martes, 27 de febrero de 2018

La crisis antropológica queda patente, dice un filósofo, al ver animalistas o vegetarianos (veganos) proabortistas


El conocido filósofo italiano, Luigi Alici, profesor de la Universidad de Macerata, presidente de Acción Católica italiana entre 2005 y 2008, ha denunciado en una entrevista las consecuencias que está produciendo la transformación antropológica de la sociedad.
De este modo, en una entrevista en La Fede Quotidiana, Alici afirma que “el problema real y grande y yo diría que el mal de nuestro tiempo, por un lado es la prevalencia de los derechos sobre los deberes, y por otro, la ruptura o al menos el desequilibro en la relación entre naturaleza y cultura”.

El relegar al hombre detrás de los animales
A la hora de explicar este punto, el filósofo moral italiano considera “un error pensar que el hombre es sólo cultura, como se afirma en alguna parte. Esta actitud se desliza fácilmente en el relativismo, conduce a la negación de la verdad en un sentido objetivo y conduce al exceso opuesto: el nihilismo”.
Sin embargo, apunta a otro “error” muy “insidioso”. Se trata del “modelo biocéntrico o naturalista”, y señala a “la ética de los ecologistas, vegetarianos o veganos y aquellos que exageran con los derechos de los animales” donde existe un “riesgo de extremismo”.

Los desequilibrios de la crisis antropológica
Para explicar esta postura, Luigi Alici asegura no tener nada en contra de animalistas, veganos o ecologistas pero, sin embargo, “su absoluto respeto por el medio ambiente y los animales me parece muy singular como una forma de proteger la vida, pero luego muy a menudo se declaran a favor del aborto, los vientres de alquiler y prácticas similares. Terminan colocando al animal en lugar del hombre y lo consideran aún más importante”.
A su juicio, “la crisis antropológica conduce a estos desequilibrios”.
El filósofo italiano explica que esta crisis antropológica que afecta a la sociedad “tiene graves efectos generalizados y el problema es que a menudo ni siquiera nos damos cuenta y no somos conscientes de ello”.

La importancia de tener las ideas claras
De este modo, considera que es necesario, incluso como creyentes, tener las ideas claras” ante un momento de gran “transformación” del mundo.
En este punto, es necesario una postura muy clara frene al aborto, la eutanasia o los vientres de alquiler, pues “tales prácticas son incompatibles con la moral cristiana y deben denunciarse con coraje”. Aunque cree que no basta con manifestarse en contra de ellas sino que se debe dar una batalla para mostrar a sus defensores el mal que producen al hombre.

El crecimiento del movimiento animalista
Al final todo esto está relacionado. Así lo afirmaba el naturalista Álex Lachhein en una entrevista con La Contra TV. Explicando la creciente influencia, al menos en los medios, del animalismo, habla del principio básico es que “los animales tienen derechos”. Y puso como ejemplo a Peter Singer, filósofo utilitarista y referente del movimiento animalista, al que “tienen en un altar” pese a que “hace apología de hasta la eugenesia”. De hecho, una de sus citas más conocidas es que “no parece muy sensato aumentar el consumo futuro de recursos limitados permitiendo que aumente el número de niños con deficiencias”.
Aclarando esta cuestión, este naturaliza explica que “los animales no tienen derechos porque no pueden tener obligaciones”. Para que esto pueda ser entendidos por todos afirma que “los derechos son una cosa de la sociedad humana y creada por humanos. Tú no puedes decir a un león que no puede comerse a una cebra ni que vaya a decirle esto a sus leoncitos”.
Para Lachhein la base de todo el problema viene en cómo el “marxismo cultural” ha ido poco a poco calando en los distintos estratos de la sociedad. Por ejemplo, relata, que el ecologismo político llegó a España proveniente de la entonces República Democrática Alemana (RDA) a través de la Stasi (órgano de inteligencia de la RDA comunista), que “empieza a socavar los cimientos de la cultura española de raíz cristiana”, un proceso parecido se ha seguido en otros países.
La estrategia para este naturalista está clara. Los ideólogos marxistas al ver que el comunismo económico estaba fracasando en muchos países apostó entonces por “derruir los cimientos”, y desde abajo “ir imponiendo el marxismo cultural, que es sinónimo de lo políticamente correcto”.

J. Lozano / ReL 2018

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¿Parir duele?


Todas las mujeres que se enfrentan a su primer parto se hacen esa pregunta. Las historias de los partos son aquéllas que las mujeres jamás olvidan. Parir se queda tan profundamente grabado en el cerebro que es imposible olvidarlo. La naturaleza ha hecho de ese acto, el de traer vida, el más importante y más impactante en la vida de cualquier mujer que es madre. Quizás por ello a las mujeres les gusta tanto hablar de sus partos. Algunas necesitan contarlos una y otra vez para que les pase el duelo si éste fue traumático. Otras lo reviven con lágrimas en los ojos, pero por la felicidad. Dar a luz es un acto tan extraordinario que incluso las mujeres son capaces de recordar los olores, las sensaciones y todo lo que sucedió al alrededor de ellos.

Pero si hay una conversación que todas tienen es sobre el dolor. Sobre el mucho o poco dolor que sintieron. Parir sin dolor es de hace poco, unas cinco o seis décadas. Hasta entonces no existía la analgesia. Había hierbas, potingues...pero no era suficiente para salvar la maldición bíblica: “parirás con dolor”. Blanca Herrera es matrona y nos habla al respecto.

