El porno daña al planeta además de al cerebro
La reproducción de vídeos pornográficos alojados en tres
de sus principales portales, generó el año pasado 80 millones de toneladas de
CO2 en todo el mundo
El consumo del porno no solamente daña el
cerebro de la persona que lo ve, y cosifica a la mujer contribuyendo a una
utilización instrumental de la misma, según han demostrado en repetidas
ocasiones diversos estudios, además, daña al planeta.
El consumo de pornografía afecta de forma
negativa al cerebro, sobre todo desde que internet se ha convertido en el
vehículo de masas ideal para ver porno gratis de forma anónima. Así lo
constataron las conclusiones de un estudio realizado por investigadores del Instituto Max Planck para el Desarrollo
Humano en Berlín, publicado en la revista JAMA Psyhchiatry en julio de
2014, con el que buscaban comprobar en qué forma afectaba al cerebro el consumo
de porno.
Ahora, los datos que se incluyen en el estudio
Climate crisis: The unsustainable use of
online video, realizado por investigadores del The Shift Project para
descubrir el impacto ambiental del consumo de vídeos por internet durante el
2018, ha descubierto que el porno también afecta al medio ambiente y muy
significativamente.
El uso masivo de la tecnología digital tiene
una cara oculta: su elevado impacto ambiental. Los modernos dispositivos para
conectarse a la red (teléfonos inteligentes, tabletas…) aportan el 4% de las
emisiones mundiales de gases de efecto invernadero (más que el transporte
aéreo). Su contribución a la crisis climática no es, pues, desdeñable.
Dentro de este ámbito, los vídeos por internet
absorben buena parte del consumo energético de la tecnología digital, debido a
los requerimientos que se derivan de la alta definición. En concreto, la
reproducción de vídeos pornográficos, alojados en las diversas plataformas,
generó el año pasado 80 millones de toneladas de CO2 en todo el mundo. Esta
cifra equivale a las emisiones producidas por las grandes empresas productoras
de energía en España o algo menos de las del sector del transporte en España
(88 millones).
El informe muestra que el 80% del flujo de
datos de la tecnología digital se corresponde al consumo de vídeos (películas y
series, contenidos para adultos y otros, incluyendo las retransmisiones en
directo o streaming así como videollamadas…), mientras que el 20% restante
engloba las páginas web, el correo electrónico o la mensajería instantánea. Sus
conclusiones indican que los vídeos en línea o online generan 306 millones de
toneladas de CO2, una cantidad equivalente al 20% del total de las emisiones de
gases invernadero de la tecnología digital y que representan el 1% del total
mundial (una cifra equiparable a las emisiones de toda España).
La modalidad de los vídeos online se compone
de cuatro tipos principales de contenidos: los vídeos bajo demanda alojados en
las plataformas de retransmisión de contenidos como Netflix, Amazony demás (34%
del total), los vídeos de contenido pornográfico (27%), los tubes o vídeos
alojados en páginas como YouTube (21%) y los vídeos publicados en redes
sociales (18%). La categoría de vídeos de contenido pornográfico aporta el 16%
del flujo total de datos y genera el 5% de las emisiones totales de gases de
efecto invernadero debidas a la tecnología digital.
Así pues, al daño que produce el porno en el
cerebro, debido a una intensa estimulación del sistema de recompensa del
cerebro, que se activa frente a un estímulo externo y se encarga de liberar los
dos neurotransmisores responsables de las sensaciones placenteras, hay que
sumar ahora el impacto medioambiental.
ForumL. 2019
Etiquetas: Pornografía
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