miércoles, 19 de enero de 2022

Anticoncepción y sus efectos

 Anticoncepción y sus efectos

 ¿sexo seguro en américa? . Rosario Laris md, phd.

Prescribir hormonas anticonceptivas a una mujer saludable es tan absurdo como recetar insulina a un paciente sin diabetes.

Vivimos en una sociedad donde la información directa y subliminal relacionada a la paternidad, está encaminada a evitar la concepción, a disminuir la fertilidad o, directamente, a eliminarla, todo ello con el objetivo de excluir el compromiso y la responsabilidad de las relaciones sexuales; es decir, se busca que estén libres de hijos. Nos han vendido muy bien la idea de que existiría un derecho absoluto sobre nuestra “salud sexual y reproductiva”, gracias al cual podríamos afectar nuestra salud y fertilidad durante años, para luego retomarla en el momento que quisiéramos.

Desde el inicio de las relaciones sexuales, sea durante la adolescencia, la juventud temprana, antes del matrimonio, e incluso dentro del matrimonio mismo, el embarazo es una preocupación constante tanto en la mujer como en el hombre. Para evitar el embarazo se recurre, en la mayoría de los casos, al empleo de “métodos anticonceptivos”, pero aunque estos se han posicionado en el imaginario colectivo de la sociedad contemporánea como la panacea para eludir o burlar un embarazo, la realidad es muy distinta. Los métodos anticonceptivos convierten la etapa fértil de la mujer en infértil, afectan su salud y, en muchas ocasiones, propician la infertilidad física; además de abrir espacio para la infertilidad emocional, intelectual y espiritual de la mujer, del hombre, o de ambos cónyuges.

Los anticonceptivos son sustancias, dispositivos o procedimientos que buscan impedir que se logre un embarazo o que este siga su curso. Existen varias clasificaciones, una de ellas es la siguiente:

1. Anticonceptivos de dosis regular. Existen en presentación de pastillas, parches, implantes, inyecciones y anillos vaginales.

En la actualidad, cada vez menos anticonceptivos hormonales de dosis regular actúan únicamente como anovulatorios, es decir, evitando la ovulación. Tienen varios mecanismos de acción: 1) reducen la frecuencia de la ovulación, por lo que algunas veces la mujer puede ovular y otras no; 2) alteran la movilidad de las trompas uterinas; 3) alteran la consistencia del moco cervical; y 4) afectan al endometrio, que es la capa interna del útero de la mujer, lo que provoca, en caso de haber fecundación, la imposibilidad de implantación de esa nueva persona, que en esta etapa inicial de su desarrollo se denomina cigoto.(1-5) Es decir, pueden actuar como abortivos.

Estos métodos pueden evitar que se produzca un embarazo o que este siga su curso, con una efectividad de 90 a 97%.

Varios estudios científicos han demostrado que las mujeres que utilizan alguno de estos métodos, tienen más riesgo de padecer hemorragias vaginales intensas(6), cefalea (dolor de cabeza), migraña, acné, hirsutismo (crecimiento de vello en la cara), aumento de peso, vaginitis (inflamación de la vagina), dolor abdominal, náusea y vómito(7), alteraciones vasculares como trombosis venosa profunda (trombos en las piernas)(8), infarto agudo al miocardio(9), hipertensión arterial(10), embolia pulmonar(11), tromboembolias, infarto cerebral(12), hemorragias o trombos cerebrales, aumento de cáncer cervicouterino, cáncer de mama(13,14), cáncer de ovario, cáncer de pulmón, alteraciones vesiculares y depresión (sobre todo en adolescentes)(15), entre otras.

Investigaciones recientes, han confirmado que el uso de anticonceptivos hormonales llamados “de nueva generación” (desogestrel y ciprosterona) aumenta el riesgo en las usuarias de presentar trombosis venosa(16). Así mismo, en las mujeres que usan parches anticonceptivos y anillos vaginales, aumenta el riesgo de trombosis venosa(17) hasta en 8 y 6,5 veces más, respectivamente, que en aquellas que no los usan(18).

En relación a la presencia de enfermedades vasculares, el estudio de Sugiura de 2015(19), reportó que el 45% de los eventos tromboembólicos se desarrollaron dentro de los noventa días siguientes al inicio del uso de los anticonceptivos orales combinados, y que el 81% de los eventos se presentó antes de cumplir un año de uso.

El estudio de Mørch(20) que dio seguimiento, durante diez años, a 1,8 millones de mujeres en Dinamarca, comparó la presencia de cáncer de mama entre aquellas que nunca habían usado hormonas anticonceptivas, con relación a aquellas que eran usuarias. El estudio concluyó que la presencia de cáncer de mama fue mayor en las mujeres que habían usado anticonceptivos hormonales, sobre todo en aquellas que llevaban más de cinco años usándolos.