¿El parto duele?...
Pues sí –explica la matrona. La mayoría, mayoría de las veces duele, y mucho. Es cierto que hay un pequeño porcentaje de mujeres que no lo perciben como doloroso, e incluso a algunas les resulta placentero. Pero para la mayoría de mujeres, el parto duele, cuenta. “Recuerdo el parto de una hermosa chica, que practicaba artes marciales y además cantaba. Durante las contracciones gemía con una potencia indescriptible, solo comparable al volumen de la música en una discoteca... y entre las contracciones se reía y charlaba amigablemente. Después de una de las últimas contracciones, cuando la cabeza ya era visible en la vulva, dijo sonriendo “la verdad es que esto es bastante llevadero”... La cara de su pareja fue un poema, y la mía, como matrona, supongo que también”, comenta divertida.

Pero ¿qué entendemos por el “dolor del parto”?
Elena, como buena matrona que es, tiene infinidad de anécdotas en su haber en atención al parto y en el ejercicio de su profesión se ha dado cuenta de que si no se medicalizasen tanto los partos cuando no hay ninguna necesidad, aclara, estos serían mucho menos dolorosos: “En algunas ocasiones he visto llegar al hospital a una mujer con 5-6 centímetros de dilatación, en fase activa de parto y tolerando perfectamente el proceso. Por protocolo se la ha tumbado en la cama, se le ha puesto el monitor fetal, se le ha canalizado una vía mientras le preguntaban los datos, se la ha explorado y roto la bolsa, se le ha puesto oxitocina sintética para que el parto evolucionara más rápido... y esa mujer, que estaba llevando bien el proceso se ha puesto a pedir la epidural a gritos. ¿Qué ha pasado?... Ella estaba tranquila y relajada, ha llegado al hospital, que en general es un sitio hostil y que da miedo, le han sometido a técnicas innecesarias que aumentan el dolor y su sistema se ha visto colapsado”, explica.
La cuestión es que –explica- lo que culturalmente se entiende por “parto” en realidad tiene muy poco que ver con cómo es un parto cuando evoluciona de forma fisiológica y sin interferencias. Y la idea que se tiene del “dolor en el parto” está muy condicionada por ello. Herrera lo tiene claro: cuando muchas mujeres mayores dicen, “ponte la epidural hija, no hay necesidad de “sufrir”, creo que hay que entender desde donde lo dicen. En la década de los 70-80, el parto pasó de ser un acontecimiento familiar, que la mayoría de las veces tenía lugar en el domicilio, a ser un acto médico que se llevaba a cabo en los hospitales y que consistía, como dicen los Monty Python en un fragmento de su película “El sentido de la Vida” en “extraer un bebé del cuerpo de su madre”.
A estas mujeres-prosigue- las sometían indiscriminadamente a técnicas y prácticas que aumentaban el dolor, con objeto de sacar a los bebés de sus cuerpos: se les tumbaba boca arriba, se ponía oxitocina, se rompía bolsa, se realizaban tactos, se realizaban episiotomías, se practicaban partos instrumentales... todo ello con un trato poco respetuoso hacia ellas y sus cuerpos. Las mujeres eran consideradas como menores de edad y sin derecho a decidir. Todo esto se hacía sin ningún tipo de analgesia, aunque en ciertas etapas del pasado también se utilizó la anestesia general. Por ello nuestras madres y abuelas tienen ese miedo atroz al parto y nos lo han transmitido. Sin embargo, sus propias madres y antepasadas ni lo cuentan ni lo vivieron así-sostiene.

¿Es lo mismo dolor que sufrimiento?
La matrona quiere que tengamos claro que no, que no es lo mismo dolor que sufrimiento, que son conceptos diferentes. He visto mujeres con epidural en el parto, que no han sentido ningún dolor, y sin embargo han sufrido enormemente. También he visto mujeres que se han enfrentado a partos largos y difíciles que han afrontado sin epidural, que han sentido dolor pero que por el contrario han gozado enormemente del proceso. El dolor es físico y también psicológico. Y varía mucho, muchísimo, de una mujer a otra; se verá afectado por el miedo, la ansiedad, el entorno, la evolución del parto, cómo esté colocada la cabeza del bebé, la compañía, la posibilidad o no de movernos libremente, las intervenciones, nuestros miedos y “fantasmas”, los miedos y “fantasmas” de quienes nos rodean, y un largo etcétera-explica.
“La intensidad y el grado de dolor varía mucho de unas mujeres a otras, e incluso entre un parto y otro, y esto depende de múltiples factores fisiológicos, psicológicos y supongo que en cierto grado heredados también”, sostiene. Al ser algo tan variable de unas mujeres a otras, el generalizar un método analgésico –la epidural-, para todas el mismo, es un error. Plantearse que el parto va a ser “indoloro” o poco doloroso, porque me he leído tal libro o he hecho tal técnica también lo es: luego nos llega el parto de frente, el miedo, la angustia y nos topamos de bruces con el fracaso-explica.
Para evitar “el sufrimiento”, hacen falta otras cosas: adecuar nuestras expectativas, buscar un entorno donde sentirse segura y relajada y abrir nuestra mente. Tan frustrante y tan mal recuerdo pueden tener las mujeres que se plantean un parto sin epidural y al final recurren a ella, como las que quieren ponerse y el parto evoluciona tan rápido y tan bien que no pueden usarla. Muchos estudios muestran que las mujeres se sienten más satisfechas con la experiencia de su parto, siempre que se hayan sentido “bien tratadas”, se les haya consultado y consensuado con ellas los procedimientos a seguir, y sus expectativas se hayan visto satisfechas. Para ello, “las expectativas deben ser realistas, hay que entender que el dolor puede estar ahí, no aferrarse a un determinado guión de parto”, sostiene.

