miércoles, 15 de noviembre de 2017

La pregunta que todo pro-aborto debe responder


 “¿Es justo castigar al que provoca un aborto sin la voluntad de la mujer?”

En medio de todo el ruido del debate sobre el aborto, hay un asunto sobre el cual todo el mundo está de acuerdo: es justo castigar a quien causa un aborto contra la voluntad de la mujer. Existe un bien jurídico que proteger en el embarazo, y que justifica que el aborto se castigue con una privación de libertad apenas inferior a la del homicidio. Esto solo tiene sentido si el niño que está por nacer es un ser humano con derecho a la vida.
En su afán por permitir que las mujeres maten a sus hijos no nacidos, el lobby abortista no se percatan que sus argumentos provocan una profunda incoherencia en las leyes penales, y con ello una injusticia enorme.
En efecto, para justificar el aborto, se insiste con gran vehemencia que el feto no es un ser humano, que no es nada más que un grupo de células sin ningún valor ni derecho. El problema es que, si esto es cierto, no solo la madre podría destruirlas impunemente y sin enfrentar consecuencia alguna, cualquier persona podría hacerlo. Si el feto no es más que un montón de materia biológica mientras no abandone el cuerpo de su madre, no hay razón para castigar el aborto contra la voluntad de la madre. Después de todo, nadie puede ser castigado por destruir algo que no tiene ningún valor.
“¡Ah, pero es que sí tiene valor! Para la madre lo tiene” dirán a la desesperada, para salvar su posición, pero no basta. El derecho no establece delitos en base al valor que cada uno asigna a las cosas, sino a lo que las cosas son. Si a Ud. le roban el libro que su padre escribió y que le dedicó con tanto cariño, puede que tenga gran valor sentimental y sufra enormemente su pérdida, pero el ladrón solo será castigado por haber robado un libro. Lo mismo en el caso del aborto. Si ese grupo de células no tiene ningún valor objetivo para la ley, el responsable de un aborto sin la voluntad de la madre no puede quedar sujeto a la valoración subjetiva de otro ciudadano. Si el feto no tiene derecho a que se respete su vida, el delito de aborto no debería ser castigado.
Otro tanto puede decirse sobre la idea de que el feto no es humano porque no piensa o no siente. Tratándose del aborto cometido contra la voluntad de la mujer, no se distingue por el tiempo ni por el desarrollo del cerebro.
“Es que se castiga por las lesiones a la madre” dirán otros, recurriendo al viejo lema de que el feto es parte del cuerpo de la madre. Esto es claramente falso, desde un punto de vista genético (el ADN en ambos individuos es diferente) y fisiológico (el organismo no necesita dos cerebros, dos corazones y cuatro pulmones). Sin embargo, incluso quien dice que el feto es un órgano de la mujer deberá explicar por qué es necesario el delito de aborto, en circunstancias que, según esa opinión, bastaría con castigar las lesiones estrictamente producidas. Por cierto, esta clase de lesiones, que no afectan el funcionamiento del cuerpo ni tiene efectos permanentes, suelen castigarse con una multa. Como una uña rota o un mechón de pelo.
En definitiva, las ideas tienen consecuencias. Si los abortistas realmente creyeran en sus argumentos, no lucharían solo por el derecho a decidir de las mujeres, sino por la despenalización de todo tipo de aborto. Pero es claro que no es así. O bien son hipócritas, que defienden el derecho a matar a un inocente, o son estúpidos que solo les importa decir lo contrario de lo que dice la Iglesia.

Pato Acevedo, InfoC. 2017 

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