viernes, 1 de febrero de 2019

A las barricadas… de género


En los países occidentales el socialismo posmarxista ha tenido prácticamente que abandonar su igualitarismo clasista, ya que en las sociedades modernas el concepto de proletariado ha sido superado, quedando completamente desfasado. Esto ha provocado la necesidad de buscar nuevos conflictos en los que volcar la vocación marxista de igualar al ser humano a toda costa. Y ha sido en el campo del género sexual donde la izquierda ha encontrado su nuevo casus belli para proponer su revolución posmoderna: la ideológia de género.
Muy lejos del primitivo feminismo, que buscaba hacer igual a la mujer ante la ley, con los mismos derechos civiles y políticos que el hombre, este feminismo radical lo que busca es nivelar sexualmente a las personas a través de la misma herramienta que el comunismo siempre ha idolatrado, el Estado.
No sólo se trata de remover los obstáculos culturales que puedan obstaculizar la igualdad de oportunidades de la mujer en el campo laboral, económico y social, ni de proteger a la mujer contra cualquier violencia sexual, el proyecto que encierra la ideológia de género implica destruir las instituciones naturales de la maternidad y la familia con la esperanza de construir un orden social nuevo en el que las limitaciones de la naturaleza humana y sus condicionantes biológicos sean superados a través de políticas de reeducación de las conciencias, impuestas sobre falsas promesas de una sociedad utópica perfecta e igualitaria.
No es por tanto casualidad que sea la ultraizquierda quien defienda con más virulencia la ideológia de género, no en vano se trata de un subproducto síntesis del feminismo radical y el marxismo.
Shulamith Firestone, una de las ideólogas del movimiento feminista radical de la segunda mitad del siglo XX, afirmaba que la familia era “la fuente de la represión psicológica, económica y política” de la mujer. Zillah Eisenstein, otra feminista radical, acuñaba en los años 80 del pasado siglo el mito del “régimen patriarcal” que hoy tanto nos repiten desde las redes sociales y medios podemitas. Esta autora decía: “El agente de opresión es la definición cultural y política de la sexualidad humana como ‘heterosexual’. La institución de la familia y el matrimonio, y los sistemas de protección legal y cultural que refuerzan la heterosexualidad, son las bases de la opresión política de la mujer”. La “progresista” Kate Millet, también hará primordial en sus teorías el concepto de “género” como producto cultural del hetero-patriarcado y no de la biología. Desde la ultraizquierda intelectual, Simone de Beauvoir, la esposa de Sartre, que en su libro “La larga marcha”, justificaba los horrores de la Revolución Cultural maoísta, en su obra “El Segundo Sexo” aseveraba que “engendrar, amamantar, no constituyen actividades, son funciones naturales; ningún proyecto los afecta; por eso la mujer no encuentra en ello el motivo de una altiva afirmación de su existencia; sufre pasivamente su destino biológico”. Para Beauvoir “no se nace mujer: llega una a serlo”, por ello la tarea de la mujer es liberarse de su género, para ello “no se debería permitir a ninguna mujer que se quedara en casa para criar a sus hijos. La sociedad tendría que ser completamente distinta. Las mujeres no deberían tener esa opción, precisamente porque si existe tal opción, demasiadas mujeres la van a tomar”.
Si con el comunismo la familia era una superestructura que perpetuaba la sociedad opresora burguesa, con la ideológia de género pasa a ser la principal institución social que reproduce la “estructura patriarcal”, por tanto, debe ser abolida.
Según ellos, el matrimonio y la maternidad son instrumentos del machismo, el aborto es una conquista de la liberación de la mujer y la relación heterosexual un lastre de ese pasado de dominación patriarcal del que hay que desprenderse.
Esta distopia totalitaria ha creado espacios cerrados y sectarios en los que tan solo cabe un tipo de discurso sobre la “igualdad” de la mujer, que si no lleva la marca de la ideológia de género es despreciado y perseguido.

Mateo Requeséns (edit.), Gta. 2019

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