jueves, 27 de febrero de 2020

Frutos de una misma planta




En esta oportunidad nos detendremos en una llamativa afirmación de la Evangelium Vitae (esta Carta Encíclica cumplirá en Marzo 25 años): "el aborto y la anticoncepción como frutos de una misma planta".

Sucede que la "mentalidad anticonceptiva" contiene una serie de contravalores que hacen precisamente más fuerte la tentación del aborto ante la eventual concepción de una vida no deseada.
No obstante ser cierto que "anticoncepción y aborto, desde el punto de vista moral, son males específicamente distintos: la primera contradice la verdad plena del acto sexual como expresión propia del amor conyugal, el segundo destruye la vida de un ser humano; la anticoncepción se opone a la virtud de la castidad matrimonial, el aborto se opone a la virtud de la justicia y viola directamente el precepto divino 'no matarás'", ambas conductas "tienen sus raíces en una mentalidad hedonista e irresponsable respecto a la sexualidad y presuponen un concepto egoísta de libertad que ve en la procreación un obstáculo al desarrollo de la propia personalidad. Así, la vida que podría brotar del encuentro sexual se convierte en enemigo a evitar absolutamente, y el aborto en la única respuesta posible frente a una anticoncepción frustrada".

La voluntad contraria al bien común plasmada en impulsar políticas antinatalistas y la legalización del aborto a lo largo del último lustro, es una constante, en muchos países. Por políticos que comparten una "mentalidad hedonista e irresponsable respecto a la sexualidad" y "presuponen un concepto egoísta de libertad que ve en la procreación un obstáculo al desarrollo de la propia personalidad".

Hubo una reunión internacional que pasó bastante desapercibida: la Conferencia de Nairobi sobre CIPD25 entre el 12 y el 14 de noviembre de 2019, a los 25 años de la Conferencia Internacional sobre Población y Desarrollo (CIPD) de El Cairo en 1994.Los 179 países se comprometieron a "luchar para lograr el acceso universal a la salud y los derechos sexuales y reproductivos, donde se garantizará que haya cero necesidad insatisfecha de información, disponibilidad universal de anticonceptivos modernos de calidad, accesibles y cero muertes y morbilidades maternas evitables". No se sabe si todos los países supieron lo que firmaban, pero quienes lo hicieron, están abriendo la puerta a la Cultura de la Muerte, por poner un ejemplo, hablar de “salud sexual y reproductiva” según la ONU, es hacerlo sobre la promoción del aborto, la anticoncepción, y una sexualidad antropológicamente equivocada fomentada desde la etapa infantil…,entre otras cosas.

Volviendo a San Juan Pablo II en la Evangelium vitae, la auténtica respuesta para solucionar los problemas del pueblo, consiste en el fortalecimiento de la familias, cuyo pilar es el matrimonio. Los esposos "saben acoger a los hijos como el don más excelente del matrimonio", señala siguiendo al Concilio Vaticano II.

Y los gobiernos, agregamos, deben implementar políticas para el cuidado y la defensa de las familias y el matrimonio. Lo otro, es más del mismo cotillón de siempre.

por Germán Masserdotti (edit.), en La Prensa /ReL. 2020

Un sofisma: no imponer a los demás nuestras creencias



No es necesario recordar que este argumento se ha repetido, con machacona insistencia, para justificar la ley de divorcio, etc., y tranquilizar la natural protesta de conciencia en tantos
Jueces y Fiscales, cristianos íntegros. El Juez —se les ha dicho— en el ejercicio de su profesión no puede imponer a los demás sus creencias.


El positivismo jurídico ha estado y sigue tergiversando el sano principio de respetar la libertad de los demás diciendo que no se deben imponer a los demás las opiniones acerca de la ley natural: si tu conciencia te lo impide, dirán, tú no te divorciarás, pero no tienes derecho a exigir que la ley prohíba el divorcio, a quien no cree que el matrimonio deba considerarse indisoluble. Y el mismo razonamiento se aplica al aborto, a la eutanasia, a las drogas, etc.


Con este planteamiento, ¿a qué se reduciría la función del Estado? Quizá se estaría llegando a la necesaria consecuencia del materialismo de reducir el Estado a la gerencia económica: “El gobierno de los hombres es reemplazado por la administración de las cosas” (Saint-Simón, frase que Marx hizo suya). Marx, efectivamente, llevará a su último término esta reducción de lo humano a lo material, haciendo del Derecho una sobreestructura de la economía.


