Sin hijos pero con mascotas
Las contradicciones de una sociedad individualista y con escasa natalidad
Se tiende a cuidar a perros y gatos como si de hijos se tratara. Los europeos gastaron unos 30.000 millones de euros en mimar a sus animales de compañía; los españoles, mil millones.
“Cada vez estamos más solos. Las personas se casan tarde o no lo hacen, tienen pocos niños o viven más años. Esa soledad se acrecienta en las urbes, tan alejadas de las comunidades rurales, donde la gente conoce a sus vecinos y vive rodeada de familia”.
Quien así se expresa es el psicólogo estadounidense Harold Herzog, autor del libro sobre animales Some we love, some we hate, some we eat (Los amamos, los odiamos y los comemos), en respuesta a la siguiente pregunta: ¿De dónde nace esta fiebre por las mascotas?
La cuestión de fondo es que la fiebre por los animales de compañía se extiende por todo el planeta, en mayor medida en los países occidentales, donde se mima a las mascotas como si de hijos se tratara, mientras caen las tasas de natalidad en todo el mundo. Son las contradicciones de una sociedad desvinculada e individualista.
En ese sentido, como advierte el psicólogo Stanley Coren, profesor en la Universidad de Columbia Británica en Vancouver (Canadá), “si tenemos en cuenta la tendencia a tratar a las mascotas como hijos, se entiende que en las actuales sociedades desarrolladas se gaste cada vez más dinero en productos y servicios para mimarlas”.
Estadísticas muy animales
Hasta tal punto esto es así que “la tendencia a tratar a los animales de compañía como hijos promueve una industria que el año pasado facturó más de 100.000 millones de euros solo en Estados Unidos, Europa, América Latina y Japón”, según se advertía en el reportaje “Mi mascota manda más que yo”, publicado en El País Semanal el pasado 4 de diciembre.
En el Viejo Continente, en 2015 los europeos gastaron unos 30.000 millones de euros en mimar a sus animales de compañía, como se puede observar en el siguiente gráfico, reproducido a partir del reportaje, donde se puede ver la evolución al alza de los gastos destinados a las mascotas en los últimos cinco años.
El desglose del gasto en mascotas en Europa en 2015 fue de 15.000 millones de euros en comida, 6.500 millones en accesorios, 6.025 millones en servicios y 2.475 millones en medicinas.
Por su parte, el año pasado los españoles invirtieron unos mil millones en cuidar a sus animales de compañía, mientras los japoneses gastaron 4.685 millones. Y, con datos de la consultora Nielsen, en España se gastaron 884 millones de euros anuales en alimentación para mascotas.
En cuanto a Estados Unidos y Latinoamérica, los gastos en animales de compañía entre enero y noviembre de este año han sido de 56.287 millones y 8.966 millones, respectivamente.
Si hablamos del gasto medio por mascota, con datos de 2014, el mismo reportaje muestra otro gráfico donde se aprecia que en Estados Unidos fue de 1.479 euros al año para los perros y de 1.014 euros para los gatos; y en Reino Unidos fue de 1.311 y 1.123 euros anuales, respectivamente.
Por su parte, los españoles tuvieron un gasto medio por cada animal de compañía de 817 euros anuales para los perros y de 534 euros en el caso de los gatos. Y España ocupa el quinto lugar en el mercado europeo de este sector, después de Reino Unido, Francia, Alemania e Italia.
La extravagancia por consigna
Otras estadísticas, en algunos casos extravagantes, que revelan hasta qué punto hemos humanizado a las mascotas tienen que ver, por ejemplo, con el número de crematorios para animales de compañía. Con más de 284 millones de mascotas en Europa, los crematorios se abren hueco en el mercado: en Reino Unido, por ejemplo, hay asentados 125 crematorios; en Holanda, 34; y en Alemania, 23.
“España arrancó un poco más tarde que sus vecinos, pero ahora se abre uno cada semana”, explica en el reportaje Ruud van Beurden, gerente de Funeral Products Spain.
