Luchar contra la adicción a la pornografía desde niños
La pornografía se está
convirtiendo en uno de los grandes problemas por el fácil acceso a sus
contenidos por parte de niños y adolescentes
Kristen Jenson es una de estas madres que vio como su hijo
adolescente se convertía en adicto, y decidió que había que tomar cartas en el
asunto para que esto no ocurriera más. No sólo es necesario controlar los
dispositivos y los filtros sino que es necesario que los propios niños tengan
también sus propios filtros.
Niños a prueba de pornografía
El día en que la experta en comunicación Kristen Jenson
recibió la llamada de una madre, rota por la adicción al porno de su hijo
adolescente, decidió que era hora de actuar. Junto a la doctora Gail Poyner,
psicoterapeuta experta en adicciones, y apoyándose en el trabajo de psicólogos,
neuropsiquiatras y pedagogos, escribieron Imágenes buenas, imágenes malas (Glen
Cove Press), para ayudar a niños de entre 6 y 10 años –y a sus padres– a
combatir la pornografía de forma eficaz.
Ante la avalancha de porno por internet, que genera unos
riesgos “sin precedentes” para niños y mayores, “los filtros de
internet son importantes, pero no bastan. Cuando se trata de niños y
pornografía, la ignorancia es riesgo”, explican. Jenson y Poyner recuerdan
que “el
cerebro infantil es más vulnerable al porno porque está diseñado para imitar lo
que ve, cuenta con menor control” y además el porno “altera las vías neuronales, desencadena una
adicción que a menudo es más difícil de superar que la drogodependencia”, e
incluso sin llegar a la adicción, genera
“actitudes sexuales insalubres” que condicionan las relaciones humanas.
Ante esto, traza con sencillez los mecanismos del cerebro, y
da estrategias (especialmente, el plan PUEDO) para que los menores
establezcan “sus propios filtros
internos” que les ayuden a ser “niños a
prueba de porno”, capaces de saber “qué
es, por qué es dañino para su cerebro y cómo pueden minimizar sus efectos si se
ven expuestos”.
Los cinco pasos del plan “PUEDO”
La «P» es de «Parar de mirar»:
Bastan pocos segundos para que una imagen pornográfica se
fije en la memoria y despierte el deseo de consumir más. Por eso, Jenson y
Poyner recomiendan a los menores que si un amigo o familiar les muestra una
imagen porno, o la ven de forma accidental, cierren los ojos y se alejen. Y si
les salta una imagen porno en el portátil, móvil o tablet, “cerrar o apagar el
dispositivo sin mirar la pantalla es mejor que intentar cerrar la página”,
porque muchos iconos de cierre son falsos y redirigen a sitios más “duros”.
La «U» es de «Un adulto de confianza»:
“Mantener la pornografía en secreto nunca es buena idea. La
imagen mala puede molestar más si no se lo cuento a nadie. Un adulto de
confianza tiene que saberlo siempre. Si me resulta difícil hablar de ello,
puedo escribirlo en una nota, y así mamá o papá sabrán que tienen que hablar
conmigo: ‘Mamá, hoy he visto una imagen que…’”, aconsejan las autoras.
La «E» es de «Etiquetar lo visto»:
Si se topan con porno, recomiendan: “Dilo en voz baja: ‘¡Eso
es pornografía!’. Ponerle nombre ayuda a mi cerebro a saber lo que es, y a
rechazarlo”.
La «D» es de «Distraerme con otra cosa»:
“Si me molesta una imagen –explican– puedo distraerme con
otra cosa positiva, interesante, o que implique esfuerzo físico”, como ir en
bici o jugar a algo divertido. El menor distrae así la atención y, al tomar esa
decisión, “fortalece” la parte del cerebro que regula el autocontrol, la
voluntad y la distinción entre el bien y el mal.
La «O» es de «Ordenar al ‘cerebro de pensar’ que mande»:
Apoyado en un amplio conocimiento en la neurociencia, PUEDO
emplea el símil de los dos cerebros: el de sentir y el de pensar. El último
punto apela a la capacidad del niño de dirigir sus impulsos a través de su
razón y su voluntad: “Puedo decidir no volver a mirar pornografía incluso
después de haber estado en contacto con ella. Una forma de ordenar a mi cerebro
de pensar que se ponga al mando es que se comunique con mi cerebro de sentir: ‘Cerebro de sentir, puede que sientas curiosidad por ver más imágenes malas, pero elijo
usar mi cerebro de pensar para permanecer libre’”. Mi cerebro de pensar “me
ayuda a tomar decisiones inteligentes” y “si lo ejercito puedo hacerlo más
fuerte”.
José Antonio Méndez, Misión / ReL. 2019
Etiquetas: Pornografía
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