Embriones congelados: víctimas abandonadas de una sociedad que solo valora satisfacer los deseos
Cientos de miles de embriones
congelados son abandonados cuando sus padres dejan de pagar el almacenamiento.
Restos de embarazos, fracasos y sueños rotos de ser padres. Sólo en los Estados
Unidos se calcula que son por lo menos 1.400.000 los hijos no nacidos
congelados. He aquí la razón por la que no queremos abrir la tapa de esos
depósitos de nitrógeno líquido.
El limbo de los embriones congelados es el infierno de la
sociedad de los deseos
Hay un limbo poblado por los más perjudicados de la sociedad
«procreática». Benoît Bayle, filósofo y psiquiatra en el hospital de Chartres,
ya había escrito sobre ello en su A la poursuite de l'enfant parfait. L'avenir
de la procréation humaine [En busca del hijo perfecto. El futuro de la
procreación humana]: si por un lado la utopía del absoluto dominio sobre la
filiación ha abierto la era de la "superproducción, la selección y el
superconsumo" del embrión humano, por otro ha tenido que acallar cualquier
debate público sobre la "destrucción embrionaria en masa" que
comporta dicho dominio. No se tiene que hablar de ello, porque el embrión
humano tiene que seguir siendo "el más perjudicado de la sociedad
procreadora, la víctima sacrificial y expiatoria, como si él fuese el culpable
de los sufrimientos o los reveses de la pareja".
"No puedo destruirlos, se convierten en
personas"
Pues bien, ahora Estados Unidos está haciendo las cuentas
con la utopía traicionada: esas decenas de miles de embriones atrapados en los
congeladores de las clínicas de fertilidad, restos de embarazos y sueños rotos
de paternidad. Demasiados para poder posponer ulteriormente una decisión sobre
su destino. Algunos han sido abandonados
por quienes han dejado de pagar su almacenamiento, el destino de otros depende
en cambio de las decisiones, retrasadas hasta el infinito, de padres que no
saben si dar la orden de descongelarlos para que sean destruidos, donarlos a la
investigación o entregarlos a parejas que no consiguen tener hijos.
Todos recordamos las imágenes de George W. Bush con
"niños que vienen del frío", nacidos de la inseminación artificial y
que habían sido embriones en los contenedores congelados de la
crioconservación, junto a las madres que los habían acogido en su vientre. Sin
embargo, la mayoría de los padres de esos hijos en estado embrionario no sabe
qué hacer.
Jenny Sammis cuenta que no quiere donar a sus hijos a la
investigación: eran sólo una «realidad abstracta» cuando, hace 15 años, decidió
con su marido congelar una docena de embriones, pero después, de esas «semillas
que podrían convertirse en personas» nacieron sus dos hijos. Por esto, hoy, no
puede en absoluto considerar la posibilidad de destruirlos.
Hay quien, en lugar de tomar la decisión, desaparece; las
clínicas no consiguen contactar con la persona que ha dejado de pagar el
depósito sin dejar disposiciones,
"y todos tienen miedo de tomar iniciativas por temor a ser citados en un
juicio si aparecieran los padres reclamando los embriones", explica Rich
Vaughn, abogado de Los Ángeles y a cargo, durante años, del comité de
reproducción asistida de la American Bar Association: "Se trata de un
verdadero dilema".
Abandonados en los congeladores
Nadie sabe con exactitud cuántos embriones almacenados hay
en Estados Unidos, los centros de fertilidad no están obligados a proporcionar
el número. Sabemos, después de los incidentes en el Fertility Center de
Cleveland y en la Pacific Fertility Clinic de San Francisco [un problema
técnico alteró la temperatura de los embriones, destruyendo 4000 y 400,
respectivamente], que una parte de los miles de embriones destruidos había sido
depositada a partir de los años ochenta, cuando empezaron las primeras
fecundaciones in vitro.
Pero sabemos también que con el desarrollo de las técnicas
de procreación asistida médicamente el número ha aumentado. Cada vez más
parejas congelan embriones en grandes cantidades, para luego seleccionarlos y
transferir al útero sólo el más o los más vitales, uno a la vez, para evitar
embarazos gemelares. Esto significa que el número de embriones
"sobrantes" con respecto a los destinados al embarazo es altísimo. Un
estudio citado por Ap estima que son 1,4 millones de niños, el 5-7% abandonados
a todos los efectos, con cifras que llegan al 18% en algunas clínicas.
