El escándalo de los abusos sexuales en el fútbol inglés sigue creciendo
Con miles de potenciales víctimas, una veintena de acusados y casi un centenar de clubs implicados las denuncias siguen destapándose, hasta ahora 300 exjugadores han saltado a la palestra
El epicentro del escándalo es el Crewe Alexandra, un equipo de cuarta división del centro de
Ya se habla del mayor escándalo en la historia del fútbol de estas islas, con más de 300 exjugadores que han saltado a la palestra, ya con cuarenta o cincuenta años a las espaldas y en muchos casos la vida destrozada, para denunciar que de niños o adolescentes fueron violados, abusados o acosados por el entrenador de su club, un ayudante o un ojeador, aprovechándose de su inocencia y del deseo de convertirse en una estrella del balón. Pero se teme que esa cifra no sea más que la punta del iceberg, y en realidad haya miles de víctimas. De nuevo nos encontramos con la realidad: los abusos sexuales a menores no es una lacra que afecta a una sola institución como puede ser la Iglesia, sino que tristemente tiene cabida de forma masiva en todos los estratos de la sociedad: la familia, las escuelas y ahora, el fútbol.
En muy poco tiempo se ha pasado de rumores que inspiraban mayormente indiferencia a las portadas de los periódicos, varias investigaciones y la creación de una asociación de apoyo a los damnificados. Y a que todo el fútbol de Inglaterra, el más rico del mundo gracias a los derechos de televisión y el que presume de la Premier League, se encuentre en el banquillo.
Ha bastado con que un exjugador, Andy Woodward, frustrado con la lentitud de las investigaciones policiales, haya abandonado el anonimato y hablado con el periódico The Guardian. Su ejemplo ha sido imitado por otros (alrededor de una veintena), e incluso internacionales como Matthew Le Tissier –que personalmente no sufrió los abusos y que en su tiempo fue criticado como demasiado intelectual– han relatado el clima depravado que vivieron de jóvenes en los vestuarios. Los principales acusados (Barry Bennell, Bob Higgins, Hugh Stevenson, David King, Gordon Neely, Frank Roper, Eddie Heath, George Ormond…) son personajes secundarios desconocidos para el gran público, incluso a nivel doméstico, entrenadores de infantiles y juveniles. Pero fuentes próximas al caso aseguran que la cosa va mucho más allá, media docena del casi centenar de implicados ejercen en la actualidad, y uno de ellos es bastante importante.
Varios clubs han quedado ya salpicados por el caso, al haber dado trabajo o empleado como ojeadores a alguno de los acusados, como es el caso del Newcastle United, el Southampton, el Leicester, el Aston Villa y el Chelsea. Cuando un chaval de 15 años se quejó de estar siendo abusado sexualmente, el equipo de Stamford Bridge envió a un técnico a hablar con sus padres para desdramatizar el asunto, y el chico siguió en el equipo. Y recientemente, pagó 65.000 euros a su exjugador Gary Johnson a cambio de que firmara una cláusula de confidencialidad y no contara lo que sabía.
Crewe, el ojo del huracán
Pero el ojo del huracán es Crewe, una ciudad de setenta mil habitantes en el centro de Inglaterra, cruce de varias líneas de ferrocarril, donde durante medio siglo se fabricaron los Rolls Royce, y actualmente está todavía la factoría de automóviles de lujo Bentley. Y en particular el fantasmagórico estadio de Gresty Road, que se ve desde las ventanillas de los trenes que van de Londres –150 kilómetros al sur– a Manchester –50 kilómetros al norte–, la casa del Crewe Alexandra, de cuarta división, el equipo en el que jugaban Woodward y otras víctimas (David White, Paul Stewart, Anthony Hughes…) cuando se produjeron los abusos. Y en el que entrenaba Barry Bennell, que ha cumplido tres penas diferentes de prisión por delitos sexuales, una de ellas en Estados Unidos.
En el curso de las múltiples investigaciones en marcha, un exdirectivo de la entidad ha contado que se tenía conocimiento de las actividades criminales de su empleado, pero se le permitió seguir en el club siempre y cuando “no se le dejara solo con los chicos” y no fuera con ellos a viajes que requirieran pasar la noche fuera. Bennell, según el relato de sus víctimas, ponía el ojo cada temporada a los niños más vulnerables, y buscaba situaciones en las que quedarse solo con ellos. “Al principio únicamente me tocaba –cuenta Andy Woodward–, pero rápidamente fue a mayores y me violó. No quiero decir cuántas veces, pero fueron muchas, a lo largo de cuatro años”. “Sólo quise pretender que nada había pasado, y olvidarlo –explica Steve Walters–. Sabía que si lo denunciaba sería el fin de mi carrera, y durante este tiempo he guardado el secreto. Me he quitado un gran peso de encima”. Paul Stewart, exjugador del Tottenham y el Liverpool, recuerda que el ex- entrenador del Crewe Alexandra le amenazó con matar a su padre, a su madre y sus dos hermanos si decía una sola palabra, y que las cicatrices que le dejó el asunto le empujaron a la bebida y a las drogas. Chris Unsworth señala que fue violado entre cincuenta y cien veces, y no hizo nada al respecto “porque quería triunfar en el fútbol y pensaba que era el precio que tenía que pagar”.
Así como Bennell ha estado en la cárcel tras confesar delitos sexuales contra seis niños, un entrenador de juveniles del Southampton, Bob Higgins, fue encontrado inocente en 1992 por un juez de todas las acusaciones que pesaban sobre él, y ha seguido trabajando hasta que surgió el escándalo hace unas semanas. Ello a pesar de que un programa del Canal 4 en 1997 planteaba numerosas cuestiones sobre su comportamiento, y de que la propia Federación de Fútbol se desmarcó por completo de una academia de formación de chavales que fundó, dando a entender (sin explicar las razones) que no recomendaba a nadie que inscribiera a sus hijos en ella.
La reacción inicial de las instituciones y clubs implicados en el escándalo ha sido la negación en el mejor de los casos, y el encubrimiento en el peor, con el ofrecimiento de sobornos a las víctimas con tal de que permanecieran calladas. La Federación Inglesa de Fútbol, alarmada por el impacto potencial del caso tanto a nivel legal como de imagen, ha reaccionado con extraordinaria lentitud, hasta lanzar finalmente su propia investigación independiente, de cuya imparcialidad dudan las víctimas. La iniciativa la lleva la prensa, y un bufete de abogados de Manchester que ha ofrecido sus servicios pro bono. Y la impresión es que todavía han de salir toneladas de información hasta ahora inédita.
Todo lo anterior es consecuencia de la falta de principios morales en etapas cruciales de formación del individuo y de la sociedad.
ForumL.
Etiquetas: Sociedad
0 comentarios:
Publicar un comentario
Suscribirse a Enviar comentarios [Atom]
<< Inicio