¿Qué sentido tiene el dolor del parto?
Pues aunque no lo parezca, lo tiene. El dolor en el parto tiene una función. Otra cosa es que queramos o no padecerlo. Tal y como explica la matrona “como todos los dolores... el dolor del parto nos avisa de algo, el dolor de las contracciones del parto nos avisa de que nuestro bebé está en camino, que busquemos un sitio seguro, cálido y confortable, con el acompañamiento adecuado para que el parto tenga lugar y nuestro bebé nazca con seguridad. Si el dolor del parto no avisara, nuestro bebé podría nacer en cualquier momento, con leones cerca, o cuando estuviéramos esquiando o nadando en la piscina... Qué situaciones más complicadas ¿no?- explica.
El otro “sentido” del dolor en el parto es “dejarse llevar”, soltar el control, desinhibirse. Blanca Herrera nos recuerda que “el parto es algo involuntario (solo hay que ver cómo paren las mamíferas), y abandonar el control racional del proceso es esencial que ocurra. Las hormonas naturales del parto se encargan de eso, si lo permitimos. Por eso, en condiciones normales ninguna mujer actuaría como lo hace cuando está de parto; su conducta sería socialmente poco adecuada. En los partogramas antiguos (documentos donde se registra la evolución del parto), había un apartado para rellenar sobre el “comportamiento de la mujer” (excelente, bueno o malo)... ¡Denigrante! ¿No?– se cuestiona la profesional sanitaria.
Para que el parto fluya con naturalidad “la mujer ha de sentirse desinhibida, para gemir, para moverse libremente, para pujar cuando su cuerpo se lo pida, para contonearse sensualmente... Creo que eso solo es posible cuando el “dolor” se apodera de tu mente y te dejas llevar por él, sin inhibiciones y vergüenzas. El dolor te lleva a ese estado, a ese mundo, “el mundo parto”, en el que gimes sin vergüenza, en el que te da igual lo que digan o lo que piensen. Pero para poder llegar a este estado, también es cierto que tienes que confiar en que quienes están contigo te van a cuidar y proteger. Cuando te dejas llevar en estas circunstancias el dolor se hace bastante llevadero, es como una ola en el mar que te pega un revolcón, la dejas hacer y emerges nuevamente un poco para encontrarte con otra ola que nuevamente te zarandea... pero sales de nuevo a la superficie”.

Cuanto más incómoda se encuentre la mujer, más doloroso será el parto
Cuando el miedo, la ansiedad y la angustia conviven con el dolor en estas circunstancias hormonales, la situación cambia drásticamente-explica Herrera. “A ese cóctel hormonal se unen las catecolaminas del estrés, y entonces es cuando el dolor se convierte en “sufrimiento”, porque nuestra mente racional lucha enérgicamente para “no perder el control”, para ajustarse a lo que se espera de nosotras, para poder seguir manteniéndonos en nuestras casillas a pesar del dolor, para sentirnos “enteras”. Y en estas circunstancias el parto se hace más difícil y más doloroso”.

Y ahora... ¿Qué hago con el dolor?
Una vez que ya hemos encontrado algo de sentido al dolor del parto, ¿qué hacemos? “En las últimas décadas la epidural se ha desmarcado en nuestro país como el mejor y único método de alivio del dolor en el parto. Pero las organizaciones científicas internacionales reconocen que el parto fisiológico sin intervenciones tiene importantes beneficios para la madre y para el bebé, por lo que hay que apoyar a aquellas mujeres que deseen utilizar métodos alternativos de alivio del dolor en el parto. Hay evidencia de que la epidural aumenta la tasa de partos instrumentales, prolonga la segunda fase del parto, aumenta la incidencia de hipotensión materna y de fiebre intraparto, por lo que requiere de más intervenciones médicas para controlar los efectos adversos... Por esta, y otras razones, no es la panacea”, y esto, recalca la matrona, es importante explicarlo en los cursos de preparación al parto.
Desde mi punto de vista como matrona, lo lógico sería individualizar la atención: “Cosas tan simples como tener una buena compañía en el parto, poderse mover libremente, el agua caliente o el masaje tienen un efecto reductor del dolor científicamente comprobado, son perfectamente inocuas y permiten la participación de la mujer. Muchos métodos son complementarios y no excluyentes, de manera que podemos empezar con los más sencillos, e ir complementando si es necesario en función de las necesidades y deseos de la mujer, llegando incluso a la epidural en caso de que no consigamos por otros métodos proporcionar el confort necesario, o en casos de partos más largos o complicados. Incluso en este caso reduciríamos los riesgos de la epidural al tenerla menos tiempo puesta. Pero empezar por no realizar prácticas innecesarias que aumentan el dolor ya es un avance importante”, concluye.

