Contra la cruzada de género anti cuentos
La noticia de que unos "comisarios de género" en
una escuela de Barcelona (Esp.) ocultan y retiran por ser "tóxicos"
hasta 200 libros clásicos infantiles, con cuentos como Caperucita y el Lobo ha creado una gran polémica respecto a la nueva dictadura de lo políticamente correcto que busca
borrar toda tradición cultural previa a los dogmas modernos y postmodernos.
La "comisión de género" de la Escola Tàber, centro
público del barrio de Sarrià-Sant Gervasi (de los más ricos de la ciudad),
decidió, apoyada por la Associació Espai i Lleure, retirar de la biblioteca
escolar un 30% de los libros de parvulario, unos 200 en total, por contener
historias “tóxicas” desde el punto de vista de género (es decir, que no seguían
los dogmas de la ideología de género).
Estos padres militantes han detectado un 60% de libros con,
dicen, "carácter machista" aunque declaran que sólo han retirado el
30% que “reproducen roles que los niños pueden naturalizar” y contienen
estereotipos que “pueden acabar creando violencia machista. Y hay que cortarlo
de raíz”.
Protestan 22 editoriales con un comunicado
Un grupo de 22 editoriales pequeñas y medianas que publican
cuentos infantiles en España, tanto clásicos como modernos, han difundido este
viernes un comunicado al respecto lamentando esta persecución contra los
cuentos clásicos.
"Los cuentos populares clásicos son parte
importantísima de nuestro patrimonio cultural. Ellos han contribuido a modelar
nuestra manera de pensar. Prescindir de ellos, ignorarlos, implica privarnos de
una gran herramienta para conocernos a nosotros mismos y a nuestro
pasado", afirman las editoriales.
"Nos parece un error la censura en las bibliotecas
escolares de títulos que pertenecen a nuestro acervo común. Actuar en favor de
la igualdad no implica ocultar obras que muestran el mundo bajo otros puntos de
vista. En consecuencia, protestamos por la retirada de títulos de las
bibliotecas escolares y nos manifestamos contrarios a la censura de
libros", dice el comunicado de las 22 editoriales.
"Retirar libros que no se adaptan a un pensamiento es
un signo de intolerancia, aunque se haga con la mejor intención del mundo. Y de
paternalismo: las personas debemos poder decidir qué leer y cómo pensar.
Precisamente leer libros con ideas diferentes (y discutirlos) puede ayudar a
crear lectores críticos. No hacerlo, por el contrario, significa criar a los
escolares en una burbuja ficticia y dejarlos indefensos frente a argumentos y
hechos con los que antes o después tendrán que enfrentarse", añade el
texto.
Bibliotecarias contra la ocultación de libros
La Vanguardia ha consultado a un par de bibliotecarias. “Los
cuentos populares tienen un valor en sí mismo, forman parte de siglos de
historia, de una tradición milenaria que ayuda a los niños a comprender la
realidad”, sostiene la bibliotecaria Montse Vila.
Montse Vila fue la comisaria de la Feria del Libro
Prohibido. “Sacar de la biblioteca libros estigmatizándolos es censura”, define
Vila que defiende que haya libros al acceso público incluso contrarios a los
derechos humanos como Mi lucha, de Hitler. Explica que La Caperucita podría
estar censurada por maltrato, por explotación laboral, por malnutrición, por
crueldad a los animales... “¿Y si retiramos libros con reyes porque nos
molestan?”, ironiza.
Paula Jarrin, de la librería Al·lots de Barcelona, defiende
los clásicos. “En los clásicos todo tiene su simbolismo. La caperucita va de
rojo por un motivo, y en el mundo hay lobos y bosques oscuros que estos niños
se van a encontrar”. Y pregunta, que puestos a censurar "¿dónde pondremos
el freno?”
Articulistas contra la cruzada anti-cuentos
El debate cultural se ha disparado en las redes y la prensa.
En Diario de Sevilla escribe un interesante análisis sobre
Caperucita Eduardo Jordá.
"¿Es Caperucita Roja un cuento sexista? Lo he vuelto a
leer -en las dos versiones: la de Perrault y la de los hermanos Grimm- y lo que
más me ha sorprendido es que la presencia masculina es casi marginal. En la
versión de Perrault -la más antigua, ya que apareció en 1697- los únicos
varones que aparecen, y muy de refilón, son unos leñadores que están en el
bosque. Y en la versión posterior de los hermanos Grimm (de 1815), el cuento
termina cuando un leñador mata al lobo que se había comido a la abuela y a
Caperucita. En los dos casos -y esto es lo importante- las protagonistas son la
abuela y la niña. En realidad, Caperucita retrata un mundo de mujeres que viven
de forma autosuficiente, aunque siempre estén expuestas a los peligros del
lobo".
