La feminista Agacinski denuncia los vientres de alquiler y la extensión de la reproducción asistida
Tampoco apoya la
adopción por parte de parejas del mismo sexo
En su último ensayo, la filósofa y feminista
Sylviane Agacinski, esposa además del ex primer ministro socialista francés
Lionel Jospin (1997-2002), formula algunas advertencias contra la extensión de la reproducción
asistida (PMA por sus siglas en francés)
a parejas lesbianas y también contra la gestación subrogada (GPA por sus siglas
en francés). Como fondo, una cuestión capital: la filiación del hijo y su derecho a una padre y una madre. Eugénie
Bastié sintetiza sus argumentos:
"Evidentemente", respondió la
ministra de Sanidad, Agnès Buzyn, cuando se le planteó la pregunta sobre la posibilidad
de que se reembolsen los gastos de la reproducción asistida a las parejas
lesbianas o mujeres solteras. Una frase lapidaria que resume la actitud mental
del campo del "progreso" ante los "avances" bioéticos: la
política avanza siguiendo el criterio de la 'evidencia'. Es justamente para
recordar que no se trata de algo
evidente por lo que la filósofa Sylviane Agacinski ha proporcionado un
argumentario tan conciso como claro, publicado con el hermoso título de L'Homme désincarné [El hombre desencarnado]
en la colección Tracts, de la editorial Gallimard. La autora de “Corps en
miettes y Tiers-corps” quiere, en este breve ensayo de 40 páginas, cincelar su
reflexión sobre la encarnación en la época de las tecnologías de la
reproducción.
La filósofa no duda en ir contracorriente
respecto a las posiciones mayoritarias de su familia política, la izquierda, y
lamenta "una especie de intimidación,
por no decir de terror intelectual, que hace callar a muchos de los que se
plantean estas cuestiones, sobre todo en los ámbitos mediático,
universitario y político". En absoluto intimidada, se atreve con
perseverancia a llevar las cuestiones hasta el final y a desarrollar las
consecuencias del progreso que son presentadas como inevitables. Ya conocíamos
su oposición a la gestación subrogada, que compara con la
"esclavitud".
Paradigma antropocéntrico
En L'Homme
désincarné la feminista va aún más lejos y también recuerda los problemas
éticos que plantea la reproducción asistida. La generalización de una práctica
antes reservada sólo a las personas que sufrían de infertilidad hace que la medicina pase del paradigma
terapéutico al paradigma antropocéntrico y sus vertiginosas consecuencias.
"Hablar de la infertilidad de una persona
sola, de una mujer que ha superado la edad de la menopausia o de una pareja del
mismo sexo es un sinsentido puro y duro", afirma contundente la filósofa.
Preocupada por las distinciones, le da una
lección a la mención lapidaria y sistemática a la igualdad, utilizada para
poner fin a toda posibilidad de debate. Hay que recordar, escribe, que "la
reproducción (asistida o no) no tiene
nada que ver con las orientaciones sexuales y que, por el contrario, tiene todo
que ver con la asimetría de los dos sexos, que en la materia no son ni
equivalentes ni iguales. En este ámbito, una
pareja del mismo sexo no es equivalente a una pareja sexualmente mixta, y
el principio de igualdad ante la ley no impide al legislador resolver de manera
diferente situaciones que son diferentes".
Desaparición del padre: adiós a la filiación
Por último, Sylviane Agacinski se pregunta
sobre el cambio en la filiación que implica la desaparición del padre en la
procreación. Efectivamente, "el
vínculo de un niño a dos líneas parentales no equivalentes significa para él su
propia inscripción en el género humano, universalmente mixto".
Influida por el pensamiento griego, Sylviane
Agacinski es una filósofa de la encarnación. Describe la llegada de una
sociedad descristianizada en la que "la esperanza de liberarse de la carne
no ha desaparecido", pero que ha
sido desplazada hacia el poderío tecno-científico.
Citando a Merleau-Ponty ("Yo no tengo
cuerpo, yo soy mi cuerpo"), Agacinski aboga por una vuelta al sentido
común: ante todo somos, como ya decía
Aristóteles, seres vivos, es decir, marcados por el nacimiento, la reproducción
y la muerte. Renunciar a estos límites implica nuestra deshumanización.
"El Comité Consultivo Nacional de Ética
[CCNE, por sus siglas en francés] no existe para indicar dónde están el bien y
el mal", aseguró hace poco el profesor Jean-François Delfraissy. Sylviane
Agacinski responde: "Si la ética se
desmorona, el derecho está perdido".
Una obra esclarecedora que permite hacerse una
idea de los desafíos vertiginosos que acompañan a avances presentados como
inevitables.
Eugénie
Bastié en Le
Figaro, 2019 / Traducción de Elena Faccia Serrano. ReL
Etiquetas: Vientres alquiler
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