jueves, 25 de octubre de 2018

9 pensamientos útiles sobre el amor matrimonial


Cuando pasan los años, la pareja ha de aprender a combatir la apatía con cosas que gusten a ambos y les mantengan unidos 
El amor de pareja hay que cuidarlo, hay que hacer la decisión intencional de protegerlo y de hacerlo crecer. Si no, como una planta desatendida, sin abonar ni regar, se muere, asaltada además por las zarzas hostiles de nuestra sociedad. Una pareja con problemas puede llegar a mejorar mucho y resolverlos, pero siempre lo conseguirá por decisión de hacerlo, nunca por inercia.
He aquí 9 datos útiles que pueden ayudar a crecer y prevenir a muchos matrimonios:

1. Hombre y mujer son distintos: eso nos impulsa a abrirnos
El psicoterapeuta Giovanni Salonia (2005) propone un fascinante viaje hacia el descubrimiento de las diferencias entre sexos. Para comprender las diferencias entre sexos. Dios nos ha creado distintos para que gracias a lo específico de cada uno sea posible generar a través de las diferencias. La vida humana nace de compartir las diferencias. Gracias al poder de la atracción sexual, queda garantizado el puente natural entre dos cuerpos, entre dos ideas, entre dos visiones del mundo. Ser hombre y ser mujer nos obliga y nos da la posibilidad de experimentar toda la riqueza del intercambio y del diálogo.

2. Amar requiere conocer los defectos del otro... y saber vivir con ellos
Amar no significa ignorar los defectos del otro, sino conocerlos y saber que podemos tolerarlos. Significa ser conscientes de que, más allá de unos comportamientos distintos de los nuestros, es posible el encuentro. Creer en el amor duradero no implica que podamos vivir con cualquiera. Hay una premisa indispensable que debemos atendersi en lo concreto el otro no ha estado nunca presente, las cosas no cambiarán por arte de magia, sino poniendo acciones concretas para superarlo.

3. Las relaciones "provisionales" no funcionan: se eligen peores parejas
La idea general de que "la cosa va bien mientras funciona, y luego ya se verá" perjudica la voluntad de la persona, que desde el principio ya está perdiendo. Lo ideal no es vivir con el otro y tener las maletas preparadas al lado de la puerta: así se transmite cierta sensación de inestabilidad y desconfianza. Si nos viésemos más capaces de esto, quizá en la elección de pareja pesaría una dinámica más consciente.

4. Con los años, somos toscos con nuestra pareja y obsequiosos con los "de fuera"
Dentro de la pareja pasamos por alto el dar las gracias, el pedir disculpas y cierta formalidad que podría subsistir en la pareja cual amable y benévola costumbre. Estas carencias crean un vacío, y puede que influyan en que busquemos experiencia extraconyugales, que en cierta medida hacen que volvamos a sentir la emoción de sentirnos cortejados y queridos. Sin duda, es triste lo que ocurre en esos casos. Las figuras familiares pueden convertirse en motivo de estrés, mientras que los extraños resultan ser "dispensadores" de consideración. A los primeros les dedicamos nuestros peores desahogos, y a los segundos les regalamos dulzura.

5. La pasión no es para siempre, el amor no se mantiene solo
Las parejas que esperan que la pasión dure para siempre o que la intimidad no se vea nunca amenazada, ya han preparado el camino hacia la desilusión. La teoría nos lleva a entender que nunca debemos cansarnos de comprender, de construir y reconstruir nuestra relación amorosa. No podemos pensar que una relación amorosa se mantenga viva por sí sola: somos nosotros los que hemos de asumir la responsabilidad de hacerla cada vez mejor.

6. El afecto y el sexo requieren darle prioridad: busquemos momentos
" Si la pareja no logra hallar tiempo para estar juntos, si las atenciones disminuyen, toda la dimensión de la corporeidad se resiente, lo cual afecta a la sexualidad, la afectividad y el apego. Podemos vernos por la mañana, mientras los niños están en el colegio; podemos dejar para otro momento ese compromiso de trabajo; pidamos ayuda a los abuelos o digámosle a la tía que se lleve a los niños al cine". Si la relación de pareja es prioritaria, hay que cuidarla.

7. La pareja cambia y está en movimiento: eso debe fortalecer el amor
Es hermosa la lección del Cantar de los Cantares, donde ella y él están siempre en movimiento. Después de encontrarse, se pierden de nuevo, para que nunca puedan pararse y decir: estamos a resguardo. Precisamente este juego de encontrarse y perderse una y otra vez, es un crescendo de celo y confianza, de presencia y ausencia, es la tensión que mantiene viva la fidelidad (G. Salonia).

8. Habrá momentos de apatía: combatidlos con intereses comunes
Si no tengo mucho de qué hablar con mi pareja, si no tengo grandes cosas que compartir, me encerraré en mis intereses, en mis lecturas, en mi computadora, en mi deporte... Un momento de apatía (que sin duda todas las parejas experimentan antes o después), si no se le presta atención y se afronta, puede elevarse al grado dos, tres, seis, diez... y convertirse en un vacío imposible de colmar. Ogden y Bradburn (1996) observan que el número de actividades placenteras de la pareja es una señal importante para prever el éxito o el fracaso conyugal. Lo cual no significa que ir a clases de tango vaya a salvar el matrimonio: lo que cambia las cosas es la experiencia de compartir intereses.

9. Ni rigidez ni estancamiento: deja entrar a tu cónyuge
Habrá muchas veces en que cometeremos errores, y en otras ocasiones sentiremos desgana; no estaremos exentos de sufrimiento, pero también nos veremos compensados por alegrías. Lo importante es no crear torres de acero en las que refugiarnos, donde el otro no tiene posibilidad de entrar. El amor no casa bien con el hielo, ni con la rigidez, ni con el estancamiento.

P.J.G. (edit.), según el libro “Reconstruir a Partir del Amor” de Daniela Maria Augello, editorial Ciudad Nueva, /ReL 2018

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