La Rzn., 2018

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Lleva diez años intentando conocer sus orígenes biológicos


Una víctima sin filiación denuncia la donación anónima de esperma y óvulos: «Un capricho de adultos» ¿A qué soledad existencial se condena a un niño a quien se niega conocer su filiación?

El drama de los niños que ignoran sus orígenes porque fueron abandonados al nacer, o nacieron de padre desconocido o incluso de madre atendida en el parto que luego desaparecía sin dejar huella es tan antiguo como la humanidad. Lo nuevo es, por un lado, la existencia de técnicas de reproducción asistida mediante óvulos o espermatozoides procedentes de donante anónimo; y, por otro, la presión de los grupos LGTBI o de los negociantes de vientres de alquiler para que ese anonimato sea respaldado e incluso impuesto por la ley.

El anonimato ya no es, así, una decisión posterior al embarazo y como consecuencia del mismo, sino previo a él y como manifestación de un supuesto "derecho al hijo" de los adultos, aunque ese hijo nazca a priori con el estigma de ignorar cosas esenciales sobre sí mismo. Son personas a quienes se les impide conocer su filiación, condenadas de por vida, por disposición legal, ellos y sus descendientes, a ignorar cuáles son sus orígenes.

Ésta es una de las cuestiones sometidas actualmente a debate en Francia. Desde el pasado 18 de enero se han convocado, evocando la Revolución de 1789, lo que se ha dado en llamar "Estados Generales de la bioética". Se trata de un proceso de debates ciudadanos y de expertos, pilotado por el Comité Consultivo Nacional de Ética (organismo creado en 1983 por François Mitterrand), con objeto de revisar la legislación implantada en el país en 2011 en aspectos como la congelación de óvulos, la maternidad subrogada, la donación anónima de esperma, entre otros.

Sylvie Boulloud es una víctima de la filiación desconocida. Y aunque su caso se enmarca dentro de los casos "tradicionales", ha escrito un artículo en Le Figaro para alertar contra la injusticia que supone afirmar el "derecho a un hijo" a quien se priva deliberadamente y a priori del derecho fundamental a saber quién es.

En 2008, al solicitar una partida de nacimiento para renovar el pasaporte, Sylvie Boulloud, realizadora audiovisual y publicista, descubrió que era adoptada y que en sus orígenes biológicos solo había una X. Inició entonces una investigación para intentar descubrir sus orígenes. Diez años después, aún no lo ha conseguido.

"NACIDA BAJO PARTO ANÓNIMO, SOY UNA ISLA A LA DERIVA EN MEDIO DEL OCÉANO"
Hoy en día, la reproducción asistida permite que parejas infértiles o que tienen riesgo de transmitir una enfermedad grave tengan un hijo por fecundación in vitro (FIV), por donación de óvulo o de esperma.
La nueva ley estudiada por el Comité Consultivo Nacional de Ética (CCNE) permitiría la reproducción asistida a mujeres solteras o que viven en pareja, por razones sociales y no médicas. Es decir, que mujeres que puedan dar a luz y que deseen un hijo podrán concebirlo a través de la FIV. Ya sea porque no han encontrado el hombre-padre ideal, o porque no desean tener una relación con un hombre debido a su orientación sexual. Estos niños nacidos por donación de esperma o de óvulos ignorarán siempre su ascendencia.

Contra la verdad biológica de la filiación
¡Y el CCNE afirma que protege el interés de los niños! Al escuchar las argumentaciones de estos eminentes especialistas que desbaratan la verdad biológica de la filiación para fundar una familia en favor de un sentimiento, planteo la pregunta sobre sus orígenes: ¿de dónde vienen ellos?

Por mi parte, hablo como persona nacida bajo "parto anónimo": no conozco ni a mi madre, ni a mi padre biológico, no sé cuál es mi procedencia ni conozco la historia de mis antepasados. Por todo esto, la filiación materna de mis hijos está interrumpida. Pienso en los antecedentes genéticos, biológicos: ¿cáncer? ¿artrosis? ¿diabetes? No lo sé. ¿Y si quisiera saberlo? Me envían al CNAOP (Consejo Nacional para el Acceso a los Orígenes Personales), una especie de servicio contable que registra las peticiones y coteja los dossiers cuando existen. Ese organismo fue creado para evitar que Francia fuera condenada por el Tribunal Europeo de Derechos del Hombre.

Nacer en un lugar es tener un vínculo de pertenencia anclado en un tiempo y un territorio. Que podemos aceptar o rechazar. Mucha gente me replica diciendo que habrían preferido no tener una familia, pues su infancia fue un calvario. Pero al menos conocen sus raíces, su punto de origen, a partir del cual se ha construido una historia humana y social. Por mi parte, yo no siento ninguna pertenencia, ningún vínculo -con excepción de mis hijos- y mis deberes se limitan a la justicia y la moral. Soy una isla a la deriva en medio del océano.

