana, modo que por demás cuenta con el apoyo de la biología misma, de la moral y de la historia. Se busca que la relación hombre-mujer llegue a ser casi que la excepción, estableciendo así la 'normalidad' del bisexualismo y del cada vez más amplio espectro de 'opciones' que se enlistan en algún punto de la sigla que comienza con 'LGBT... etc'.

A ellos hay que sumarle la epidemia de divorcios, rupturas por diversos motivos (infidelidad, o el modernísimo 'incompatibilidad de caracteres') o el auge que la mera convivencia 'marital', sin vínculo religioso formal, tiene hoy. Los jóvenes se decantan decididamente por convivir con sus 'parejas', sin vínculos, en 'libertad' de irse ante la primera dificultad. Con ello obtienen una cierta satisfacción pasajera por medio de la ilusión de la libertad, pero a cambio el precio que pagan es el de quizá no conocer jamás lo que es el amor.

Y podríamos seguir señalando síntomas que hoy apuntan hacia ese pos-amor que mencionamos al inicio, pero eso lo puede hacer el amable lector mirando a su alrededor y aplicando su propia capacidad de análisis.

Tenemos entonces que nuestra era se ufana de ser una época de pos-verdad, y sin darse cuenta ha caído también en el pos-amor; y  a juzgar por la fealdad de eso que llaman 'arte' moderno, habría que decir que también ha llegado la era de la pos-belleza.

Los tres trascendentales de la Edad Media, verdad, bondad y belleza, están desapareciendo ante nuestros ojos. ¿Qué saldrá de ello? Mucho me temo que lo que saldrá será una oscura caricatura del infierno. Es paradójico que el hombre moderno, que lleva tres siglos buscando construirse un paraíso terrestre, está en realidad a punto de construir una mala copia del infierno.

Solución: defender los trascendentales, amar la verdad, buscar el bien y admirar la belleza. Ninguno de los cuales es relativo.

Leonardo Rodríguez / Itinerarium Mentis / Rel.

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Contra la corrupción sexual…


Tengamos claro que lo que pretende la ideología de género es destruir el matrimonio, la familia, la maternidad y la religión, poniéndose al servicio de la satisfacción de una lujuria sin límites, para supuestamente alcanzar así la felicidad.

Tengo un amigo no creyente con el que he hablado algunas veces sobre la ideología del género. Él no le daba mayor importancia al asunto, porque decía que una cosa tan anticientífica no puede sostenerse mucho tiempo. Pero hace unos días tuvo una conversación con su nieta, una adolescente de diecisiete años, alumna de un colegio religioso, a la que considera responsable y estudiosa, pero que le contó que tenía compañeras lesbianas y otras bisexuales, lo que a ella le parecía bien, porque si son felices así… Al abuelo, evidentemente, se le encendieron todas las alarmas.

Tengamos claro que lo que pretende la ideología de género es destruir el matrimonio, la familia, la maternidad y la religión, poniéndose al servicio de la satisfacción de una lujuria sin límites, para supuestamente alcanzar así la felicidad. Son los niños, adolescentes y jóvenes el objetivo prioritario de esta ideología, porque son los más manipulables y, a la vez, los más adecuados para que arraigue en ellos el nuevo tipo de ser humano que intentan construir, un tipo sin Dios, sin valores, principios ni defensas frente a la corrupción moral.

Ahora bien, ¿quiénes son los responsables de esta aberración? La ideología de género, hija de las ideologías relativista y marxista, promovida por el feminismo radical, adquirió auge a partir de Mayo 1968, se desarrolló en las universidades norteamericanas y encontró amplio margen de maniobra en el mundo occidental, apoyada por altos organismos internacionales, Partidos políticos, medios de comunicación y fundaciones multimillonarias.

Pero también nosotros hemos tenido errores. En concreto, ¿por qué hemos llegado a esta situación? Sobre este asunto nos dice el Papa Francisco en la «Amoris Laetitia»: «¿Quién habla hoy de estas cosas? ¿Quién es capaz de tomarse en serio a los jóvenes? ¿Quién les ayuda a prepararse en serio para un amor grande y generoso? Se toma demasiado a la ligera la educación sexual» (nº 284). Tenemos ante nosotros un doble objetivo: dar a nuestros chavales una auténtica y positiva educación afectivo-sexual y protegerles de las barbaridades y necedades de la ideología de género no solo en el campo moral, sino también en el científico.

El problema para mí es que muchos padres y educadores cristianos no se atreven a coger el toro por los cuernos y se callan pensando que no están preparados, sin darse cuenta que con ello lo que hacen es dejar el campo libre a los defensores de la ideología de género. La parábola de los talentos nos indica que quien no hace nada para no equivocarse ya está equivocado (Mt 25,14-30). Está además nuestra comodidad por medio y el evitar la impopularidad, porque si sostienes lo que la Iglesia Católica y el sentido común defienden te tachan rápidamente de homófobo  y retrógrado.

Pero, afortunadamente, hay también bastantes padres y educadores a los que lo que de verdad les interesa es el bien de sus hijos y están dispuesto a cumplir con su deber. Pretenden educar a sus jóvenes con valores y como Dios manda, lejos del libertinaje y de vivir desbordados por los vicios. Estos no tienen miedo en afrontar sus responsabilidades y dar la mejor instrucción y educación-afectivo sexual posible, que comprenda un buen conocimiento del propio cuerpo y el del otro sexo, pero sobre todo les prepare para el amor responsable con una buena formación sobre la importancia que tienen la comunicación y la afectividad en las relaciones sexuales entre hombre y mujer y como primer ámbito de prevención de relaciones demasiado precoces y del embarazo.
Para ello, creen en el valor de la castidad y de la sexualidad como expresión de amor y de su obligación de ayudar a sus hijos a ir madurando afectivamente, como condición previa inexcusable para el futuro encuentro sexual físico.
Está claro que no hay soluciones ya hechas, por lo que muchas cosas dependen del ambiente familiar o de la escuela.
El descubrimiento del amor se hace rara vez en línea recta, sino más frecuentemente a base de descubrimientos progresivos, de avances y retrocesos: no hay que olvidar que el amor desborda ampliamente lo sexual. Una educación al amor requiere la educación de toda la persona hacia una mayor toma de conciencia, apertura y cultura, estando la conquista de la libertad ligada a la educación de la responsabilidad.
Los padres han de ser conscientes de que el joven desea que se le tome en serio y que se le escuche, a fin de que no se sienta incomprendido y piense que tan solo lo entienden sus amigos. Igualmente, no quiere que se le impongan por la fuerza, sino con razones y con amabilidad, y desde luego los padres tienen que exigirse a sí mismos más paciencia y tolerancia que la que los jóvenes pueden o quieren tener con ellos.
Contra la corrupción, educación de verdad cristiana.

Pedro Trevijano, pbro. / InfoC. 2018

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