"[...] Cuando Perrault escribió el cuento abundaban los
ataques de los lobos a los campesinos, de modo que su versión no escatimaba
ningún detalle sangriento: de hecho, el lobo se zampa a la abuela y luego a
Caperucita. El cuento era un aviso -había que andarse con cuidado si uno se
metía en un lugar desconocido-, y también contenía una oscura metáfora sexual
sobre el feroz instinto animal y la inocencia femenina. [...] El lobo -el
abusador, el violento, el cruel- seguía siendo una amenaza para Caperucita. ¿Es
esto sexismo?"
¿Cuánta tradición deberá ser censurada?
La columnista Pilar Rahola, que escribe en La Vanguardia y
se declara agnóstica que aprecia la cultura cristiana, ha escrito, con tono
sarcástico: "A Verdaguer habrá que mutilarlo. Y qué les cuento de algunas obras
de Shakespeare, y de Otelo, ¡madre mía, Otelo!, ese no pasa por el rasero ni de
rodillas. ¡La cantidad de peligrosos machos violentos que podrían salir de ese
clásico! Y luego, ¿por qué quedarnos ahí? Puestos a buscar la excelencia
igualitaria, también deberíamos prohibir los libros donde salen princesas y
reyes, o la novela negra entera, que no es muy feminista que digamos. O El
viejo y el mar, por atentar contra la sensibilidad ecológica".
Francesc Marc Álvaro, otro columnista veterano de La Vanguardia,
escribe: "Molestan algunos cuentos infantiles según el criterio de quien
piensa que la mentalidad de las nuevas generaciones sólo se construirá
escondiendo palabras y ofreciendo papillas ideológicas de un mundo perfecto
donde todo cuadrará. Estamos en una zona apache más allá de la corrección
política, en la falsa confortabilidad de quien confunde el mapa con el
territorio y el territorio con las buenas intenciones. Podemos recordar
obviedades: purgar la literatura, el teatro, la música, el cine, la pintura
bajo este tipo de criterios abre una puerta que lleva directamente a la jaula.
Una vez atravesado este incierto umbral, la subasta moral puede ser infinita:
yo prohíbo, tú también podrías prohibir, todos podemos hacerlo en nombre de
nuestras causas nobles. En contra del sexismo o de lo que sea. Invocar la
protección de la infancia sería todavía más perverso y más tramposo.
Juan Soto Ivars, en El Periódico de Catalunya, publicación
cercana al Partido Socialista de Cataluña, escribe:
"Eliminan cuentos como 'Caperucita' o 'La bella
durmiente' y 'La leyenda de Sant Jordi', porque ellas están en contra de que un
príncipe rescate princesas utilizando la brutalidad. En la utopía de estas
madres, la brutalidad la ejercen ellas, empezando por eliminar libros. Sacar
libros a coces de una biblioteca dejó de considerarse un método educativo con
la caída de la URSS, el franquismo y otros regímenes que compartieron el
delirio de crear al hombre nuevo desde sus cimientos, pero las utopías
renovadoras han vuelto. El utopista es un ciego paranoico que encuentra
conspiraciones hasta en 'Los tres cerditos' y que no duda un instante en
reforzar su prejuicio. Y otras escuelas han anunciado que seguirán su
ejemplo".
"Ni siquiera entraré a discutir qué clase de valores
transmite 'Caperucita', cuento ideado para enseñar a los niños que tengan
cuidado con las adulaciones de los extraños (¿se entendería mejor si en vez del
lobo fueran los cinco de 'La manada'?). Porque detrás de esta iniciativa se
lee, entre líneas, una derrota absoluta: la aceptación de que no se dispone de
tiempo para estar con los hijos, para leer con ellos, para explicarles, llegado
el caso, que los valerosos príncipes de los cuentos también pueden ser mujeres
si uno le echa un poquito de imaginación. Ejemplo: Caperucita iba a leer a la
biblioteca de su abuelita y de pronto aparecieron tres lobas feroces".
P.J.G./ReL 2019
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Etiquetas: Ideología de Género
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