martes, 26 de junio de 2018

La familia es hombre-mujer y el aborto es nazismo de guante blanco


Dice el Papa Francisco

Francisco ha denunciado que el aborto es lo mismo que lo que hacían los nazis pero “con guantes blancos” en un discurso improvisado ante el Forum Familia, una organización de la que forman parte 25 asociaciones italianas pro vida. “El siglo pasado todo el mundo estaba escandalizado por lo que hacían los nazis para cuidar la pureza de la raza. Hoy hacemos lo mismo pero con guantes blancos”, ha explicado el Papa.

“Está de moda, es habitual. Cuando en el embarazo se ve que quizás el niño no está bien o viene con cualquier cosa: la primera oferta es ‘¿lo tiramos?’. El homicidio de los chicos. Para resolver una vida tranquila, se tira un inocente”, ha continuado Francisco. En su discurso también ha pedido a los gobiernos que favorezcan la natalidad y ha asegurado que tener hijos es la inversión más grande que puede hacer un país. “No os canséis de ayudar al crecimiento de la natalidad, sensibilizando a las instituciones y la opinión pública sobre la importancia de dar la vida a políticas y estructuras más abiertas al don de los hijos”, ha considerado.

“El nacimiento de hijos constituye la más grande inversión para un país y es la primera condición de su prosperidad futura”, ha agregado. Por otro lado, ha definido el aborto como “una atrocidad” al compararlo con lo que hacían los espartanos con los niños con malformaciones. Y ha manifestado: “Cuando de chico la maestra nos enseñaba lo que hacían los espartanos cuando nacía un niño con malformaciones: lo llevaban al monte y lo tiraban para abajo para cuidar la pureza de la raza. Hoy hacemos lo mismo. Una atrocidad”.

Y sin ir demasiado lejos en el tiempo: «En el siglo pasado todo el mundo se escandalizó por lo que hacían los nazis. Hoy hacemos lo mismo, pero con guante blanco», denunció el Pontífice. «¿Por qué –preguntó alzando la voz– no se ven enanos por las calles? Porque el protocolo de muchos médicos dice: “Viene mal, deshagámonos de él”».

Es doloroso constatarlo, pero hoy funciona así. También «doloroso», según el Papa es que «hoy se habla de familias diversificadas, de diferentes tipos de familia. Sí, es verdad que “familia” es una palabra análoga, también se dice “la familia de las estrellas”, la “familia de los árboles”, “la familia de los animales”… Pero la familia a imagen de Dios es una sola, entre hombre y mujer… El matrimonio es un sacramento grande».

Así, ha criticado “las lógicas individualistas y egoístas” por las que se guía el mundo frente al “amor de Jesús por los niños” que declara lo “sagrado e indisoluble” del puesto que ocupa la familia en el proyecto de Dios. Y ha añadido: “No es raro que pierda el sentido de la belleza y de los lazos estables, del compromiso hacia las personas, del cuidado sin condiciones, de la asunción de responsabilidad a favor del otro, de la gratuidad y del don de sí”.

“Por este motivo es difícil comprender el valor de la familia, y se termina con concebirla según las mismas lógicas que privilegian al individuo en lugar de las relaciones y el bien común”, ha sentenciado. Finalmente, ha reclamado a las instituciones civiles que favorezcan y hagan crecer “familias sólidas y serenas que se ocupen de la educación de los hijos y se hagan cargo de las situaciones de debilidad”.

Por ejemplo, en la “Amoris laetitia” se insiste mucho en la ayuda a los novios en la preparación al matrimonio. «La familia es una aventura bella y hoy, lo digo con dolor, vemos que muchas veces se piensa en comenzar una familia, hacer un matrimonio, como si fuera una lotería. “Vamos, si va, va, si no va, borramos la cosa y empezamos otra”», anotó el Papa. Y contó, al respecto, una anécdota personal: «En Buenos Aires una señora me dijo: “Ustedes los curas son listos: para volverse curas estudian 8 años y luego, si después de algunos años la cosa no funciona, mandan una buena carta a Roma que les da el permiso de dejarlo y casarse. A nosotros nos dan un sacramento para toda la vida, con unas 3 o 4 conferencias de preparación. Esto no es justo”».