El cristiano no puede caer en semejante engaño. Debe quedar muy claro que impedir, luchar con medios nobles, para que la ley humana no contraríe a la ley natural, no es coartar la libertad de los demás —aunque fueran muchos los que pretendan esa falsa ley—; por el contrario, es quitarles obstáculos para el ejercicio de la libertad: “¡La verdad os hará libres!” (San Juan, VII, 32). No es imposición inhumana el remover lo que facilita las miserias humanas.


La ley natural pertenece al orden del ser; pertenece, pues, al orden de las realidades objetivas, de la ciencia. En otras palabras, la ley natural no es objeto de votaciones. La democracia es una forma de gobierno buena —sin duda la mejor y más deseable en nuestro contexto cultural— fundada, al igual que otras formas lícitas, en la ley natural. Es esta ley la que posibilita la democracia, porque la democracia se basa en la naturaleza del hombre y de la sociedad. Porque la democracia se funda en la ley natural, cuando de ella se separa, se corrompe y se transforma en esa corruptela que es la demagogia.


Una ley democráticamente establecida, si es contraria a la ley natural, es una injusticia y una tiranía (en realidad, no es democracia sino demagogia). Cuando hablamos de totalitarismos, de opresiones, de abusos de poder o de tiranía, tenemos una especial tendencia a imaginarnos a una persona o grupo minoritario de personas que impone la fuerza, la violencia —la injusticia en otras palabras— a la gran masa de la población. Y olvidamos que todo ello puede ser ejercido igualmente por un Parlamento o por una mayoría. Negar esto, conceder a la democracia el carisma creador de la justicia y de la moral, es trastocar los términos del problema y manipular el término democracia, dándole un sentido que no es el propio.


Democracia es, propiamente, nombre de forma de gobierno. Forma, no contenido. Se refiere a la forma de acceder los gobernantes al poder, a la forma de dictar las leyes, a la forma de controlar el ejercicio del poder. Pero la forma no altera el contenido. Cuando afirmamos que
las leyes positivas deben ser conformes a la ley natural se alude a su contenido, y ello es válido, tanto para la ley dictada por un gobernante, como para la aprobada por un Parlamento o la establecida por referéndum o plebiscito. A todas las leyes, cualquiera que sea la forma de su establecimiento, es aplicable que deben ser justas. No solo el gobernante puede ser injusto, también lo puede ser el pueblo en su conjunto.


La democracia, no menos que el gobierno personal, está sometida a la ley impresa en la naturaleza. He ahí el radical sinsentido de someter a votación normas o principios de Derecho natural. El divorcio democrático, el aborto democrático o una no menos democrática discriminación racial, serán democráticos, pero no dejarán de ser sinrazones, asesinatos e injusticias, y más que democráticos habrá que llamarlos demagógicos.


La frase “no ha de imponerse a los no creyentes la creencia cristiana sobre la ley natural”, concediendo retóricamente esa creencia, la niega del todo. Pues los cristianos creemos que el contenido del Decálogo —además de haber sido revelado— es todo él de ley natural, afecta a todos y por esa ley seremos juzgados todos los hombres. Esos preceptos no son una opinión, sino una realidad objetiva alcanzable con la luz de la razón.

Javier Úbeda Ibáñez /ForumL.

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Normalizar el aborto deshumaniza


El doctor Joe Nelson presume de la satisfacción de realizar abortos a mujeres que ya lo han hecho en más de una ocasión



La deshumanización que provoca la aprobación y normalización de leyes como las del aborto o la eutanasia queda patente de manera muy gráfica en algunos de los profesionales médicos que se acaban convirtiendo en instrumentos necesarios para su puesta en práctica.
Con numerosas muertes a sus espaldas algunos de estos médicos pierden la conciencia sobre el bien o el mal y un ejemplo de ello es el que recoge “Life News” sobre un médico abortista que ha contado su testimonio en Twitter, pero que sin pretenderlo ha mostrado a la perfección esta “deshumanización”. Se trata de Joe Nelson, un médico que se presenta en su biografía de esta red social como un "amigable proveedor de aborto en el vecindario”.


