Cuidados paliativos en personas con demencia avanzada
La pregunta que me
he hecho desde que cuido a una persona con demencia avanzada es ¿quién es? No ¿quién
está? ni ¿quién fue?, porque aún es una persona viva, con sentimientos y que
vice junto a nosotros, y que ahora nos necesita para todo. Sí, el enfermo es
una persona. Aunque es verdad que cuando estamos más alejados del enfermo
porque nos dedicamos a investigar sobre la enfermedad, sobre su control, sobre
los posibles tratamientos, no llegamos a comprender los aspectos humanos de la
enfermedad. Pero quienes les cuidamos como profesionales, como familiares,
comprendemos otros aspectos: el enfermo además es una persona.
El cerebro de la persona
que padece una demencia avanzada ya no funciona, pero ese cerebro forma parte
de un todo que tiene nombre y apellidos, tiene una biografía, tiene
sentimientos y tiene una familia.
¿Por
qué también Cuidados Paliativos para las personas con demencia avanzada?
La Sociedad Española de
Cuidados Paliativos plasma en su última definición (SECPAL, 2002) que los
Cuidados Paliativos consisten en la atención integral, individualizada y
continuada de personas y sus familias con una enfermedad avanzada, progresiva o
terminal, que tiene síntomas múltiples, multifactoriales y cambiantes con alto
impacto emocional, social y espiritual y alta necesidad y demanda de atención.
Estas necesidades deben ser atendidas de manera competente, con los objetivos
de confort y la calidad de vida, definida por enfermos y familia, y de acuerdo
con sus valores, preferencias y creencias.
Después de haber leído esta definición, comprenderán que también las personas con demencia avanzada deben recibir cuidados paliativos. Morir de cáncer no es tan diferente que morir de una insuficiencia cardiaca avanzada, de una enfermedad pulmonar obstructiva crónica avanzada, de una demencia avanzada… Muchos enfermos que se mueren en estas condiciones tienen muchas necesidades en los últimos meses de su vida. La incapacidad funcional, la fragilidad y la pluri-patología que suele acompañar en la fase avanzada de la evolución de la demencia hacen necesaria que le considere como enfermedad tributaria de cuidados paliativos. Los cuidados paliativos como atención profesional en la fase final de esta enfermedad no pretenden “dejar de hacer”, sino que intentan modificar la forma de acontecer el proceso de morir, favoreciendo que este proceso se produzca sin sufrimiento.
¿Qué
cuidados paliativos necesita la persona con demencia avanzada para humanizar el
final de su vida?
La finalidad de nuestros
cuidados lo constituye la persona enferma, no la enfermedad, siendo los
objetivos de estos cuidados el alivio de su sufrimiento, la optimización de su
calidad de vida y procurar que su muerte sea apropiada, a su tiempo y en paz.
Para ello necesitamos hacerlo desde un abordaje multidisciplinar para conseguir
un control de síntomas adecuado que alivie su sufrimiento, un soporte emocional
a la unidad paciente-familia y evitar intervenciones diagnósticas y
terapéuticas agresivas para el enfermo.
Para cuidar bien al final
de la vida a una persona con demencia avanzada hay tener en cuenta algunas
consideraciones:
-El enfermo tienen derecho
a ser aliviado de su dolor, aunque de ello se derive, como efecto secundarios
el entorpecimiento o la menor lucidez e incluso una aceleración de la muerte no
pretendida directamente. También tiene derecho a que no sufra ningún otro
síntoma.
-La nutrición en esta fase
de la enfermedad ya no tiene sentido. En la agonía, la ayuda que necesita es
que alguien humedezca sus labios y le escurra una gotas de agua en los labios.
-Mantener la medicación que
no tiene utilidad en esta etapa de la enfermedad y que no está orientada al
control de síntomas molestos tampoco tiene sentido.
Los profesionales que
atendemos a estos enfermos en esta etapa avanzada de su enfermedad nos
enfrentamos varias tomas de decisiones como la alimentación artificial o sobre
el tratamiento de una enfermedad aguda recurrente.
Los problemas que requieren
nuestra atención son los siguientes:
-El manejo adecuado de los
síntomas como el dolor, la depresión, la agitación o la disnea…
-La valoración de un
posible ingreso hospitalario en determinadas situaciones clínicas.
-La adecuación del esfuerzo
terapéutico de infecciones recurrentes y otras complicaciones.
-El empleo de hidratación
intravenosa o nutrición por sondan enterales.
Cuando cuidamos a es estos
enfermos solemos tener en muchas ocasiones la sensación de ser demasiado
agresivos en el tratamiento de las complicaciones medicas que sufren. Pero
hemos de tener en cuenta que estos enfermos requieren unos cuidados más orientados
a su bienestar y al de sus cuidadores.
