miércoles, 31 de mayo de 2017

Los hombres no sienten la paternidad igual que las mujeres porque no pasan por las mismas experiencias



Lucía es pediatra, es esposa, es madre... Por todo ello y por la responsabilidad que siente, ha escrito el libro «Eres una madre maravillosa» (Planeta, 2017 ) en el que pone voz y acento a todas las facetas de la maternidad, las buenas y las malas.

Porque la vida no es como la vemos en Instagram y todos tenemos fantasmas y cosas feas que ahuyentar en el día a día. Por su actitud ante la vida y por su afán de divulgación, el blog que lleva esta doctora ganó el premio Bitácoras de Salud en 2015.

Una pediatra que escribe para los padres...
He escrito este libro por la necesidad de hablar de un montón de temas que no se por qué, se mantienen en el cajón y nadie airea. Tenemos mucha tendencia a compartir todas nuestras cosas buenas y a poner en redes sociales los mejores momentos de nuestro día a día o de nuestro fin de semana. Inconscientemente damos la imagen de mujeres perfectas y la realidad es muy diferente. Yo lo vivo a diario como madre y como mujer y lo veo en la consulta, allí los padres se vacían y abren todos los cajones mentales y me cuentan lo que comparten con los demás y lo que no. Tenía la exigencia de liberarme, de compartir con el mundo no solo las cosas bonitas de la maternidad, que sin duda son muchas y hacen que esta experiencia compense, sino también las sombras, de lo que la gente no habla. Ha sido un acto de responsabilidad por todas las emociones que vivo en mi trabajo y en mi vida personal.
La percepción en general es que son las madres las que más van a la consulta del pediatra.
Más que los padres, eso es una realidad. ¿Y por qué? Pues habría que preguntárselo a cada madre y a cada padre. Normalmente a las primeras consultas de recién nacidos vienen los dos y a medida que van cumpliendo revisiones van viniendo solo las madres, muchas veces acompañadas por las abuelas e incluso de los abuelos pero los papás... ciertamente en los últimos años he visto más presencia de padres en la consulta pero yo creo que la mayor presencia de madres simplemente es (aparte de los horarios laborales) porque a ellas les surgen una serie de preguntas y de miedos que los hombres no tienen. Los hombres son mucho más pragmáticos, más rápidos, van al grano. Sin embargo nosotras somos mucho más complicadas, tenemos más necesidad de venir, de hablar, de compartir de preguntar.
¿Los hombres se van implicando más en la crianza?
Los hombres y las mujeres tenemos los mismos derechos y obligaciones. Pero vivimos la maternidad y paternidad de forma diferente. No quiere decir que queramos a nuestro hijos más o menos. Para nada. En nuestra escala del querer tanto hombres como mujeres queremos a nuestro hijos por encima de todo, los dos queremos un 10, pero utilizamos sistemas métricos diferentes. Las mujeres empezamos de lleno desde el primer instante. En cuanto sabes que estás embarazada, una se siente madre. Y esta ventaja la llevamos durante meses e incluso durante años. Entramos en la maternidad con muchísima intensidad, con muchas expectativas, con las emociones a flor de piel. Y los hombres van más despacio, a otro ritmo. Cuando llegan a la parte máxima de la paternidad, muchas llevamos un recorrido largo, estamos más desgastadas. Es poco triste darte cuenta de esta realidad, pero la verdad es que llevamos velocidades distintas y esto lleva mucho conflicto entre hombres y mujeres. Hay que ver que cada uno tenemos nuestra manera de vivir la paternidad y que no podemos imponer al otro como sentir. Tenemos que respetar e intentar llegar a un equilibrio por el bien de la familia pero sin exigir a la otra persona que sienta como nosotros sentimos.
Pero podrían empatizar un poco con las madres que acaban de tener un bebé...
Los hombres, aunque lo intenten, nunca van a saber los que es llevar una vida dentro o el dolor de un parto o lo que es sacar de su interior a otra personita. Y que conste que hay padres maravillosos e inspiradores que saben que hay que formar equipo. Pero cuando hablamos de emociones no pueden sentir igual ya que no pasamos por las mismas experiencias. Esto es así, es la propia naturaleza humana y animal. La mujeres pasamos por un embarazo y un parto, muy difícil e incluso un posparto del que nadie habla e influye en nuestra manera de sentir.
¿Qué pueden hacer la madres para implicar a los padres en esta crianza?
Las mujeres pecamos de echarnos todo a la espalda y cargarte la mochila, querer hacerlo todo y esto tiene un coste. Asumimos todas las responsabilidades y tareas y creer que podemos con todo porque somos madres. Sin embargo los padres son una pieza fundamental de la familia y de apoyo en los momentos bajos después del parto. Así que tenemos que ir a la par y que cuando a uno le flaqueen las fuerzas, independientemente de que sea el hombre o la mujer, el otro tire del carro sin intentar competir y sin ponernos medallas. A veces se produce el efecto «te toca, me toca» y esto es terrible. La verdad es que los hijos te cambian la vida y es necesario volver a organizarte otra vez como pareja. Volver a encontrar el espacio de cada uno es complicado...