Desgraciadamente, muchas veces hay demasiada «superficialidad» en relación con el «don más grande que Dios ha dado a la humanidad: la familia, ícono de Dios», subrayó el Pontífice. Es un don, aunque la pareja en cuestión sea atea: «Puede darse que un hombre y una mujer no sean creyentes, pero si se aman y se unen en matrimonio son imagen y semejanza de Dios, aunque no crean… Es un misterio», dijo el Papa.

De cualquier manera, añadió, sirve «un catecumentato para el matrimonio»; «se necesitan hombres y mujeres que ayuden a madurar». Empezando por las cosas pequeñas, como, por ejemplo, la preparación de la fiesta de las nupcias. Y afirmó: «lo importante es amarse y recibir el sacramento, y después hagan las fiestas que quieran», pero no funciona cuando «lo secundario sustituye a lo importante».

Una válida preparación de las parejas jóvenes, además, es importante «también para la sucesiva educación de los hijos». Otro buen desafío: «No es fácil educarlos, son más listos que nosotros en el mundo virtual, saben más que nosotros… ¡Educar al sacrifico de la vida familiar no es fácil!». Sobre todo es difícil hacerlo en este tiempo de crisis, económica y social, que parece impedirle a muchos padres que «pierdan tiempo» con los hijos. «Para ganar hoy hay que tener dos trabajos. La familia no es tomada en consideración», observó Francisco, animando, una vez más, a no vivir bajo esta «cruz» y «esclavitud» del trabajo y de sus horarios excesivos, sino a privilegiar el tiempo que hay que pasar con los niños. «Jueguen con los hijos, no les digan que no molesten», exhortó el Pontífice.

«Los hijos son el don más grande», insistió. Siempre, incluso cuando «están enfermos»: «los hijos que se reciben como vengan, como Dios los mande». Pero también hay parejas que no los quieren: «Una vez me encontré con unos que se habían casado diez años antes, sin hijos. Es muy delicado, porque los hijos se quieren, pero a veces no llegan. En cambio supe que ellos no querían hijos. Pero esta gente tenía en la casa tres perros y dos gatos», contó Francisco.

En su reflexión dedicó también un poco de tiempo a la traición: «Una cosa que en la vida matrimonial ayuda mucho es la paciencia, saber esperar», porque «hay en la vida situaciones de crisis fuertes, feas, en las que también llegan tiempos de infidelidad». Además de la paciencia sirve mucho «el perdón»: «muchas mujeres (pero también a veces lo hace el hombre), en el silencio han esperado, viendo hacia otro lado, esperando que el marido volviera a la fidelidad». Esta es «la santidad que perdona todo porque ama», subrayó Francisco.

Y contó otra anécdota personal: «A mí me gusta saludar en las audiencias a las parejas que celebran su aniversario de matrimonio. Una vez había una pareja que cumplía 60 años. Hace tiempo se casaban jóvenes. Me encuentro a esta pareja y le pregunto si tiene el mismo amor. Y se miraron y tenían los ojos llenos de lágrimas. No se me olvida nunca. A veces una familia que crece no es un amor de novela, sino un verdadero amor. Estar enamorados toda la vida, con tantos problemas que hay».

«Otra cosa que pregunto en los aniversarios: ¿quién de ustedes ha tenido más paciencia? La respuesta es: los dos. A los jóvenes esposos, la pregunta es siempre: ¿se han peleado? Es importante no acabar el día sin hacer la paz. La guerra fría del día siguiente es muy peligrosa. La vida de familia es un sacrificio –concluyó el Papa–, un buen sacrificio».

InfoV. Jun 2018con información de Vatican Insider y la Oficina de Información de la Santa Sede.

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