Para poder ayudar con
nuestros cuidados a que estos enfermos tengan la vida que les quede más
confortable debemos orientarlos a:
-Evitar los tratamientos
que disminuyen la confortabilidad, aquellos tratamientos que son más
insufribles que la propia enfermedad y las prácticas fútiles o maleficentes,
aunque todo ello se hiciera con la mejor voluntad.
-Evitar la aplicación de
vías intravenosas de forma reiterada.
-Evitar la utilización de
medidas de sujeción física por medio de ataduras.
-Evitar la realización de
curas complejas de úlceras pro presión profundas sin cobertura analgésica.
-Evitando la colocación de
sondas nasogástricas o gastrostomías para la alimentación o hidratación ya que
en ocasiones pueden favorecer situaciones de agitación y maniobras repetidas de
extubación.
El rechazo a la ingesta de
una persona con demencia avanzada, ¿implica la colocación de una sonda de
alimentación? Para contestar esta pregunta antes hay que tener en cuenta que la
alimentación por sonda en estos pacientes no previene la neumonía por
aspiración, ni las úlcera por presión, ni las complicaciones infecciosas, ni
mejora su estado funcional, su confort ni su supervivencia. El rechazo a la
ingesta hay que considerarlo como marcador de la etapa final de la vida y no
una complicación aislada del paciente. No obstante, nuestro cuidados supone que
nuestro tiempo dedicado a alimentación se componga de paciente, amor y buena
voluntad. Las sondas de alimentación suelen producir graves efectos secundarios
que conllevan la utilización de medidas de restricción física, siendo éste un
verdadero criterio de contraindicación para poner una sonda. Y ahora sí se
podría responder a la pregunta diciendo que, en principio, no está indicada la
utilización de sondas de alimentación en pacientes con demencia avanzada. No
obstante, se deben individualizar las decisiones teniendo en cuenta los
criterios pronósticos.
¿Dónde
prestar estos cuidados?
Si la familia cuidadora
dispone del apoyo necesario, el domicilio del enfermo es el mejor lugar para
morir, en su cama, rodeado de sus seres queridos. Si no fuera así por falta de
medios y apoyos, al menos que lo haga en un lugar en el que no se encuentre
solo, extraño, sino que le resulte familiar y que se encuentre acompañado,
además de cuidado, porque morir con dignidad significa irse de esta vida, no en
la soledad aséptica del hospital, sino en el hogar entre sus seres queridos.
Ante de decir dónde habría
que hacerse estas dos preguntas: ¿Dónde puede recibir el paciente el cuidado,
la atención y el tratamiento que le garantice su calidad de vida, su dignidad y
el tratamiento paliativo durante el tiempo que le quede? ¿Dónde hubiera deseado
fallecer el paciente?
Se debiera evitar ingresar
a las personas con demencia avanzada en los hospitales si no se espera tener
nuevos datos sobre el cuadro clínico o no se espera una mejoría apreciable del
estado del enfermo. La atención y un buen tratamiento paliativo también se
puede hacer en el domicilio o en una residencia socio-sanitaria. Pasar la
última etapa de la enfermedad en su casa, rodeado del bienestar que nos ha
facilitado la vida y de la gente con quien la hemos compartido sería un
privilegio para el enfermo y para su familia.
¿Por
qué morir con dignidad?
El conflicto ético en los
cuidados a las personas con demencia avanzada surge cuando se enfrente a la
obligación de impedir la muerte y la de impedir el sufrimiento. Muchas
intervenciones que van dirigidas a posponer la muerte pueden también
incrementar un sufrimiento para el enfermo.
Los familiares del enfermo
que padece esta enfermedad necesita que cuando llegue el momento de morir lo
haga con dignidad ya que es un momento muy importante para ellos y sobre todo
para el cuidador principal que necesita demostrarse a sí mismo que ha hecho
todo lo que ha podido hasta el final. Si su familiar ha muerto con la dignidad
a la que una persona tiene derecho podrá enfrentarse mejor a su pérdida.
A
modo de conclusión
Si yo fuera la persona que
padeciera esta enfermedad en su fase avanzada y cerca de su final desearía que
quienes me cuidasen tuvieran en cuenta estos deseos:
-Que me traten como un ser
humano hasta el momento de mi muerte. Que no solo me contemplen como una
estructura biológica, sino que además tengan en cuenta mi dimensión emocional,
social y espiritual.
-Que no me dejen morir
solo, abandonado por mis seres queridos y por los profesionales.
-Que me cuiden personas
solícitas, sensibles y entendidas, intentando comprender mis necesidades y que,
además, sean capaces de obtener satisfacción del hecho de ayudarme a afrontar
la muerte.
-Que no precipiten
deliberadamente mi muerte, pero que tampoco prolonguen innecesariamente mi
agonía, sino que me ayuden a no sufrir mientras llegue mi muerte.
-Que quien me cuide lo haga
como le gustaría que le cuidaran a él cuando llegue su momento
Publicado en
Médicosypacientes.com 24.5.2016
Etiquetas: Cuidados paleativos
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