Donación de órganos, nueva frontera de la eutanasia
¿Existirá en un futuro más o menos próximo el concepto de
"muerte por donación", es decir, que la extracción de órganos sea la
causa inmediata y directa del fallecimiento del paciente? Hoy por hoy es
ilegal: el ordenamiento jurídico exige que se haya producido la muerte del
donante para que pueda procederse a la operación quirúrgica que rescate alguna
parte de su cuerpo para salvar la vida de otra persona.
Sin embargo, ya existen voces que piden que se elimine esta
exigencia. "En congresos médicos internacionales a lo largo de 2018 y
2019", cuenta el doctor E. Wesley Ely en un artículo publicado
recientemente en USA Today, "he asistido al debate, por parte de cientos
de especialistas en trasplantes y atención de emergencia, en torno a la
'donación después de la muerte'. Se refiere a un escenario en rápida expansión
en Canadá y algunos países de Europa Occidental, en el que una persona muere a
consecuencia de la eutanasia, mediante una inyección letal que ella misma ha
pedido, y enseguida se le opera para coger órganos para donación".
Pues bien, continúa, en cada uno de esos congresos ha
surgido la cuestión de la 'muerte por donación', esto es, "acabar con la
vida de una persona con su consentimiento informado, llevándoles al quirófano
para allí, bajo anestesia general, abrirles pecho y abdomen cuando aún están
vivos para quitar órganos vitales y trasplantarlos a otra persona".
Se trata de ganar unos minutos preciosos para disminuir el
tiempo de isquemia, esto es, el tiempo durante el cual el órgano trasplantado
deja de recibir sangre del organismo muerto. Los 5 o 10 minutos que tarda en
producirse la muerte por inyección letal podrían así ganarse para mejorar la
calidad del órgano obtenido y mejorar las posibilidades de una implementación
exitosa en el receptor.
El doctor Ely no oculta su preocupación ante esta nueva
línea roja que parece estar dispuesta a cruzar la mentalidad eutanásica en
aquellos países donde se ha instalado al calor de la legalización, como Canadá,
Bélgica u Holanda. Él es catedrático en la facultad de Medicina de la
Vanderbilt University de Tennessee (Estados Unidos) y co-director de su centro
para la enfermedad crítica, la disfunción cerebral y la supervivencia, como lo
fue del programa de trasplantes de pulmón. Asimismo es director asociado del
centro estatal para investigación geriátrica. Conoce, pues, bien toda la
problemática de los pacientes en proximidad a la muerte.
"La 'muerte por donación' obviaría el principio, tanto
tiempo respetado, del 'donante muerto', que prohíbe quitar los órganos vitales
hasta que se declare el fallecimiento del donante. Actualmente la 'muerte por
donación' sería considerada un homicidio dirigido a acabar con una vida y
conseguir órganos", advierte, pero ya empieza a solicitarse la mitigación
de ese criterio. Dos médicos y un bioeticista proponían recientemente en The
New England Journal of Medicine que se anulase ese criterio, considerando la
mejora en la calidad del trasplante como una justificación ética suficiente
para ese 'homicidio'.
Ely, por el contrario, sabe lo que ocurriría: se estaría
lanzando un mensaje de estigmatización sobre personas con discapacidades
físicas y psíquicas proponiéndoles "hacer algo noble" con sus órganos
sanos y solicitar la eutanasia voluntariamente con ese fin, al mismo tiempo que
se hurtaría la posibilidad de decidir a los pacientes que no pueden expresarse
por sí mismos.
Cita el caso de uno de ellos, Ben Mattlin, quien en 2012
relató en The New York Times la realidad de las personas que, como él (víctima
de una atrofia muscular espinal), son sometidas a presiones muy duras que se
añaden a su problema físico: "¡Qué fácil es que alguien te influya sin darse
cuenta para que te sientas subestimado y sin esperanza, presionándote
suavemente pero con determinación… para aligerar a los demás de tu
carga!", exclamaba con realismo. Y añadía: "No podéis ni imaginar la
cantidad de fuerzas sutiles -invariablemente bienintencionadas, bondadosas,
incluso amables, y sin embargo tan persuasivas como un tsunami- que se
despiertan cuando tu autonomía física está comprometida y sin esperanza de
recuperación".
En efecto, el doctor Ely cita estudios según los cuales en el 27% de las eutanasias practicadas en
Bélgica se ha acelerado la muerte sin el consentimiento del paciente, algo
que la Sociedad Belga de Medicina de Cuidados Intensivos considera
"admisible".
"Cuando los médicos participan en procedimientos
dirigidos a quitarle la vida a una persona", concluye, "¿se sentirán los pacientes 100%
seguros de que su médico juega firmemente del lado de la curación? ¿Qué
mensaje se manda sobre el valor de toda vida humana cuando los médicos
respaldan el intercambio de una vida por otra?"
C.L. / ReL 20 mayo 2019
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Etiquetas: Eutanasia
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