Niños silenciados por el Estado
Entonces pienso en los niños que nacen mediante reproducción asistida. Conocer el origen de su concepción se confiará a la buena voluntad de una mujer que dice ser su madre. Para este niño, la célula familiar tendrá múltiples configuraciones. Según la vida que haya elegido su madre, tendrá una madre y ningún padre. Una madre y un padre que no viven juntos. Dos madres y ningún padre. Dos madres y dos padres que no vivirán juntos si la madre elige un padre con pareja homosexual. Si la familia donde nace el niño se rompe y se vuelve a recomponer, los esquemas se renegociarán. En cualquier caso, el niño que sabe de su concepción no tendrá nunca acceso a su ascendencia. Y el niño al que se le haya ocultado su concepción, seguirá ignorando sus orígenes.

Desde que existe el bebé-probeta con donante, ya no podemos saber qué pasa con estos niños: ¿cómo viven? ¿cómo crecen? Ignorantes de su origen, estamos obligados a olvidarlos. Son individuos silenciados por los adultos y por un Estado que hablan y deciden por ellos. Menores de por vida. Lo que es práctico, porque sirve para declarar públicamente que estos niños se portan bien.

Por suerte, grandes naciones han tenido la valentía de cambiar la ley aboliendo el anonimato de los donantes: Suecia en 1984; Austria y Suiza en 1992; Australia en 1995; Islandia en 1996; Noruega en 2003; Holanda y Nueva Zelanda en 2004; el Reino Unido en 2005; Finlandia en 2006 y Bélgica en 2007.

Contrariamente a las expectativas de los CECOS (Centros de Estudio y Conservación de Óvulos y Esperma), las donaciones no se han agotado, pero han cambiado el perfil de los donantes. Hoy en día se reflexiona, se piensa seriamente sobre la donación. Los niños para los que conocer su identidad biológica es importante tienen acceso a su ascendencia, a esta historia singular y única.

Gentes "modernas" y presión de pequeños "lobbies"
Una pregunta me inquieta: ¿por qué en una democracia hay hombres y mujeres que piensan que el nivel más alto de su humanidad consiste en una posición que creen ser "moderna", fantaseando con el futuro de una historia contemporánea generosa y sin complejos?
El CCNE, formado por hombres y mujeres nacidos de padres biológicos y, por lo tanto, libres de cuestionar su filiación ante la evidencia de su nacimiento, se propone modelar la familia del futuro de todo un país por la exigencia de un pequeño grupo de lobbies. En Europa hay una carrera para ver qué país es el más "moderno" y esta ley se vende como ineludible con el pretexto que países limítrofes ya han adoptado la reproducción asistida o utilizando el argumento del número de las mujeres de Francia que recurren al turismo médico.
De alguna manera, el CCNE está dando una firma en blanco a esta orden: sed los emprendedores del futuro, imaginad la familia de mañana, eliminad a todas estas madres y estos padres que son el origen de todas las neurosis. En su deseo de corregir los desequilibrios, estos expertos crean muchos más. Este ley beneficia sólo a las mujeres, negando todo derecho de tener un niño a los hombres, que quedan reducidos a la mera función de productores de esperma. Al borrar toda idea romántica de una unión amorosa que tiene como resultado un hijo, el amor está considerado en su carácter absoluto.
Al poner el amor y el hijo al mismo nivel que la vida y la muerte -el derecho a la vida, el derecho a la muerte- el amor y el hijo se convierten en derechos. Es un amor muy calculado, en el que elijo el óvulo, el espermatozoide, el sexo, el color de los ojos y el día del parto. A este amor le niego todo derecho de autonomía: yo sola decido si conocerá o no su origen. Como el amor tiene infinidad de formas, los ejemplos de maltrato y de abandono de hijos biológicos se ponen como ejemplo para demostrar que la gestación natural no protege de los dramas y los abusos. Lo que implica que la reproducción asistida es una demostración de "buen-trato", y que una concepción deseada y meditada es más sólida que una salvaje. La cultura contra la naturaleza.

En A.I. Inteligencia Artificial (2001), de Steven Spielberg, el niño-robot David (Haley Joel Osment) quiere transformarse en humano. Está programado para sentir las emociones hacia una madre humana adoptiva. Pero ésta acaba abandonándole porque no es su hijo biológico y David muere de amor. Al volver al laboratorio que le programó, descubre otros "David" idénticos a él, que esperan ser adoptados con el eslogan: "Por fin, un amor tuyo”.

¿Quién se encargará de determinar el grado de amor necesario para abrir el derecho a la reproducción asistida? ¿Los laboratorios farmacéuticos? ¿El estado? ¿Los psiquiatras? ¿En qué escala? A mí, por ejemplo, me gustan muchísimo los bebés en general; me gustan menos los adolescentes apáticos y aún menos los adultos estúpidos.

Detrás de esta historia se esconde toda una industria que, en nombre del progreso y la modernidad, desea tecnificar lo que la naturaleza hace de manera natural. Siempre hay que buscar a quién beneficia el crimen: el estado tiene la función de limitar y controlar los excesos de las sociedades capitalistas, como también los excesos de buenos sentimientos. Instrumentalizar así el fundamento de todas las sociedades humanas es un crimen. ¡Es tan fácil deconstruir...!

Ser moderno es, también, saber renunciar. Renunciar a ser madre o padre cuando esto no es posible, como yo renuncio a ser director de orquesta o cantante por falta de talento.