"Me alegra el día"

La polémica comenzó cuando en un hilo de Twitter habló de la satisfacción que le produce realizar abortos o volver a ver a otra mujer en el abortorio y que anteriormente ya había acabado con su hijo. “Me alegra el día”, llega a decir, volver a ver en su consulta a una mujer para un segundo o tercer aborto. "Todos los días, veo pacientes que he visto antes para servicios de aborto pero terminan con otro embarazo no deseado. Cuando regresan, a menudo les da vergüenza volver a estar en esa posición y les preocupa que podamos juzgarlas. Nosotros no lo hacemos”, asegura.
Él mismo se define como un “médico de familia” pero que ahora se dedica únicamente a realizar abortos. En su mensaje en el que decía que le “alegra el día ver una cara familiar”.


Las opiniones provida, "parte del problema"

Cuando usuarios de Twitter provida vieron sus mensajes contestaron a sus afirmaciones recordando la banalización que estaba realizando con la muerte. Sin embargo, lejos de entrar en debate con ellos, Joe Nelson bloqueó a estos usuarios y afirmó que los activistas provida y sus comentarios negativos sobre el aborto son “parte del problema”.
The Blaze, medio que recogió esta polémica, recordó que “Nelson parece estar confundiendo erróneamente la oposición a matar bebés no nacidos con maltrato o juicio de mujeres, que es una postura común adoptada por los defensores del aborto para socavar la posición pro vida. Luego, Joe Nelson aplica esa lógica para llegar a la conclusión de que apoyar a las mujeres significa celebrar el aborto, hasta el punto de que puede ‘alegrarte el día’ ver a alguien tener que sufrir otro aborto".

ReL.
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Los grupos globalistas le hacen la guerra a los cuerpos de las mujeres africanas



Obianuju Ekeocha defiende a las mujeres africanas de los ataques de las organizaciones mundialistas a sus convicciones, sus valores y su misma salud e integridad física.

Etiqueta: sociedad


Su “Carta Abierta a Melinda Gates” (esposa de Bill Gates), del 6 de agosto de 2012 hizo célebre a la microbióloga nigeriana Obianuju Ekeocha, presidenta de “Culture of Life Africa”. Se consagró entonces como una de las voces de referencia en África contra el neocolonialismo ideológico que intenta imponer allí la cultura de la muerte, a pesar de la evidente resistencia de sus sociedades.

Acaba de publicarse en español su alegato más completo y contundente contra esa imposición: “Objetivo África” (Homo Legens), con prólogo de Gabriele Kuby, autora de La Revolución Sexual Global.


A pesar de su tono reivindicativo, Ekeocha no es victimista. Reconoce que el daño que están haciendo a África la introducción masiva de anticonceptivos o las presiones a favor de la legalización del aborto es un daño "en gran parte autoinfligido". Los organismos internacionales se aprovechan, por un lado, de la nefasta gestión económica de algunos gobiernos, que se endeudan hasta ser esclavos de los tenedores de la deuda; por otro, de la corrupción, "profundamente arraigada", de la clase dirigente; y por último, de que esos funcionarios corruptos se hayan convertido en "yonquis de la ayuda", que condiciona sus políticas porque el socorro económico que reciben suele llegar de las mismas fuentes que las imposiciones ideológicas.


Además, la idea de que estamos ante un "neocolonialismo" tiene raíces históricas por el proceso de independencia de los países africanos respecto a los países europeos, pero Ekeocha es consciente de que la cultura de la muerte es tan postiza en África como en las naciones cuyos gobiernos e instituciones la promueven. Estos "amos coloniales" que "destruyen las culturas e instituciones de los países a los que dicen estar ayudando", hacen "el mismo trabajo de deconstrucción en sus propios países".


Esa deconstrucción alcanza incluso el lenguaje. Ideas como "igualdad", "elección", "diversidad" o "derechos reproductivos" no tienen otra finalidad, "en la guerra contra la moralidad
tradicional", que encubrir los aspectos más siniestros de la cultura de la muerte "a fin de que no sean cuestionados en el debate público".

Durante la conferencia organizada el 17 de marzo de 2016 por la misión de la Santa Sede en las Naciones Unidas sobre “Mejores prácticas para el cuidado de la salud materna”, Ekeocha explicó que algunos conceptos de la Cultura de la Muerte encuentran dificultades en África incluso para ser traducidos.