El uso materno de desogestrel, gestodeno o acetato de ciproterona(21) combinado con etinilestradiol antes del embarazo, aumentó el riesgo de rinitis alérgica entre los niños menores de seis años, según reveló un estudio de 1.182 casos, reportado por Keski-Nisula y colaboradores. Así mismo, se detectó mayor riesgo de infección por virus del herpes simple tipo dos, en usuarias de progestina inyectable(22).

Un estudio nacional llevado a cabo en Dinamarca, entre 1996 y 2013 por Skovlund(23) y colaboradores, sobre la relación entre el uso de anticonceptivos hormonales, el intento de suicidio y el suicidio; dio seguimiento a casi medio millón de mujeres durante un promedio de 8,3 años y concluyó que el uso de anticonceptivos hormonales se asoció positivamente con el intento de suicidio y el suicidio subsiguiente, alcanzando esa tendencia su punto máximo luego de dos meses de uso de los mismos, siendo las mujeres adolescentes quienes experimentaron el mayor riesgo.

Los efectos de los anticonceptivos hormonales en la salud de las mujeres han sido alarmantes. Tan solo en Estados Unidos, se han presentado miles de demandas en contra de las empresas que los producen y venden. Un ejemplo de ello es el caso de Bayer (que produce y distribuye anticonceptivos y dispositivos intrauterinos), farmacéutica que tuvo que pagar 1.800 millones de dólares por más de 9.000 demandas interpuestas contra sus productos, por usuarias de anticonceptivos que vieron su salud afectada al usar estas hormonas(24), en especial por trombosis venosa.

2. Anti implantatorios.

a) Dispositivo intrauterino. Los dispositivos intrauterinos medicados y no medicados, actúan por medio de varios mecanismos, modificando el moco cervical para evitar que el espermatozoide fecunde al óvulo, o alterando de manera local el recubrimiento interno del útero llamado endometrio(25) (lugar donde se anida o implanta el embrión humano), de manera que la implantación no sea favorable, por lo que en este caso, actuarían como abortivos.

La implantación es impedida debido a un efecto irritativo que genera la producción de células endometriales disfuncionales y glándulas atróficas(26). La reacción al cuerpo extraño producida por el dispositivo intrauterino en el endometrio, activa la liberación de leucocitos y prostaglandinas que actúan en el útero y trompas uterinas, impidiendo el desarrollo del cigoto(27). Su efectividad para evitar o poner fin a un embarazo fluctúa entre un 94 y un 98%.

Dentro de los efectos negativos que pueden tener en la salud de la mujer, están el aumento de sangrado vaginal, amenorrea (falta de menstruación), sangrado intermenstrual, dolor abdominal o pélvico, quistes en el ovario, embarazo ectópico (embarazo fuera del útero), enfermedad pélvica inflamatoria(28,29), sepsis (infección en todo el cuerpo). Además, puede penetrar las paredes uterinas, perforar el útero o fijarse en el ovario(30,31), producir migrañas, acné, depresión, vulvovaginitis, dismenorrea (dolor durante la menstruación), aumento de peso, disminución de la líbido (disminución del deseo sexual), cervicitis (inflamación del cérvix), hipertensión arterial, dispareunia (dolor durante las relaciones sexuales), anemia, alopecía (caída del pelo), alteraciones en la piel, prurito (comezón), urticaria, hirsutismo (crecimiento de vello en la cara), distención abdominal y edema (pies hinchados).

Investigaciones científicas recientes han encontrado una relación significativa entre el uso del dispositivo intrauterino con liberación hormonal (DIU-HR) y el riesgo de sufrir cáncer de mama (específicamente cáncer de mama de tipo lobular y ductal(32)), en comparación con personas que nunca han usado un dispositivo intrauterino(33).

b) Píldora del día siguiente o pastilla anticonceptiva de emergencia (PAE). Esta píldora está compuesta por una gran dosis de hormonas, que se calcula equivalente a quince pastillas anticonceptivas diarias, por lo que el usar la “dosis recomendada” de dos unidades, equivale a ingerir, de una vez, la dosis de hormonas de todo un mes.

Aunque en sus comienzos se sugirió que solo tenían un efecto inhibitorio o de retraso en la ovulación, investigaciones recientes indican que existe un efecto post-ovulatorio, por lo que el mecanismo de acción sería anti implantatorio al actuar directamente sobre el embrión, es decir, sería abortivo(34,35).