Renunciar es, también, elegir otro camino, otro recorrido. Es reflexionar sobre las consecuencias de nuestros propios deseos cuando son imposibles. O bien decidir ser por fin adulto verdaderamente y abrir a los niños nacidos por FIV o adoptados el acceso a sus orígenes biológicos, en nombre de este principio tan recordado de "igualdad para todos".

Si nuestro mundo fuera el de los buenos sentimientos, suscribiría con gusto esta generosidad universal. Por desgracia, fui adoptada por los buenos sentimientos de una familia, de vecinos, de médicos y de un estado que orquestaron mi vida, me mintieron sobre mis orígenes, me instrumentalizaron según su capricho de adultos. Estos buenos sentimientos se llaman conformismo, cobardía, orgullo. No es moderno y no siempre es amor, palabra prostituida a fuerza de haber sido corrompida por los eslóganes.

ReL, 2018 / traducción de Helena Faccia Serrano

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jueves, 8 de febrero de 2018

Las mentiras del caso Roe vs Wade que aprobó el aborto en EEUU


Llegan al cine con Voight y Loeb, un caso que cambió la historia de EEUU

El famoso caso Roe vs Wade con el que se legalizó el aborto en Estados en 1973 y que ha provocado más de 50 millones de abortos en estas cuatro décadas, llegará al cine próximanente. Pero lo hará contando lo que realmente pasó y relatando todas las maniobras y mentiras que llevaron a los jueces a fallar a favor de la muerte de los inocentes.
Para ello, dos caras visibles de Hollywood se enfrentarán a la dictadura de lo políticamente correcto de la industria y junto a líderes próvida, llevarán a cabo este proyecto. Se trata del veterano actor Jon Voight, ganador de un Oscar y padre de Angelina Jolie, y del productor y actor Nick Loeb, exmarido de Sofía Vergara. Otra cara visible será la de Alveda King, sobrina de Martin Luther King y activista provida.

La historia de una gran mentira y manipulación
"Esta es la historia no contada de cómo [los activistas del aborto] mintieron y manipularon a Jane Roe, los medios y los tribunales para que tomaran la decisión de permitir el aborto en 1973", comenta Loeb a LifeNews.
La película hará un seguimiento a personajes clave en este asunto durante la década de 1970, incluidos el exabortista doctor Bernard Nathanson y Betty Friedan en el lado proaborto, y la doctora Mildred Jefferson, la primera mujer afroamericana en graduarse de la Facultad de Medicina de Harvard, en el lado provida.
"Bernard y Betty, junto con el equipo de Planned Parenthood, buscan en el país a una chica embarazada que puedan usar para demandar al gobierno por su derecho a abortar", explican en la web del proyecto.

El "peón perfecto" para el caso
Es así como encuentran el "peón perfecto" en Norma McCorvey, la Jane Roe en el caso de Roe vs Wade, la decisión de la Corte Suprema de los EEUU que permitió el aborto en 1973. McCorvey más tarde se convirtió al catolicismo y se hizo activista provida y luchó para revocar el fallo que lleva su nombre. Ella y otras personas atestiguaron que ella fue manipulada y utilizada por activistas del aborto para lograr su agenda mortal.
Bernard Nathanson, considerado el rey del aborto, se dio cuenta del mal que había realizado y se convirtió en un activista provida
La película examinará las mentiras y las tácticas manipuladoras de los activistas del aborto,  de personas como McCorvey y Nathanson, que más tarde cambiaron de parecer, y destacados defensores de la vida como Jefferson que lucharon valientemente para defender el derecho a la vida de los bebés en el útero.

Un recorrido por el abortismo estadounidense
La película también abordará el racismo entrelazado en la industria del aborto a través de la fundadora de Planned Parenthood, la racista y eugenésica Margaret Sanger, y la lucha de Jefferson por los bebés por nacer y las personas de color.
"Esta película es la historia real no contada de cómo montañas de mentiras llevaron a una injusticia que ha privado a millones de personas de la dignidad humana y los derechos humanos", afirma King en un video promocional de la película.

Llegará a más de 1.000 salas de cine
De hecho, la sobrina de Luther King hará un cameo en la película mientras que Voight, que ha defendido posturas provida en Hollywood hará de juez de la Corte Suprema.
La película será distribuida en más de 1.000 salas por lo que los productores afirman que con que “una sola persona cambia como resultado de esta película, habremos salvado una vida”. Además, han anunciado que el 10% de los ingresos netos que reciba la película será destinado a organizaciones y causas provida.

Un caso límite falso para implantar el aborto
El caso que implantó el aborto libre en EEUU, llamado Roe vs. Wade, se inició a comienzos de 1970. Las abogadas abortistas Sarah Weddington y Linda Coffee, recién graduadas de la Facultad de Leyes de la Universidad de Texas, necesitaban un caso límite para tumbar la ley provida de Texas, que tenía más de cien años.
Norma McCorvey, con el pseudónimo "Roe", alegó ante la corte de justicia el haber sido violada por una pandilla y quedar embarazada. Reclamó poder abortar. Mientras se tramitaba el juicio, la niña nació y fue dada en adopción.
¿Por qué era ella la elegida idónea? "Eres blanca, eres joven, y quieres abortar", le dijeron sus abogadas. Ella ni siquiera sabía lo que era un aborto. Le dijeron que lo que llevaba en su seno eran solo unos tejidos.