Uno de sus servicios estrella son los velatorios, que piden aproximadamente el 40% de los clientes. Para ello, se lavan, secan y peinan los cuerpos de los animales. El precio oscila entre los 235 y los 340 euros. Otros optan por el entierro, y las fosas oscilan entre los 200 y los 6.000 euros, en función del tamaño, la ubicación y los materiales. La cuota anual de mantenimiento es de 60 euros.
Por otra parte, “en grandes ciudades como Los Ángeles, Tokio o Dubái proliferan hoteles y resorts de lujo para uso y disfrute de animales. Muchos incluyen tratamientos exclusivos como manicura o spa. En 2015, EE UU facturó 5.000 millones de euros en el mercado de estos alojamientos y servicios que también empiezan a calar en España. Sobre todo en urbes como Barcelona o Madrid” cita el reportaje de El País.
Existen tiendas de repostería para animales de compañía, como la que se menciona en el reportaje, “Miguitas”, con brownies de hígado de pollo y tartas de salmón, entre otras delicatesen para animales.
Ante este boom de las mascotas, el sector del lujo no permanece impasible: “Grandes firmas de moda como Louis Vuitton y Gucci tienen sus propios modelos de bolsos para transportarlas. Adolfo Domínguez ha creado una línea de ropa canina y Swarovski cuenta con una gama de collares y joyas. “Las personas han decidido que sus necesidades son las de sus animales y, en ese sentido, tal vez podríamos hablar de un trato antropomórfico”, es decir atribuir cualidades humanas a los animales, sostiene Miguel Ibáñez, profesor de Etología y bienestar animal en la Universidad Complutense de Madrid (UCM).
“Un reflejo del narcisismo del dueño”
Toda esta parafernalia alrededor de los servicios para mimar a las mascotas es definida por el filósofo Fernando Savater, al abordar la cuestión animalista, en estos términos: “la mascota acaba siendo un reflejo del narcisismo del dueño”.
“En un mundo regido por el sentimentalismo, hemos acabado convirtiendo a las mascotas en una especie de dioses buenos”, añade Savater.
Prueba de ello es otro de los ejemplos que muestra el reportaje: el de una novia que hizo hacer una réplica de su vestido para su perra, que portaba los anillos. El precio del vestido, 95 euros.
“La gente alucinó. ¡Apuntaron con sus cámaras y teléfonos al suelo para fotografiar a Sheera en vez de a mí!”, recuerda Mar Ribé. El padre de la novia sostenía con una correa a la perra, con un vestido idéntico al de la novia. “Mi madre me decía que estaba más preocupada de su traje que del mío”, cuenta.
Mar explica otra escena un tanto surrealista: “Y, claro, cada vez que íbamos, Germán tenía que quedarse fuera de la tienda. Porque si veía el vestido de Sheera, iba a saber cómo era el mío”.
Los gastos de servicios para las mascotas incluyen uno bien original: el ‘doga’, es decir yoga con perros, surgido hace cinco años, como no, en Nueva York y que se ha extendido por todo el mundo. Hong Kong ha batido el récord Guinness por la clase de doga más numerosa de la historia (270 parejas perro-dueño).
En España, la educadora canina Patricia Guerrero las ha importado a un centro de yoga de Barcelona. “El objetivo es encontrar ese momento de conexión entre la persona y su perro”, explica Guerrero. Al terminar la sesión, amo y mascota permanecen abrazados en un aparente estado de relajación.
Un último ejemplo de hasta qué punto se ha elevado a la categoría de personas a las mascotas, de modo extravagante, es el nuevo programa televisivo ‘Amores perros’.
En este programa, los concursantes buscan el amor y conocen a sus posibles parejas acompañados de sus perros. El factor humano queda en un segundo plano en función de la conexión entre los animales, es decir que los perros deciden por ellos. ¡Ver para creer!
por FERRAN ESTEVE /ForumL
Etiquetas: Sociedad
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