La PAE presenta diferentes mecanismos de acción, dependiente del momento del ciclo menstrual de la mujer en que se consuma. Si al momento de tomarla, la mujer no ha ovulado, puede impedir la ovulación(36-38), pero algunas de estas pastillas afectan al endometrio(39,40) por lo que si la mujer ya ovuló, tuvo relaciones sexuales y hubo fecundación, su efecto será anti implantatorio(41-46), es decir abortivo, puesto que la capa interna del útero no estará preparada para recibir al cigoto.       

También puede tener efectos inmediatos en la salud de la mujer, tales como dolor intenso de cabeza(47), náusea, vómito y mareos, dolor abdominal intenso(48), letárgica(49), es decir, presentar disminución del estado de alerta (también conocido como efecto “zombie”), hemorragias vaginales intensas(50,51) y embarazos ectópicos(52), es decir, embarazos fuera del útero de la mujer, generalmente en las trompas uterinas(53).

En España, un estudio sistemático, encontró que era frecuente que jóvenes entre 21 y 24 años, acudieran al servicio de urgencias para solicitar la PAE después de haber tenido una relación sexual sin protección o de haber sufrido la ruptura del condón durante la misma, concluyendo que el aumento considerable del uso de anticoncepción no frenó el aumento del número de abortos, como tampoco la mayor disponibilidad de condones disminuyó la demanda de la PAE. La razón principal reportada por las mujeres al momento de solicitarla, fue la ruptura del condón(54).

Otro estudio referente a la PAE, esta vez de 2018, demostró que, en general, las mujeres recurren a ella –y particularmente en su primera relación sexual–, por fallas asociadas al uso del condón(55).

3. De barrera.

a) Condón masculino. Véase todo el capítulo 4.

b) Espermicidas y esponjas. Son sustancias químicas que destruyen o inhiben la movilidad de los espermatozoides. Su porcentaje de efectividad para prevenir un embarazo está entre el 50 y el 60%. Pueden causar irritación y producir reacciones alérgicas en los genitales externos e internos de la mujer.

c) Coito interrumpido. Es la eyaculación de los espermatozoides fuera del cuerpo de la mujer. No es considerado propiamente un método de barrera, ya que el líquido preeyaculatorio contiene espermatozoides, por lo que, en caso de encontrarse la mujer en su período fértil, podría haber fecundación. Su efectividad es del 73%(56) con uso común.

4. Definitivos.

a) Salpingoclasia. También conocida como ligadura de trompas, es la intervención quirúrgica mediante la cual se extirpan parcial o completamente las trompas uterinas de la mujer. Tiene como efectos adversos, aquellos relacionados con las intervenciones quirúrgicas, tales como los derivados de la anestesia local o general, infecciones, y la posibilidad de lesionar el intestino.

b) Vasectomía. Intervención quirúrgica donde se ligan o seccionan los conductos deferentes del hombre o se cierran con pequeños cilindros de nylon. Uno de sus efectos adversos más graves, es la producción de anticuerpos capaces de inducir infertilidad permanente, incluso tras la recanalización, si es que el paciente cambia de parecer sobre una eventual paternidad.

Es sabido que la frecuencia del dolor testicular y escrotal crónico después de la vasectomía, afecta a más de una cuarta parte de los individuos que se someten a este procedimiento, llegando al 33%; esto derivado de la congestión del epidídimo y la obstrucción de los conductos encargados de dar paso al semen(57,58).

Esta complicación, que ha sido denominada “síndrome doloroso post-vasectomía”, sigue siendo unos de los problemas urológicos de más difícil solución, ya que no se cuenta con un esquema de diagnóstico preciso y no existe un tratamiento efectivo y confiable. La etiología del síndrome doloroso post-vasectomía no se conoce con precisión. Algunas causas consideran daño al cordón nervioso espermático y escrotal, mediado por efectos inflamatorios y del sistema inmune(59).

Otras complicaciones reportadas incluyen hematomas, sangrado, granuloma por reacción a cuerpo extraño, epididimitis y abscesos. Se han reportado complicaciones graves de tipo infeccioso, que han resultado en accidentes cerebrovasculares por embolia y endocarditis infecciosa(60,61).

Existen también complicaciones que competen a la psiquiatría, como es el caso de la depresión crónica, la que llega a durar años y es resistente al tratamiento con antidepresivos. En algunos casos, la depresión es gatillada por un ataque de pánico en el período post-operatorio. Las complicaciones psiquiátricas de la vasectomía incluyen la disfunción sexual, efectos negativos en las relaciones maritales, dolor crónico, ansiedad y depresión

0 comentarios:

Publicar un comentario

Suscribirse a Enviar comentarios [Atom]

<< Inicio