Los hijos cambian la vida, ¿qué destacarías de este cambio? ¿Eres más feliz ahora?
Mis hijos me han dado los miedos más atroces que he pasado pero también las alegrías más intensas que he sentido jamás. Por ejemplo la adolescencia fue una etapa apasionante e intensísima pero, ¿fui más feliz que ahora a los 30? pues no lo se... no se puede medir, hay determinadas cosa que no se pueden calibrar y no hay que lamentarse ni echar la vista atrás. Hay que ver lo positivo de las cosas, nutrirse de lo bueno e intentar limar la crudeza de la vida cuando te enseña su cara más amarga. Me gusta vivir siempre en la luz.
Hablas del sentimiento de culpa de las mujeres cuando tienen que dejar a sus bebés para reincorporarse al trabajo ¿pero y si no se siente tanta culpa?
Yo puedo hablar de mi caso: con el primer hijo tuve un sentimiento de culpa brutal al volver a trabajar. De hecho no me encontraba. Tenía la necesidad de seguir en casa cuidando de mi bebé. Con mi segunda hija el volver a trabajar se convirtió en una necesidad. Y el sentir esto me creó un gran sentimiento de culpabilidad. Me preguntaba a mí misma: ¿no quiero igual a mi hija que a mi hijo? ¿porque tengo esa necesidad de volver al hospital, cuando lo natural sería quedarme en casa cuidando de mis crías...? bueno, pues no. Comprendí que la vida va cambiando, que tus circunstancias van variando. Antes de madre eras mujer, profesional, amiga, hija y montón de cosas y todo eso no se acaba cuando te conviertes en madre. Yo soy muy activa, apasionada de mi maternidad por encima de todo, pero que no puedo vivir sin el resto de las parcelas que forman mi vida. Son pilares básicos para que yo sea una mujer completa y feliz. ¿Madre abnegada? Pues hasta cierto punto. Yo creo no se es menos madre por gustarte tu profesión o salir con tus amigos.
Algunos sectores de la sociedad critican a las madres que se dedican a su trabajo o que triunfan a base de horas de esfuerzo laboral.
Cuando una mujer triunfa en lo profesional somos nosotras mismas las que le acusamos de abandonar a la familia. Nos hacemos un flaco favor. Me parece penoso, triste y del siglo pasado. Yo envidio a esas mujeres que son capaces de compaginar todas sus parcelas haciendo feliz a la gente que les rodea y siéndolo ellas mismas. También respeto a las mujeres que deciden dedicar 5, 7 ó 10 años de su vida única y exclusivamente a la crianza, si eso es lo que les hace felices y lo que les llena, pero yo para sentirme plena necesito otras dos cosas muy importantes que son mi profesión y mi vida sentimental.
La llegada de los niños afecta mucho a la relación de pareja en todos los sentidos.
Creo que hay momentos para todo y los extremos nunca son buenos. Los primeros días la madre bastante tiene con ocuparse del bebé y de sí misma y además está exhausta. Pero cuando ya se haya recuperado un poco, hay que retomar todo lo bonito y la relación como era antes que llegara el bebé. Entre todo eso está el sexo que no debería de cambiar. En la consulta lo escucho permanentemente: que la relación de pareja cambia en el momento que nos convertimos en padres. Y es una pena. ¿Por qué no recuperarlo? El sexo es muy importante en las parejas. Es un ingrediente que no debería faltar y que si falla tiene un coste terrible.
¿Qué hay que hacer ante toda esa gente que te da consejos cuando has tenido un bebé? Parece que todos tengan un master en maternidad.
Déjate llevar por tus emociones: sigue tu instinto. No permitas que nadie juzgue tu manera de vivir y de sentir. Es intrasferible, es irrepetible, inolvidable. Nadie tiene derecho a decirte lo que tienes que hacer, cómo debes sentir o lo que debes hacer. Esos primeros años pasan tan rápido que es una pena cuando ves a parejas dejándose llevar por lo que les dicen los demás olvidándose de su propia esencia. Esto no debería de suceder. Nuestra maternidad es nuestra y punto. Y mientras seas feliz y hagas felices a tus hijos y a tu pareja nadie más tiene que entrar a opinar.
Con cada hijo empiezas una nueva carrera, lo que sirve para uno es inútil para otro, ¿Cómo gestionas esta educación?
Cuando la gente dice, «yo he criado a mis hijos igual y son muy diferentes» me dan ganas de decirles ¡pues claro, porque son personas diferentes! ¿o tú eres igual que tu hermano? Yo no crío a mis hijos igual porque hay que ser muy consciente de que no tienen las mismas necesidades y tengo que estar más alerta con determinadas señales que trasmiten. Lo bonito de educar a nuestros hijos es el ser capaces de identificar cuales son las necesidades que tienen y estar ahí para ofrecerles lo que necesitan y para darles lo mejor de nosotros y hacer de ellos personas íntegras. No hay que educar igual, eso es un error.
MÓNICA SETIÉN /ABC, 2017

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