Las mentiras de la abogada que la hicieron rica
Norma nunca llegó a hablar ante el juez, nunca testificó ni estuvo presente en ninguna de las audiencias de su caso. Firmaba lo que sus jóvenes abogadas le entregaban. "El caso entero fue una abstracción", declararía años después.
Una de aquellas abogadas, Sarah Weddington, reconocería años después en un discurso en el Instituto de Ética de la Educación, en Oklahoma, la falsa violación había sido una estratagema para lograr la despenalización general del aborto. "Mi conducta pudo no haber sido totalmente ética. Pero lo hice por lo que pensé fueron buenas razones", afirmó la abogada. La jurista ganó mucho dinero con su activismo abortista y se le premió con el cargo de ayudante en 1978 del presidente Jimmy Carter.

J.L. / ReL 2018

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miércoles, 7 de febrero de 2018

Transexuales reprochan la pasividad de sus médicos


Una queja muy frecuente entre quienes se han arrepentido de sus operaciones de mutilación o tratamientos hormonales para "reasignación" de sexo se dirige a los médicos que les atendieron sin ofrecer alternativas ni advertir de la posibilidad de emprender un camino psicológicamente reversible... pero físicamente irreversible.

Es cierto que el lobby LGTBI, gracias a su respaldo mediático (campañas de denigración pública de personas) y político (leyes de imposiciones y multas), intimida de tal forma a todo aquel que pueda cuestionar sus planteamientos, que un facultativo que atienda a una de estas personas puede temer razonablemente perder su trabajo y el sustento familiar si las orienta en dirección distinta a la dogmatizada por la ideología de género.

Con todo, Ryan T. Anderson, ha recogido algunos casos particularmente graves, de personas que han hecho la doble transición y formulan expresamente esa crítica. Todo ello se incluye en su libro, de aparición inmediata: “Cuando Harry se convirtió en Sally”. Respondiendo al momento transgénero. El título del libro evoca la película Cuando Harry encontró a Sally, dirigida en 1989 por Rob Reiner e interpretada por Meg Ryan y Billy Crystal, y ha sido comentado por Austin Ruse en Crisis Magazine:

MONSTRUOS MÉDICOS ENTRE NOSOTROS
Ryan Anderson ha publicado un libro con una argumentación muy extensa, razonada, meditada y llena de matices contra el movimiento y la ideología transgénero. En él también hay una condena feroz a la complicidad de los médicos y terapeutas, que se puede interpretar como un acta de acusación.
Ryan Anderson forma parte del equipo directivo de The Heritage Foundation, y es el fundador y director de Public Discourse. Anderson se licenció en Princeton y se doctoró en Filosofía Política en la Universidad de Notre Dame. Sus estudios se han centrado en el matrimonio, la libertad religiosa y últimamente la ideología de género.
Hay mucho que elogiar en el libro When Harry Became Sally [Cuando Harry se convirtió en Sally], que sale publicado en febrero, pero lo que llamó mi atención fue, sobre todo, el capítulo dedicado a las víctimas del transexualismo y su rabia genuina hacia los médicos y terapeutas que les mintieron, no les ofrecieron opciones y les causaron un daño real y permanente. No estoy seguro de que Anderson quisiera realmente expresarlo de este modo, pero en el capítulo sobre «las personas que de-transicionan» [que después de transicionar a un género no asignado biológicamente, desean volver al género con el que nacieron], la culpa de los médicos y terapeutas -que realmente parece que podrían ser procesados legalmente-, se lee en cada página.
Una chica empezó a ponerse gel de testosterona a los 18 años; al cabo de poco tiempo, empezó con inyecciones. En la universidad su «voz se rompió», sus caderas se estrecharon y sus hombros se ensancharon. Luego le amputaron sus pechos sanos en una operación chapucera que le dejó cicatrices tremendas. Anderson resalta que en todas estas interacciones con los profesionales médicos nunca fue asesorada, ni le preguntaron «por qué sentía tanto deseo de ser un hombre». Ahora dice: «Me he convertido en una mujer que parece un hombre. Siempre tendré una voz rota y ya nunca tendré pechos…». Nunca recibió asesoramiento.
Anderson afirma que es un tema común en quienes se arrepienten de su cambio de sexo: sienten como si hubieran sido presionados a llevar a cabo la transición. Dice: «Lamentan que los profesionales médicos nunca se interesaran en las cuestiones psicológicas subyacentes». Es como si sólo hubiera una respuesta a la disforia de género: tratamiento y cirugía.

Cari
Una joven llamada Cari es una de las muchas personas que han «de-transicionado» y que relatan sus historias en YouTube. Socialmente transicionó a los 15 años, empezó a tomar hormonas a los 17 y después hizo que le amputaran los pechos. «De-transicionó» a los 22.
La experiencia que tuvo Cari con los profesionales es la habitual. Un terapeuta especialista en género le recetó testosterona después de 3 ó 4 visitas. Dice: «Cuando estaba transicionando, nadie en el ámbito médico o psicológico intentó disuadirme, ofrecerme otras opciones, hacer realmente algo para impedir que siguiera adelante; sólo me dijeron que esperara a cumplir los 18…».
Cari quiere saber si hay algún otro trastorno médico en el que «entras en el despacho de un médico, le dices que te sientes de una cierta manera -que no se puede demostrar objetivamente, pero que puede estar causada por un trauma, problemas mentales o factores sociales-, y lo que recibes es un tratamiento médico que altera tu vida en cuanto lo dices».

