Padres se rebelan contra el adoctrinamiento sexual de sus hijos
A principios de este mes nos hacíamos eco de las protestas
ante el adoctrinamiento sexual de los niños de la escuela de Birmingham,
Parkview Community School, ahora ampliamos la información. “Parkfield es una
escuela primaria situada en uno de los barrios más pobres de Birmingham, donde
viven en su mayor parte minorías étnicas, sobre todo de origen paquistaní. Así
que la mayoría de las familias son musulmanas, aunque también hay cristianas.
Cuenta con más de 700 alumnos, de 4 a 11 años. Y las familias tendrían motivos
para estar contentas, pues se trata de una escuela con buen nivel académico, lo
cual no es frecuente en un barrio pobre. En la última evaluación de la
Inspección, obtuvo calificaciones destacadas.
El choque con las familias
El choque con las familias surgió cuando este curso se
empezó a enseñar un programa, “No Outsiders”, que pretende educar a los niños
sobre la aceptación de los distintos tipos de familia y las diversas relaciones
sexuales, y la no discriminación de gais y transexuales. El programa “No
outsiders” ha sido creado por el director adjunto de la escuela, Andrew Moffat,
gay comprometido.
Sin duda, Moffat se considera un hombre con una misión.
Autor de Challeging Homophobia in Primary Schools, ya tuvo que dimitir de un
puesto de profesor en otra escuela, después de que los padres objetaran sus
clases de este tipo. Pero Moffat no se arredró y quiso trabajar en Parkfield,
en una zona donde sabía que no iba a ser fácil. “Estaba decidido a que la
igualdad para los LGTB fuera real en toda comunidad”, ha explicado.
Pues, si buscaba un reto, lo ha encontrado, hasta el punto
de soliviantar a las familias. La escuela dice que el programa “No Outsiders”
solo pretende inculcar tolerancia, igualdad y no discriminación de los gais y
transexuales. Pero los padres lo ven de otro modo. Consideran que se trata de
promover la homosexualidad como algo normal, algo que choca con sus
convicciones. Y advierten que envían a sus hijos a la escuela para que se les
enseñe inglés, matemáticas y ciencias, no para que se les hable de los derechos
LGTB.
“Educar, no adoctrinar”, “No a promover la homosexualidad
entre nuestros hijos”, dicen en las pancartas con las que se han manifestado
varias veces centenares de padres y madres delante de la escuela. También han
retirado algún día a sus hijos del colegio. Si en otros sitios los viernes los
alumnos hacen huelga para exigir medidas contra el cambio climático, las
familias de Parkfield la hacen para que no les cambien las ideas a sus hijos.
También ha habido declaraciones a favor y en contra en la prensa. Los medios de
izquierda, como The Guardian, que normalmente advierten del riesgo de islamofobia,
no han dudado en este caso en poner en la picota la “intolerancia” de estos
padres musulmanes.
Inapropiado para niños de primaria
Lo que cuestionan los padres es, en primer lugar, que a
niños de primaria, que ni tan siquiera han llegado a la pubertad, se les hable
de gais y transexuales, o de padres del mismo sexo. Cuando el hijo llega a casa
y muestra su asombro porque en la escuela ha oído que un chico puede ser una
niña, y una chica un niño, los padres se enfadan.
En este programa se utilizan libros para niños de cuatro y
cinco años que pretenden sensibilizarlos con la idea de que hay distintos
modelos de familia. “Algunas familias son grandes, otras pequeñas… algunas
tienen un padrastro o madrastra, algunas adoptan niños… algunas tienen dos
mamás o dos papás, algunas tienen un solo padre en vez de dos…” Pero el autor
del libro ha olvidado que también hay familias que ven admisible la
homosexualidad y otras que no, familias para las que lo normal es tener papá y
mamá y no otras combinaciones.
Por eso las familias objetan que en la escuela se enseñen
valores contrarios a lo que se inculca y se vive en casa, e incompatibles con
las enseñanzas del islam. Como dice Ahmed, uno de los líderes de la protesta:
“Moralmente no aceptamos que la homosexualidad sea una relación sexual válida.
Esto no es homofobia… del mismo modo que si uno no cree en el islam, no por eso
es islamófobo”.