Para muchos padres firmar los documentos para la donación o
la destrucción equivale a poner en negro sobre blanco que «ya no quieres tener
un niño», explica Howard Raber quien, junto con su mujer Sara, ha decidido
donar sus embriones a la investigación. «Al principio el objetivo era sólo
quedarse embarazada, así que tienes que disponer de muchos embriones porque no
sabes el número de intentos que serán necesarios. Pero después...», intenta
explicar Sara que, durante meses, ha dejado los documentos en el escritorio sin
conseguir firmarlos. Un estudio llevado a cabo con 131 parejas en Canadá ha
revelado que un tercio de los padres deja de aparecer por las clínicas,
generalmente a los cinco años. Otro estudio ha demostrado que hasta el 70% de
las parejas pospone cinco años cualquier decisión y que la mayor parte cambia
de idea radicalmente sobre cómo y si utilizar embriones "extra"
después de haber hecho la fecundación in vitro.
Pero ¿de quién son los embriones?
En la clínica de Fort Myers, en Florida, el doctor Craig
Sweet considera que el 18% de los embriones que ellos han congelado ya ha sido
abandonado, algunos desde hace 25 años: «Divorcios, depresión, terremotos
financieros, muchas cosas llevan a las mismas parejas a pelear por el destino
de sus embriones».
El caso más célebre en América es el que vio batallar en los
tribunales a Nick Loeb -quien acaba de escribir y dirigir la película provida
Roe v. Wade- y su novia Sofia Vergara: anulada la boda, Vergara no quería saber
nada de los dos embriones femeninos crioconservados en 2013, en la época de su
noviazgo con Loeb, mientras que el padre creía con firmeza que los embriones
tenían que continuar su «vida encaminándose hacia el nacimiento». Y no se trata
de un caso aislado: el pasado mes de abril, el gobernador de Arizona firmó una
ley que permite que un miembro de una pareja divorciada pueda utilizar los
embriones depositados durante el matrimonio, aunque el ex cónyuge no esté de
acuerdo.
Y las clínicas se encuentran en medio de estas batallas
legales. Algunos, como el doctor Sweet, intenta convencer a los padres para que
no descarten embriones perfectamente «sanos y utilizables»: para esto se ha
dado vida al Embryo Donation International para poder transferirlos con
fecundación asistida a parejas que no consiguen tener hijos y afirma haber
"utilizado" entre 50 y 60 en 2017. Nadie sabe cuánto tiempo vive un
embrión congelado; Sweet ha implantado uno "viejo" de 17 años a una
mujer de Chicago, y el National Embryo Donation Center de Tennessee ha
anunciado que una implantación de un niño "congelado" desde hacía 24
años ha resultado en un embarazo positivo.
Material de intercambio, cobayas, joyas
Pero, ¿qué es un embrión? En noviembre leímos los artículos
de elogios de la madre-récord de 62 años que, en el Hospital San Giovanni de
Roma, dio luz a una niña comprando un embrión en Tirana, donde es posible
eludir el límite impuesto por las regiones italianas para el acceso a la
procreación médicamente asistida, regulada por la ley 40.
En los mismos días, una actriz italiana de 37 años con
problemas de infertilidad, que vive en los Estados Unidos, en Nueva York,
colgaba en Facebook: "Hola, desde hace tres años estamos intentando dar a
nuestro hijo un hermanito... queremos completar nuestra familia con un chico.
Tenemos un embrión niña de óptima calidad: óvulo de donante italiana y esperma
anglo-irlandés, de un hombre graduado en Yale. ¿A alguien le interesa un
intercambio?".
Hemos sabido que en China han nacido los primeros dos niños
"modificados genéticamente" y que el genetista He Jiankui, para
llegar a este resultado, ha tenido que utilizar como cobayas a once embriones,
que han sido destruidos.
Hijos a toda costa para ancianos, material de intercambio,
cobayas. Incluso piezas de joyería: el nuevo y macabro negocio, como el de la
empresa australiana Baby Bye Hummingbirds, es transformar a los embriones
inutilizados en colgantes, anillos y baratijas que el progenitor puede «llevar siempre consigo».
Esos huérfanos y nosotros
Hasta aquí nos ha llevado la utopía del dominio absoluto de
la filiación, la era de la "superproducción, la selección y el
superconsumo" de material vivo: alienar una parte de nuestra humanidad. Y
tal vez es de esto de lo que no queremos hablar cuando, presos de una especie
de alienación colectiva, incapaces de relaciones que duren para siempre y de
hacer frente al "síndrome del superviviente" que las técnicas de
procreación artificial dejan en los niños (leer a Benoît Bayle, L'embryon sur
le divan), no nos preguntamos qué es un embrión. No queremos hablar de estos
depósitos, los depósitos de almacenamiento con nitrógeno líquido en los que
ocultamos a todos los perdedores, huérfanos de la sociedad procreática, por no
hablar de lo que hemos perdido siguiendo la utopía del absoluto dominio de la
filiación.
Caterina Giojelli en Tempi / ReL., 19 (traducción de Elena
Faccia S.)
Etiquetas: In vitro
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