Max
Max empezó a transicionar de mujer a hombre cuando tenía dieciséis años. Tras la terapia hormonal, le extirparon los pechos. Dice: «Durante mucho tiempo sentí que no tenía otra elección y la razón es que no se me ofrecieron otras posibilidades. ¿Cómo puede alguien dar realmente su consentimiento informado a la transición cuando cree que la única alternativa es una vida terrible que, en última instancia, puede acabar en suicidio?».
Max considera que, de alguna manera, tiene mucha suerte, porque no llegó a hacerse la histerectomía que tenía pendiente de programar. Sin embargo, afirma que la profesión médica le ha causado mucho daño. Acusa especialmente al médico que le extirpó los pechos y a lo que ella llama «el conjunto de la industria médica».

"Crash"
Una joven llamada «Crash» dice que el trauma que le produjo el suicidio de su madre, junto a lo que describe como «una misoginia interiorizada», seguramente causada por acoso, son las razones que la llevaron a la disforia de género y a su deseo de ser chico. Ni un solo terapeuta exploró estos traumas ni la ayudó a afrontarlos. Ninguno le preguntó que había detrás de su deseo de ser chico.
Afirma que los profesionales de salud mental y los terapeutas especialistas en género la dañaron. La mujer médico que la visitaba era muy empática y «la tranquilizaba», pero «me hizo tomar un tratamiento que me causó trastornos con los que aún hoy tengo que lidiar». Crash afirma que los médicos «la ayudaron a destruirme».

Carey
Alguien que apoya la Tercera Vía Trans, un hombre que intentó transicionar a mujer, afirma que el hecho que te den un tratamiento hormonal después de dos visitas en un terapeuta incumple los estándares médicos de entonces, pero no los actuales.
Carey Callahan intentó transicionar a hombre y, según Anderson, «ahora mira con consternación a los médicos que no respetaron su cuerpo, sino que lo trataron como un experimento». Anderson describe también el horror que Carey siente por «haber sido sometida, por parte de los profesionales médicos, a procedimientos tan drásticos sin tomar en considerar su confusión mental y su trauma no afrontado».
El problema es que los profesionales de salud mental, los asesores especialistas en trastornos de género, los médicos y los profesores creen que los niños que demuestran tener cualquier tipo de trastorno de género son probables candidatos a la transición. Y sólo hay una respuesta a este trastorno: tratamiento y cirugía.

Jazz
Cuando era muy pequeño, a Jazz Jennings le gustaban desabotonarse su pijama-ranita y esto significaba que quería llevar un vestido y ser una niña, por lo que su entorno actuó en consecuencia. Los ideólogos de género creen que cualquier resistencia es problemática, e incluso ilegal. Hay que mentir a los padres que se resisten y, si es necesario, avisar a Protección de Menores para quitarles al hijo en cuestión.
Esto es lo que ellos, los ideólogos, prescriben para un niño al que le gusta desabotonarse su pijama-ranita. La transición social a una edad tan temprana como cinco años. Terapia de sustitución hormonal a los dieciocho. Cirugía poco después. Ni siquiera se les ocurre informar que los bloqueadores de la pubertad pueden detener cambios corporales que nunca se recuperarán. En el libro de Anderson se cuenta de una pobre alma de treinta años que cree que puede recuperar su pubertad perdida. No puede. La pubertad acaba en la pubertad.

Medios y activistas
Anderson, justamente, no sólo acusa a los médicos, sino también a los periodistas «que, sistemáticamente, pregonan el éxito de los procedimientos de reasignación de sexo y exageran las evidencias a su favor».
Y luego están los activistas que denigran, e incluso se burlan, de las víctimas de la ideología del cambio de sexo. Zack Ford, vinculado a la izquierdista ThinkProgress y que es un verdadero acosador de Ryan Anderson, tuiteó hace poco insinuando que Walt Heyer, que se arrepiente de su cambio de sexo e impulsa la necesidad de afrontar los problemas psicológicos, nunca fue realmente un «transgénero». Ford seguramente tiene razón acerca de esto, pero sobre lo que está equivocado es que nadie es realmente transgénero, porque la mayoría de ellos luchan con problemas psicológicos subyacentes y son atraídos con engaños por terapeutas sin escrúpulos, médicos chapuceros y activistas como Zack Ford para que acepten la transición.
El transexualismo es un «contagio social», como dice una de las personas del libro de Anderson. Hemos visto estos contagios sociales antes. Hubo una época en la que la histeria llevó a quemar a las mujeres porque se pensaba que eran brujas. Hubo un tiempo, no hace mucho, en que la histeria llevó a acusar a trabajadoras sociales por falsos recuerdos de abusos sexuales implantados en los cerebros de niños por psiquiatras ideologizados.
Esperemos que llegue el día en que las víctimas de la histeria del cambio de sexo acusen a los terapeutas y médicos que, en palabras de las víctimas, destrozaron sus vidas.
Hay mucho más en los siete capítulos restantes de When Harry Became Sally. Hay que felicitar a Ryan Anderson por este importante y valiente libro, que seguramente le acarreará océanos de oprobio por parte de la izquierda sexual.

ReL., 2018

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