Por el momento, lo que ha conseguido el programa “No
Outsiders” es crear conflicto entre las familias y la escuela. Los padres se
manifiestan. Los niños han faltado a clase. Los profesores están cansados de la
polémica, y ha aumentado el absentismo. Paradójicamente, Moffat tiene una
condecoración de la Orden del Imperio Británico por su trabajo para promover la
cohesión social.
El conflicto se considera un test no solo local, porque a
partir de 2020 la asignatura “Relationships and Sex Education” (RSE) será
obligatoria en las escuelas de Inglaterra. Los padres tendrán derecho a retirar
a sus hijos de las clases de educación sexual hasta los 16 años, y luego la
decisión corresponderá al alumno. Pero no se puede retirar al alumno del
conjunto de la asignatura.
¿Manda la escuela o la familia?
El conflicto ha sacado a la luz un problema de fondo: ¿debe
prevalecer la autoridad paterna o la dirección escolar en asuntos que tienen
que ver con la educación moral de los hijos? No se pone en tela de juicio que
se enseñen hechos biológicos sobre la sexualidad. Pero cuando se trata de
proporcionar a los niños no ya datos científicos sino criterios morales, los
padres piden que se respete su papel de primeros educadores de sus hijos, sin
que la escuela contradiga sus convicciones.
Pero, como escribe Brian O’Neill en Spiked, hoy en muchos
programas de educación sexual vemos que se utiliza a los niños desde muy
pequeños para promover cambios en el conjunto de la sociedad. “Quizá temiendo
que no podrán convencer a los adultos de que la transexualidad es una buena
idea o que un niño de seis años puede ser gay, los nuevos instructores morales
tratan de inculcar en los niños esas ideas con la esperanza de que se filtren
en casa y en los estúpidos cerebros de los adultos”.
El multiculturalismo puesto a prueba
En cambio, los defensores del programa se han sentido
escandalizados cuando la escuela ha decidido suspender las clases. Si en otros
casos contar con la comunidad escolar es un signo democrático, en esto no. “Se
está enviando el mensaje de que el currículo es negociable según la ley de la
calle”, dice Colin Diamond, de la Universidad de Birmingham. Las instituciones
financiadas con fondos públicos no deberían capitular ante posturas religiosas
particulares.
A su juicio, aquí se trata de enseñar algo que pertenece a
“los valores británicos”, “the law of our country”. A lo que Fatima Shah, una
de las madres críticas, responde: “No tenemos ningún problema con que se
enseñen los valores británicos, pero esto no es enseñar los valores británicos
sino promover la homosexualidad”. ¿Desde cuándo pertenece a los “valores
británicos” que niños de primaria tengan que ser educados sobre gais y
transexuales?
En este tema, la izquierda multiculturalista se encuentra
atrapada en un dilema. En teoría, defiende que hay que respetar los valores
propios de cada cultura, sin imponer la hegemonía de valores del país de
acogida; pero en este caso exigen que la cultura ajena se someta a la suya. En
nombre del respeto a la diversidad sexual ignoran la diferencia de puntos de
vista de las familias en estos temas. Porque tampoco puede decirse que entre
los propios británicos haya unanimidad al respecto.
Por el momento, la escuela ha suspendido las clases del
programa “No Outsiders”, mientras busca un acuerdo con los padres. Un portavoz
del Ministerio de Educación ha adoptado una postura conciliadora. Por una
parte, mantiene que “el Ministerio hará todo lo necesario para que los
profesores puedan hacer su trabajo, libres de toda intimidación”. A la vez,
dice que “es el momento de que las escuelas consulten a los padres sobre cómo
deben ser enseñados los nuevos temas”.
El Ministerio teme que la resistencia de los padres en esta
y otras escuelas haga naufragar la introducción de la asignatura de RSE en
2020. De hecho, otras cuatro escuelas de Birmingham han interrumpido este tipo
de clases por quejas de las familias. Si esto se interpreta como una
“capitulación” ante los padres, es señal de que se está haciendo con los niños
algo que sus padres no quieren.
Ignacio Aréchaga, ACE / ForumL. 2019
Etiquetas: Sociedad
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