miércoles, 20 de septiembre de 2017

Los niños no aprenden si se les pega, solo sufren



«Educar a los niños sin gritos es posible». Muchas madres y padres se llevan las manos a la cabeza al escuchar esta afirmación y lo primero que se les pasa por la mente es un cierto sentimiento de culpabilidad al recordar las voces que dan a sus hijos y, en segundo lugar, les asalta con rapidez una cuestión: «pero eso, ¿cómo se consigue?».

La respuesta la ofrece Tania García, pedagoga, asesora familiar... Asegura que intentar que los hijos aprendan mediante gritos, amenazas, castigos... es algo que tenemos asumido como «normalizado» en nuestra sociedad desde hace muchísimos años, «pero no debe ser así. Los niños no aprenden si se les pega, solo sufren. Los padres que actúan de este modo es porque no tienen herramientas para enseñar de otra forma y, además, se dejan llevar por su presión en el trabajo, las prisas, etc., y lo pagan con los más débiles: los pequeños de la casa. Si no gritamos ni ridiculizamos a la mujer o al marido porque la tortilla que ha hecho le ha salido mal, ¿por qué gritamos a un niño, que encima está aprendiendo, si no le sale bien algo que le hemos dicho que haga? Muchos padres deberían planteárselo», asegura.

«Así se crea el germen del acoso»
El problema es que los hijos, al ver cómo sus padres les gritan o amenazan, integran que ésta es la forma de actuar y asumirán que les traten también así en la escuela, tanto los profesores como los propios compañeros. «Ellos imitan lo que ven hacer a sus padres. Si los adultos le ridiculizan en la calle por tirarse al suelo y tener una rabieta, ellos ridiculizarán a sus amigos a la menor oportunidad que tengan. Y, sin darnos cuenta, se está creando el germen del acoso, con graves consecuencias sociales, pero también personales para los afectados».

Esta pedagoga señala que existe un crecimiento en los casos de acoso escolar y la solución no la tendremos si no empezamos a educar a los menores sin gritarles, amenazarles, ridiculizarles, ponerles etiquetas... «Soy consciente de que es difícil cambiar el "chip" porque se ha educado así desde hace generaciones, pero hay que hacer un esfuerzo, tal y como hace una persona cuando se pone a dieta o aprende a conducir. Si buscamos para los hijos los mejores colegios, las mejores clases extraescolares... ¿por qué no vamos a darle la mejor educación y respeto en casa?».

Para los padres que quieran ponerse manos a la obra, Tania García, aconseja tener mucha paciencia en el día a día y empezar con las siguientes pautas:
—Ejemplo: dar buen ejemplo a los hijos porque su actitud será la guía de su comportamiento. Lo padres no pueden decirle a voces «¡no grites a tu hermana!» porque es una verdadera contradicción y el niño también gritará.
—Empatía: es muy importante ponerse en su lugar, lo que no significa dejarles hacer todo lo que desean.
—Escucha activa: aunque estemos muy estresados con el trabajo y ocupados con la casa, se debe realizar una escucha activa porque de lo que digan aportan muchas señales de cómo se sienten ellos de cara a poder ayudarles.
—Coherencia: hay que pedirles las cosas..., pero no imposibles. Ellos también han pasado muchas horas en el colegio, en las extraescolares y están cansados cuando llegan a casa.
—Colaboración: para estar todos juntos en compañía sin olvidar el respeto.
—Cohesión: tener siempre presente el sentido común cuando estemos con ellos.

«No hace ser alto y fuerte para acosar»
García está firmemente convencida que de este modo se logra también educar a los hijos y evitar que sean víctimas de acoso o que ellos sean los propios agresores. «El bullying o acoso escolar es un problema creciente. Cada vez son más los niños que realizan agresiones, que según las investigaciones, no son tanto de violencia física como de insultos, marginación, amenazas, exclusión del grupo, motes... No hace falta ser muy alto y fuerte para acosar a un niño, todo es una cuestión mental. Por este motivo es importantísimo ofrecer las herramientas necesarias tanto a la víctima para que no sufra como al agresor —que suele tener carencias emocionales— para que no vuelva a hacerlo. No basta solo con que el acosador sea expulsado del colegio por unos días. Eso solo es un parche en su actitud, no la solución a su comportamiento».

Laura Peraita (edit)/ ABC, 2017

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