martes, 18 de noviembre de 2014

¿Se puede ser católico, practicante y homosexual?

El filipino Jovi Atanacio afirma que la Iglesia “parece ser la única institución que invita de verdad a los homosexuales al amor”

Jeffrey Bruno
Jovi Atanacio es católico, practicante, devoto de la Virgen y homosexual. Mi vida, escribe Asianews (13 noviembre) es una demostración práctica, según sus mismas palabras, de que “la inclinación sexual no aleja de la Iglesia. Lo más importante es amar a Dios sobre todas las cosas”. Su elección de vivir en castidad “demuestra que basta comprender qué es de verdad el amor, el verdadero amor, para no sentirse excluido o herido”.
 
Hablando con el sitio de la Conferencia Episcopal Filipina, Atanacio explica: “Esta es mi cruz. Puedo ser atraído por los hombres, pero amo más a Dios. Es Él quien, a través de la Iglesia, invita a todos los seres humanos a acercarse al verdadero amor”.
 
La comunidad católica, añade, “parece ser la única institución que invita de verdad a los homosexuales al amor. Todos hemos sido creados para el amor, y nuestra vida no tiene sentido si no tenemos esta experiencia”.
 
El bien del otro
 
“Amarse significa desear el bien del otro”, sostiene Atanacio (Tempi.it, 13 noviembre). Esto significa “desear el Paraíso para el otro” y por esto “es necesario animarse a abrazar la virtud de la castidad”. Este es el camino que ha emprendido Atanacio: “Así yo no renuncio al amor, sino que sigo amando de forma más valiente y más profunda”.
 
Si dos personas se aman de verdad, concluye el joven filipino, “se animarán a identificarse como amados hijos de Dios” que viven la condición “de la atracción homosexual, y no como personas que están definidas por su orientación sexual” y que viven la condición de “creer en Dios”.

Aleteia noviembre 2014

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