Los órganos del mundialismo sentaron las bases de esta ofensiva en la “Conferencia de El Cairo sobre Promoción y Desarrollo” de 1994 y en el “Protocolo de Maputo” de 2003, cuyo artículo 14 sobre "salud y derechos reproductivos" es la vía de entrada del aborto y de la cultura contraceptiva.

Se trata de presentar África como un continente en el que la mujer está oprimida y esclavizada, y el aborto y los anticonceptivos como los arietes de su liberación. Pero Obianuju recuerda que desde la descolonización ha habido en el continente siete presidentas y doce vicepresidentas, y el porcentaje de mujeres en algunos parlamentos es superior al de los europeos: el 64% en Ruanda, por ejemplo, frente al 29% del Reino Unido.


Uno de los instrumentos privilegiados para deformar la realidad africana a través del lenguaje son los medios sistémicos, que "raramente dan buenas noticias" sobre África, resaltando sin embargo "todos los parámetros del fracaso". Las élites africanas se informan sobre todo a través de la CNN, que llega al 75% de las personas con ingresos altos y al 79% de los líderes de opinión.


Los datos que aporta Ekeocha en Objetivo África son apabullantes, y no tienen que ver solo con las ingentes cantidades de dinero invertidas en condones, dispositivos intrauterinos (abortivos) o abortos. Conciernen, por ejemplo, a la misma "redefinición de los derechos humanos" para promover el aborto o la homosexualidad.


Una muestra. La Revisión Periódica Universal sobre los derechos humanos es un mecanismo de la ONU mediante el cual los Estados miembros hacen "recomendaciones" con destino a otros Estados miembros. Pues bien: en los dos últimos ciclos de evaluación, 25 países asumieron el 90% de las recomendaciones sobre los llamados "derechos sexuales", con Canadá, Holanda, Francia y España a la cabeza. Europa emitió el 76% de las recomendaciones, la mayor parte dirigidas a África, mientras de África no salió ni una sola. Esto indica que "el discurso internacional de los derechos humanos está desproporcionadamente polarizado por la experiencia de los países occidentales y sus paradigmas regionales y domésticos".


El choque con la realidad africana no solo se da ahí. Un estudio de 2010 de USAID (agencia estadounidense para la ayuda al desarrollo) sobre el número de hijos deseados en todo el mundo ofrecía solo un 6% de hijos no deseados en África, con índices desde los 4,8 hijos en Ghana a los 9,1 en Níger y 9,2 en Chad. Obianuju se esfuerza en hacer comprender a la mentalidad occidental que cifras como las de Níger muestran que las mujeres en África, en general, "consideran que todos sus bebés son deseados, incluso cuando no se ha planificado el embarazo". ¿Dónde está la urgencia anticonceptiva, sino en los organismos mundialistas y en su obsesión por el control de población? En las mujeres africanas no.


También aborda Objetivo África el argumento de las muertes de mujeres. Menos del 8% están relacionadas con el aborto, pero es algo independiente de su legalización y tiene más que ver con las hemorragias y la carencia de donaciones de sangre. Todos los países del África subsahariana están por debajo del umbral mínimo de sangre necesario. Un dato elocuente: Suráfrica, que tiene una de las leyes abortistas más laxas del mundo, promulgada en 1996 por Nelson Mandela, tiene una tasa de mortalidad materna en el parto de 138 por 100.000 nacidos vivos, más alta que la de Botsuana (129), donde el aborto es ilegal.


Otra denuncia de Ekeocha es que la imposición de planes de contracepción no informa de sus efectos secundarios. En los países occidentales que imponen esos planes, las mujeres tienen una atención sanitaria de seguimiento que permite controlar y tratar esos efectos. Pero "si las mujeres africanas sufren las consecuencias del uso de anticonceptivos, las sufrirán sin que haya una atención médica de seguimiento".


De ahí que Obianuju no dude en hablar de "racismo filantrópico" y en afirmar que "las naciones, organizaciones y fundaciones occidentales le hacen la guerra a los cuerpos de las mujeres africanas", al combatir sus deseos de fertilidad, y además con prácticas que tienen efectos negativos sobre su salud que los sistemas sanitarios africanos no están preparados para abordar.

Carmelo López-Arias / ReL. 2020

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